Tal vez sean muy jóvenes para recordarlo, pero en el Chile de los noventa se volvió una práctica común que gente fuera a “comprar” a los supermercados y dejaran botados, al final de su visita, carros llenos con productos caros y exclusivos; que carabineros detuviese automóviles cuyos conductores venían hablando por celular sólo para descubrir que eran celulares de madera (sí, como los de utilería); y, cómo no recordar, por último, a todos los que conducían con los vidrios arriba, aún cuando hiciese un calor infernal, sólo para que la gente creyera que tenían aire acondicionado.
Suena ridículo y poco creíble, pero antes de apuntar con el dedo la estupidez de estas prácticas, cabe preguntarse: ¿cuál era el razonamiento detrás de estas acciones? ¿Acaso pensaban que de este modo el resto creería que eran exitosos y por ende les ofrecerían mejores contactos, cargos, negocios? Seguramente, pronto descubrieron que las cosas no funcionan así.
Hoy en día las empresas viven un fenómeno similar, algo que en el futuro quizás resulte igual de risible, pero que en la actualidad es una práctica extendida. Y es que el aparentar ser innovadores se ha vuelto un estándar.
Actualmente, no llenamos carros con productos caros sólo para que nos vean, pero hacemos convocatorias de startups para “supuestamente” incorporarlas a nuestra estrategia empresarial, pese a que raramente les damos continuidad. No usamos celulares “de palo”, pero decimos tener áreas de innovación aún cuando su presupuesto sea inferior a la mitad del que se le entrega al área comercial y a sabiendas de que ello impide alcanzar resultados significativos. No manejamos con los vidrios arriba, pero invitamos a nuestros equipos a innovar y “pensar fuera de la caja” sin que la organización tenga una estructura y cultura que los acompañe.
Nuevamente cabe hacerse la pregunta de por qué lo hacemos. En el mundo, esta tendencia se conoce como Innowashing, en otras palabras, aparentar ser innovadores cuando en el fondo no lo somos. La única forma de romper con esta mala práctica es entender que el celular, el carro lleno de objetos lujosos y el aire acondicionado sólo serán reales cuando sean la consecuencia de un trabajo de base. De la misma forma, si no hay un salto en presupuestos y desarrollo de carreras en innovación, en estar dispuestos a recorrer el camino completo de la mano con las startups que seleccionamos y en basar nuestras startups y soluciones en tecnología, perderemos el norte y nos quedaremos en construir imagen y no bases sólidas para nuestra marca.
Pero no dejo de ser un optimista. Cada vez más CEOs se toman en serio el desafío. Más temprano que tarde podremos ser y no sólo parecer.