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El conflicto mapuche y los desafíos para la democracia moderna en Chile Opinión Crédito: Aton

El conflicto mapuche y los desafíos para la democracia moderna en Chile

Resulta importante preguntarse si la actual discusión constitucional y la configuración democrática y de país que resultará de ella podrán ser capaces de generar paz entre el Toltén y el Biobío. Mal que mal este territorio ha sido más tiempo territorio autónomo mapuche que territorio chileno. Por lo pronto, la única certeza empírica es que el mismo soberano que se manifiesta hoy en la Convención es el que se manifestó en 1866 a través del Parlamento, acordando el despojo territorial mapuche, y el Poder Ejecutivo y militar fueron los que lo implementaron.


En la provincia de Arauco, en la comuna de Cañete, la existencia del pueblo Mapuche tiene larga data y se constata nuevamente allí la muerte de un mapuche a manos del Ejército chileno. Esto no es algo nuevo en estas latitudes y plantea un enorme desafío para la democracia y la memoria histórica de Chile, la que pretende entrar en una nueva etapa con el proceso constituyente.

El Fuerte Tucapel, ubicado en la ciudad de Cañete, fue fundado en 1553 y destruido ese mismo año junto con su fundador. El pueblo Mapuche realizó diversos Koyag (parlamentos) con la Corona española que los reconoció, al menos, como pueblo a través del Parlamento de Quilín de 1641.

Estos acuerdos también se realizaron con el Estado chileno y el más relevante fue el de Tapihue, en 1825. Sin embargo, sería el de Tantauco, de 1826, la mejor medida del horror vivido por el pueblo Mapuche. Si bien se reconoció nacionalidad chilena, permitió mantener un territorio autónomo efectivo hasta 1866, año en que se concretó jurídicamente la incorporación al territorio nacional bajo la forma de terrenos fiscales.

Sin embargo, gracias a la ley aprobada por el Congreso y la connivencia con intendentes, conservadores de bienes raíces y jueces de la república, se implementó la ley en todo el espíritu inverso, configurando el despojo total. De esta forma, la titulación privada se inicia en 1866 y la mapuche en 1884, entre el Biobío y el Toltén, contraviniendo la misma ley, con lo que la nación chilena no ha ocupado, “conforme a derecho”, este territorio más de lo que lo ha hecho el pueblo Mapuche, “conforme a derecho”.

La memoria mapuche es persistente y se resiste a callar. Las denuncias no escuchadas, juicios que llegan a durar 70 años, la apropiación ilegal de propiedad privada y leyes que incorporan el 5% del territorio reconocido al mercado general simplemente como propiedad privada individual, fueron políticas u omisiones estatales constantes y constatadas del siglo XX. La interrogante que surge es si la política pública la constituyen solo aquellas explicitadas o también las que no lo son, pero que son sistemáticas en el tiempo.

Hoy las demandas de siempre se hacen presentes, se manifiestan en momentos en que órganos de resistencia territorial declaran atacar al circuito productivo local, específicamente al circuito productivo que es partícipe del deterioro medioambiental del territorio, en particular la explotación forestal.

[cita tipo=»destaque»]La memoria mapuche es persistente y se resiste a callar. Las denuncias no escuchadas, juicios que llegan a durar 70 años, la apropiación ilegal de propiedad privada y leyes que incorporan el 5% del territorio reconocido al mercado general simplemente como propiedad privada individual, fueron políticas u omisiones estatales constantes y constatadas del siglo XX. La interrogante que surge es si la política pública la constituyen solo aquellas explicitadas o también las que no lo son, pero que son sistemáticas en el tiempo.[/cita]

La reconstrucción territorial se hace necesaria y queda claro que la distinción veteroeuropea de sujeto/objeto aplicada a la relación entre el ser humano y la naturaleza ha generado enormes daños medioambientales constatables en el territorio mapuche. Las demandas de restitución y reconocimiento surgen y recorren toda la centuria junto con el silencio y complicidad de autoridades para despojar al pueblo Mapuche de su territorio, produciendo pobreza, violencia e inestabilidad en dicho territorio.

El siglo XX es una evidencia del diálogo democrático del pueblo Mapuche frente al abandono institucional. Sin embargo, el siglo XXI solo ha traído más muerte de mapuches a manos del Estado de Chile junto a las mismas conclusiones de antaño: es solo un problema de pobreza y falta de emprendimiento acompañado del reconocimiento de una deuda equivalente al 5% del territorio original. En este contexto resulta importante preguntarse si la actual discusión constitucional y la configuración democrática y de país que resultará de ella podrán ser capaces de generar paz entre el Toltén y el Biobío. Mal que mal este territorio ha sido más tiempo territorio autónomo Mapuche que territorio chileno.

Por lo pronto, la única certeza empírica es que el mismo soberano que se manifiesta hoy en la Convención es el que se manifestó en 1866 a través del Parlamento, acordando el despojo territorial mapuche, y el Poder Ejecutivo y militar fueron los que lo implementaron.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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