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Ley de Teletrabajo: el trabajo en cualquier lugar y momento ya está aquí MERCADOS|OPINIÓN

Ley de Teletrabajo: el trabajo en cualquier lugar y momento ya está aquí


En tiempos no pandémicos, para los trabajadores a sueldo, el trabajo se resume a la rutina de salir de la casa, tomar locomoción, llegar a la pega, pausa para almorzar, seguir trabajando, tomar locomoción y volver a la casa. Suena tedioso, y en un país con extenuantes jornadas y pequeña retribución económica, decirle tedio es un eufemismo.

Imaginar la posibilidad de no tener que salir de la casa para ir trabajar, tenía bastante espacio para sonar como una buena idea. Que familia, amigos, cultura y trabajo, compartan un mismo techo, y que descanso, esparcimiento, colaciones y jornada, un mismo tiempo, fueron buenos argumentos para impulsar la, ahora plenamente vigente, Ley 21.220 que regula el trabajo a distancia y el teletrabajo.

En efecto, permite que empleador y trabajador, sujetándose a ciertas reglas, acuerden, al iniciar la relación laboral o durante el desarrollo de la misma, que esta sea realizada en el domicilio del trabajador e incluso otros lugares, pero fuera de las dependencias de la empresa. Los problemas envueltos en su implementación son bastantes, y todos, consecuencia de una mayor flexibilización del mercado del trabajo, a costa de protección para las trabajadoras y los trabajadores.

Por un lado, el mecanismo para “pasarse a teletrabajo” es el acuerdo individual entre trabajador y empleador, lo que deja fuera al sindicato, que es una de las pocas herramientas para equilibrar un poco la diferencia de poder entre el empresario y cada dependiente individualmente considerado.

Por otra parte, si bien, depende de cada trabajador aceptar o no las nuevas condiciones, en la práctica, firmar o no, se traduce en tener o no trabajo.

Es más, este acuerdo, no se refiere solamente a cambiar la modalidad a teletrabajo, sino también a las condiciones en que se desarrollará: jornada, descansos y controles.

Pero incluso puede ir más allá, regulando en la práctica los costos de la actividad productiva, pues la nueva ley establece que los equipos, herramientas y materiales serán siempre cargo del empleador, lo que suena muy bien hasta ahí. El problema es que las partes, individualmente, “podrán” fijar de cuánto estamos hablando, y no caben dudas que podrían ser, sin problemas, cifras tales como $1000 diarios, con lo que por una asignación mensual de $30.000, el trabajador asumirá calefacción, electricidad, agua, mobiliario e internet, que antes costeaba la empresa.

Por ahora hay que tomar atención, los nuevos espacios de flexibilidad para la creatividad de empleadores, irán mostrando las diversas formas que estos acuerdos puedan tomar, al mismo tiempo que la integridad de la vida privada y familiar de los trabajadores se enfrentan a nuevos obstáculos. Parafraseando al filósofo Byung-Chul Han, si el trabajo no tiene límites espaciales ni temporales, todo lugar y todo momento pueden ser trabajo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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