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Cómo crear un mejor sistema de admisión universitaria Opinión

Cómo crear un mejor sistema de admisión universitaria

Diego Salvatierra
Por : Diego Salvatierra Master en Educación, enfocado en Aprendizaje, Diseño, y Tecnología, Stanford University
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Lecciones de EEUU y China para el sistema que queremos


¿Qué queremos lograr con nuestro sistema de admisión universitaria? El estallido en torno a la PSU este año nos demuestra que no es sólo para seleccionar a los más preparados para la educación superior. Cumple otras dos funciones: refleja los valores de una sociedad (sean estos justicia, meritocracia, u otros), y entrega un mensaje a todo el sistema educativo sobre qué educación valoramos. Nuestro sistema actual es débil en las tres, ya que no mide ciertas habilidades claves para la universidad, no refleja los valores de justicia que decimos propiciar, y no nos está ayudando a desarrollar en nuestros estudianteslas habilidades para el siglo XXI.

Teniendo estas tres funciones claras se abren varias mejoras. Para reconocer habilidades que no se miden en pruebas estandárizadas, podemos abrir cupos para estudiantes que demuestren logros excepcionales, como tener una patente científica, desarrollar un emprendimiento o proyecto social, o publicar un libro de poesía. Segundo, siguiendo valores comunes de justicia y equidad, podemos aumentar el puntaje de estudiantes con menos oportunidades educacionales, sea por pobreza, ruralidad, o de pueblos indígenas, con apoyo en la universidad como el programa PACE. También podemos ofrecer la prueba varias veces al año, reduciendo un estrés que muchas veces altera los resultados de aquellos más susceptibles a esa carga. Por último, debemos incluir materias que Chile necesita para el siglo XXI: escritura, inglés, pensamiento computacional, y más.

Estas ideas están basadas en lo que he conocido en Chile, EEUU, y China. El 2008 rendí la PSU y además postulé a universidades estadounidenses, donde finalmente decidí estudiar. Años después, fui profesor de inglés en un colegio en Changshá, China. EEUU y China acogen las tres funciones de arriba de forma muy distinta, pero ambos mejor que Chile. El sistema estadounidense plantea una admisión holística, no tan basada en pruebas. El chino es más similar al nuestro, rígido, pero aún así tiene más holgura.

En EEUU los estudiantes entregan distintos antecedentes a las universidades, un comité de la universidad los revisa y toma una decisión. Entre estos antecedentes hay dos posibles pruebas, el SAT o el ACT, que se pueden rendir varias veces en el año. Las universidades también solicitan recomendaciones de profesores, listas de extracurriculares, y ensayos con historias personales. No hay rúbricas rígidas ni cálculos ponderados. Así, se reconocen logros más allá de las pruebas. Tenía compañeros con papers científicos a su nombre, violinistas famosos, y fundadores de empresas. La idea es construir una imagen más completa de los estudiantes y qué podrían aportar al campus.

En ese sistema las tres funciones de arriba van de la mano. Permite premiar, por ejemplo, a estudiantes de contextos vulnerables o de minorías raciales tradicionalmente desfavorecidas. A un estudiante latino del Bronx que escribe un elocuente ensayo sobre cómo trabajaba media jornada para apoyar a su familia le pueden perdonar tener veinte puntos menos en el SAT que un estudiante blanco de un suburbio adinerado. Esto ayuda tanto a la justicia social (el estudiante del Bronx probablemente tuvo menos oportunidades) como a la evaluación de quién tendrá éxito en la universidad (ya que la resiliencia del estudiante del Bronx es una fortaleza que le ayudará en la universidad, pero que el SAT podría no capturar). Pero no todo es ideal. Este sistema abre la puerta a los prejuicios e incluso a la corrupción. El año pasado hubo un escándalo en Yale y Stanford (ambas universidades donde tuve la oportunidad de estudiar) por coimas a entrenadores de deporte que entregaron antecedentes falsos de estudiantes.

En China se resguardan contra la posibilidad de corrupción con un sistema más similar al nuestro, en que un puntaje ponderado decide todo. Al igual que en Chile, se da una gran prueba (dividida en asignaturas) una vez al año, el temido Gao Kao, o “alta prueba”. Como la PSU, el Gao Kao es muy criticado por el estrés que genera. Pero cuando el gobierno ha propuesto cambiarlo han habido protestas de apoderados. Acá el valor que prima es la transparencia. Sin embargo, el Gao Kao también incluye valores de justicia y equidad. Los estudiantes de minorías étnicas o de zonas rurales empobrecidas reciben un bono de puntaje. Algo así podría ser una inspiración para nuestro sistema.

Además, el Gao Kao tiene una prueba de inglés obligatoria. Esto ayuda a que los liceos realmente prioricen el inglés, y que existan miles de academias extracurriculares de inglés, algo que no existe en Chile. El país decidió realmente priorizar el inglés, y lo hizo dándole un peso real en su sistema de admisión.

Ha habido poca conversación en Chile de un cambio así. ¿Qué habilidades del futuro queremos priorizar? ¿Escritura, inglés, programación? Por valiosas que sean las iniciativas del Ministerio de Educación para fomentar el inglés o la programación, estas simplemente no tendrán el peso en las mentes de estudiantes, apoderados, y directores de establecimientos si no se toman en cuenta para la admisión universitaria.

En California una nueva empresa llamada Imbellus está intentando crear una prueba virtual que reemplace el SAT y mida habilidades claves para el siglo XXI como trabajo en equipo, pensamiento sistémico, y pensamiento computacional. La fundadora de Imbellus habla del sistema de admisión como la “línea de código que lo puede cambiar todo.” Nos guste o no, la educación se diseña en torno a la admisión de educación superior, incluso en aquellos establecimientos donde una mayoría de los estudiantes no ingresa a esta. En Chile se dedican más horas a las asignaturas de la PSU y el SIMCE. Además los padres gastan millones en preuniversitarios para preparar estas pruebas. Si tuviéramos una prueba escrita, un cambio ya propuesto por el CRUCH, habrían más talleres de escritura tanto dentro como fuera del aula.

Sigamos o no lo que propongo arriba, está claro que reformar la PSU no se trata de crear una “mejor prueba,” o un “mejor termómetro”. El sistema no es objetivo: refleja nuestros valores y hacia dónde queremos avanzar. En el caso de Chile, es urgente que nuestro sistema de admisión aporte a crear una sociedad más justa y una elite más diversa. Y que reconozcamos su impacto en toda la cadena del ecosistema educacional.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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