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A Chile le cuesta sonreír: la deuda con la salud oral de nuestro pueblo Opinión

A Chile le cuesta sonreír: la deuda con la salud oral de nuestro pueblo


La sonrisa es parte importante e influyente en la vida de todas las personas. La importancia se da en los distintos aspectos de la vida, desde poder comer, hablar, reír, hasta influir en el estado de salud general. Otro aspecto importante es cómo influye en el desarrollo de la autoestima, la interacción con los otros y en la salud mental en general. Una salud oral alterada afecta a las personas de manera integral.

Siendo entonces tan importante la salud oral para nuestras vidas, ¿qué sucede en Chile?:
Según estudios nacionales disponibles, a la edad de 2 años un 17,5% de los niños y niñas, ya tiene caries, cifra que aumenta a un 49.6% a los 4 años y llega cerca del 70% a los 6 años. Esto aumenta con la edad, hasta llegar a un 99,4% en adultos de 65 a 74 años. Es decir, entre los 65 y 74 años, el 99% de las personas tiene caries. Esta cifra es dramática.

Los mismos estudios, además, demuestran que hay una diferencia importante si agregamos el factor socioeconómico. Los niños y niñas libres de caries, es decir sanos, se concentran en el nivel socioeconómico alto. Los padres de los niños con problemas de salud oral, ven con pesar las sonrisas de sus hijos. Este es otro factor que refleja la inequidad existente en nuestro país y el privilegio que tienen los que sonríen.

Las enfermedades gingivales (de las encías), también van en aumento con la edad y éstas en conjunto con la caries dental influyen directamente en la pérdida de dientes. Entre los 35 y 44 años, solo un 20% conserva completa su dentadura, esto quiere decir que al menos el 80% ya ha perdido un diente. Solo un 1% de la población conserva su dentadura completa entre los 65 y 74 años.

Al considerar estos datos podemos concluir que la mayoría de las personas en Chile tiene uno o más problemas de salud oral, estos problemas aumentan a medida que avanza la vida y se acentúan en los niveles socioeconómicos medios y bajos.

¿Por qué estamos tan enfermos?

Desde el establecimiento legal de la profesión odontológica en 1917, las políticas de salud oral han ido evolucionando. Políticas públicas como la fluoración del agua y de la leche a nivel nacional; las recordadas fluoraciones en los colegios con enjuagues y cubetas; la incorporación desde el año 2000 a los objetivos sanitarios; la incorporación a las garantías explícitas en salud (urgencia dental, salud oral integral de la embarazada, salud oral integral de los niños de 6 años, salud oral integral a los 60 años); programa sembrando sonrisas; programa CERO; atención odontológica de los niños de 12 años; programa de los 4tos medios; consultas de morbilidad; más sonrisas y hombre escasos recursos; han sido un aporte importante para mejorar la salud.

Todos estos programas, todos estos esfuerzos, son muy importantes y relevantes. Sin embargo, y entendiendo el contexto social, cultural y económico de nuestro país, es que tenemos una atención de salud dental, que es por grupos prioritarios. En Chile, según la encuesta CASEN 2017, el 78% de la población está afiliado a FONASA, un 14.4% a Isapre, un 2.8% a Fuerzas Armadas y de Orden y un 2% no tiene previsión de salud. En general, se podría pensar que los usuarios afiliados a FONASA podrían utilizar el servicio público para realizar sus atenciones dentales. Sin embargo, no toda esta población tiene garantizado el acceso universal a los servicios dentales públicos.

La falta de capacidad para poder atender al menos a toda la población afiliada a FONASA, hace que todas las personas que no estén en un grupo prioritario, en general no accedan a los servicios dentales, o accedan cuando la enfermedad ha avanzado y las posibilidades para realizar un tratamiento sean: perder el diente, acceder a una lista de espera, o ir a un servicio privado.

¿Cuánto se espera por volver a sonreír?

Las últimas cifras del Ministerio de Salud revelan que en Chile más de 287 mil personas llevan más de un año esperando recibir atención y 39 mil esperan hace más de 3 años. La lista de espera odontológica representa un 25% de la lista de espera de especialidades no GES y ha aumentado un 48% en los últimos 7 años. Según un análisis de Fundación Sonrisas, el promedio de espera para especialidades odontológicas en el sistema público es de 17 meses (511 días), mientras que la espera para una atención de especialidad médica es menor a 12 meses (339 días).
A Chile le cuesta sonreír:

Considerando la gran cantidad de problemas orales que presentan los habitantes de nuestro país, y todo lo que ello conlleva, es importante considerar esta gran deuda que existe: muchos pacientes enfermos, sin opción a ser atendidos en el servicio público o en el servicio privado – ya sea por temas de oferta territorial o capacidad económica – día a día ven mermada la capacidad de sonreír y con ello de mejorar su autoestima, desarrollarse individual y colectivamente, en todos los aspectos de la vida. Mientras nuestros pacientes enfermos esperan, ¿qué haremos al respecto?

Es necesario entonces fortalecer el sistema de salud público, aumentando la infraestructura y los recursos físicos tanto para atención primaria y secundaria, con el fin de aumentar la cantidad de dentistas generales y especialistas que puedan atender la gran demanda de nuestros pacientes. Por otro lado, es necesario difundir acerca de estrategias incluso desconocidas para los Odontólogos, como los PAD Odontológicos para afiliados FONASA (Pago asociado a un diagnóstico).

Es importante, además, asegurar que los servicios privados garanticen una atención que realmente esté acorde respecto a calidad/precio, estableciendo alianzas con este sistema en caso de ser necesario. Para ello es importante la regulación, ya que el mercado de la salud, en especial el de la salud oral, ha dejado a la deriva a los pacientes, muchas veces se ha perdido el sentido humano y se han pasado a llevar las bases bioéticas de nuestra profesión para con los pacientes, y por qué no decirlo, pasando a llevar también a los profesionales y el equipo de salud a través de la precarización laboral.

Es necesario, replantearse el modelo de atención en salud oral, esta es nuestra tarea como Odontólogos, ser capaces de analizar las necesidades de nuestro pueblo, desarrollar propuestas e incidir en las políticas públicas y legislativas. Para ello es importante que el Colegio de Dentistas tenga una verdadera incidencia, siendo un nexo entre el mundo académico y técnico, otros colegios y orgánicas en salud, con el fin de plantear propuestas que sean verdaderas mejoras para todos y todas.

Por último, y quizás el pilar menos abordado y más importante, es realizar una alianza con el MINEDUC para establecer dentro de los planes educativos, educación en salud, incluyendo la salud oral, que sea impartida y promovida en todos los niveles y que incluya a toda la comunidad educativa. Garantizar a toda la comunidad educativa educación en salud, en específico en salud oral, será una herramienta protectora para todos los niños y niñas, así como también ayudará a docentes, y funcionarios a tener conciencia de su propio estado de salud, empoderándose y formando un rol activo en la promoción, prevención e incluso en detectar y detener a tiempo condiciones de enfermedad. Una comunidad consciente de su salud, podrá hacerse cargo de ella, aumentando los factores protectores y finalmente mejorando la calidad de vida individual y colectiva.

Para que sonreír no sea un privilegio de unos pocos y saldar la importante deuda con la salud oral de nuestro pueblo es importante fortalecer el sistema de salud en su conjunto, que permita mayor acceso sin discriminación económica y con un trabajo multidisciplinario en salud y educación.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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