Publicidad

Réplica a «Carabineros o militares» de Eduardo Santos

Por: Richard Kouyoumdjian Inglis


Señor Director: 

Quisiera comentar la carta del Sr. Eduardo Santos titulada “Carabineros o militares”, publicada el 06 de enero de 2021 en este mismo medio, ya que resulta imprescindible, en vísperas de un proceso constituyente de trascendencia para el futuro del país, que los debates sobre temas relevantes que afectan al país se atengan a normas de rigor, a hechos y a realidades. No hacerlo así es irresponsable y genera una brecha entre la realidad y el mero deseo. Esa brecha se transforma siempre en una componente de riesgo. Los temas de seguridad y defensa han sido históricamente importantes para el país, lo son hoy y lo seguirán siendo en el futuro pues están intrínsecamente vinculados con los conceptos de libertad, soberanía, autodeterminación, independencia, objetivos nacionales, interés y seguridad nacional. Por lo tanto, podemos asumir que los temas de seguridad y defensa relacionados directamente con conceptos tan críticos para el país y su futuro entran en la categoría de materias serias y relevantes a ser discutidas.

El Sr. Santos incurre en una falacia de petición de principio en la argumentación de su carta, es decir, incorpora la proposición a ser probada como asumida en sus argumentos. En efecto, la base o sustento de su argumentación está contenida en la siguiente afirmación: “Hemos advertido reiteradamente que nuestras FFAA resultan absolutamente sobredimensionadas e inconsistentes para la demanda esperada más probable de defensa”. Esa afirmación es cuestionable y requiere ser demostrada, por lo tanto, partir construyendo argumentos a partir de ella es un error lógico. Sin esa afirmación demostrada se cae todo sustento de su propuesta de traspasar personal de las FFAA a Carabineros. Por otra parte, la segunda premisa que se nos da por demostrada es que el recorte presupuestario para el 2021, influido por la crisis económica derivada de la pandemia, es una tendencia y que obedece a un razonamiento lógico de disminución de las necesidades de defensa. Este argumento tampoco es evidente y requiere demostración. Por ejemplo, nadie logra entender el razonamiento que está detrás de la decisión de disminuir los presupuestos de defensa, y en particular de la DGAC y de la DIRECTEMAR, incluso en momentos en que la lucha contra el narcotráfico por vías aéreas y marítimas está en una etapa muy delicada. No es fácil descubrir una lógica coherente en estas reducciones de presupuesto hechas “entre gallos y medianoche” en el Congreso con el beneplácito de Hacienda. No se entienden los montos ni tampoco las actividades afectadas. No me resulta fácil aceptar y realizar una proyección prospectiva a partir de decisiones políticas, viscerales y coyunturales. Por estas razones me permito discrepar abiertamente de la propuesta del Sr. Santos por estimar que carece del rigor lógico necesario como para llegar a tan importantes conclusiones.

En temas de seguridad y defensa, por distintas razones y por muchos años, se ha obviado el punto de partida necesario para un debate adecuado, cual es, la definición del problema. Se omite definir el problema pues esa definición es política y no técnica, y además es una decisión relevante que a muchos incomoda tomar. La seguridad y la defensa son importantes porque están vinculadas directamente con conceptos fundamentales para la existencia y la vida del país. Por esa razón, es la conducción política nacional la que tiene que definir los objetivos y el interés nacional. Estos son los ingredientes primeros y además jerárquicos para estructurar la seguridad y la defensa del país. Son primeros porque tienen que ser el punto de partida de cualquier análisis y son jerárquicos pues conllevan la principal expresión de mando y conducción política de la seguridad y la defensa, por lo tanto, deben ser producidos por el más alto nivel de la conducción política nacional.

Lo que no podemos hacer es debatir sin tener un acuerdo sobre cuál es el problema por solucionar. Definamos con claridad el problema y después hagamos los cálculos sobre cuánta seguridad y defensa y de qué tipo necesitamos para los objetivos e intereses nacionales que nos hemos fijado. Definamos bien el problema y después discutamos si un mecánico electrónico de sonares de un submarino, un especialista en sistemas hidráulicos de aviones de combate o el encargado de un sistema de simulación de operación de brigadas acorazadas, son el refuerzo más adecuado para ganarle la lucha al narcotráfico en las poblaciones de Santiago.

Richard Kouyoumdjian Inglis

Publicidad

Tendencias