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Organizaciones saludables: organizaciones más resilientes Opinión

Organizaciones saludables: organizaciones más resilientes

Gabriel Lama
Por : Gabriel Lama Gerente General TGLI Leadership Consulting y Coach de Alto Rendimiento Ejecutivo
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Mucho se habla hoy en día de la importancia del bienestar mental para hacer frente a la incertidumbre y las consecuencias psicológicas que ha traído para los chilenos, tanto la pandemia del coronavirus, como el estallido social, que comenzó hace más de un año. El problema es que, al mismo tiempo, poco se dice sobre cómo podemos alcanzar este bienestar tanto a nivel personal como colectivo.

Por eso, ahora que estamos regresando poco a poco a las oficinas, es fundamental que las empresas tomen un rol más activo en este aspecto, comprendiendo que Chile no está siendo un país saludable para las personas y que es tarea de todos cambiar esta realidad con un enfoque que vaya desde lo macro a lo micro, sin dejar a nadie fuera.

En España, hace ya algunos años se viene trabajando con el concepto de “organizaciones saludables”, entendidas como aquellas donde la cultura, el clima y las prácticas crean un entorno que promueve la salud y la seguridad de los colaboradores, así como la efectividad de la organización. En las organizaciones donde se planifican y ejecutan prácticas saludables para estructurar y coordinar los procesos, los resultados tienden a ser mejores, aún en tiempos de crisis.

El mundo cambió, seguirá cambiando y todos debemos hacernos cargo de ello.  Hoy, el valor social de las compañías va mucho más allá de obtener utilidades y se relaciona con un esfuerzo constante por mejorar la calidad de vida de las personas, clientes y las comunidades donde están insertas. Esto solo podemos lograrlo con una reinvención a gran escala, el desarrollo de una responsabilidad social corporativa y la consolidación de liderazgos positivos, que inspiren confianza, sepan escuchar a los otros, promuevan instancias de comunicación interpersonales y actúen proactivamente.

En el actual contexto de reactivación económica, las empresas necesitan contar con trabajadores motivados y psicológicamente sanos. Para conseguirlo las políticas de recursos humanos deben estar sincronizadas con estos valores y conectadas con la realidad. Los resultados son elocuentes:  sus beneficios económicos y sociales superan con creces a los de las organizaciones tóxicas. Para ello, es indispensable evolucionar: dejar de pensar que la salud de los empleados es un medio que permite alcanzar una finalidad, y considerarla como un fin en sí mismo, es decir, como un valor estratégico en los objetivos de la empresa. Más si se tiene en cuenta que este tipo de organización no sólo enfrenta la crisis con mayores tasas de éxito, sino que sale fortalecida, según plantea Marisa Salanova, Doctora en Psicología y Catedrática de Psicología Social, especialización en Psicología Organizacional Positiva en la Universitat Jaume I (UJI).

Es cierto que nadie tiene la respuesta correcta frente a la incertidumbre, pero tanto líderes sociales como empresariales, pueden trabajar en establecer confianza con el entorno fomentando la comunicación y la preocupación global por las personas, solo así podemos aminorar la crisis de liderazgo que ha vivido nuestro país.

Mi invitación para los líderes de empresas –multinacionales, como pequeñas y medianas, porque sin importar su tamaño todas se componen de personas–, es a tener una visión 360°, identificando como están las personas de su organización y considerar la salud como una verdadera inversión para todos.

¿Y qué entendemos por salud? Cierro esta columna compartiéndoles la mejor definición que he conocido hasta ahora, del profesor y escritor brasilero Nuno Cobra:

«La alegría de vivir. Es estar encantado con la vida. Es tener entusiasmo, energía, vitalidad, disposición. Es un proceso de equilibrio

del organismo. Son millones de mecanismos interactuando y moviendo el interior de su cuerpo para que todo funcione adecuadamente».

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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