Señor Director:
“Queremos que se nos valore y se nos reconozca como emprendedores y emprendedoras, como una fuerza económica y trabajadora. Somos invisibles ante el Estado. Un emprendimiento es tan importante como las grandes empresas, ya que también somos el sustento de nuestras familias”, dicen las integrantes de una agrupación de emprendedoras de Valparaíso, participantes de Fondo Esperanza.
Si la violencia tiene más de una cara, una de las peores es aquella donde no se reconoce la existencia de alguien como sujeto de derechos. Invisibles y no reconocidas en su aporte al país, así se sienten las emprendedoras de sectores vulnerables.
Muchas veces invisibilizadas: son excluidas como sujetos económicos por no estar formalizadas producto de sus bajos e inestables ingresos, no se les reconoce el tiempo de trabajo dedicado al cuidado de otros, existen rubros en las que son discriminadas solo por ser mujeres, entre un sinfín de rechazos. Esta realidad la viven muchas en nuestro país y urge visibilizarlas, porque es parte de las violencias que aún las afectan.
Según la última encuesta de microemprendimiento (EME 20219), en Chile cerca del 40% de los microemprendimientos son liderados por mujeres y las diferencias frente a sus pares masculinos son evidentes. Dentro de los beneficios de emprender, un 37% de las mujeres afirma que lo hacen porque les permite realizar tareas domésticas y de cuidados, en comparación al 10% de los hombres. Sin duda, la carga es desigual, ellas destinan 18 horas más semanalmente al trabajo no remunerado que ellos y, por eso, el tiempo que pueden dedicar al negocio es bastante menor, lo que, entre otros factores, se traduce en que cerca del 45% de los microemprendimientos liderados por mujeres obtengan ganancias mensuales menores a 150.000 pesos.
La violencia contra las mujeres es una de las peores pandemias que afectan a la humanidad y se ha agravado a raíz del COVID-19. ONU Mujeres afirma que desde el 2020 “se ha intensificado todo tipo de violencia contra mujeres y niñas, sobre todo, la violencia en el hogar”. También se ha constatado un brutal retroceso en su participación laboral, ingresos y autonomía económica.
En Fondo Esperanza trabajamos con emprendedoras de sectores vulnerables, que han sido históricamente invisibles en su contribución a la economía nacional. Esta ceguera impacta en el ejercicio de su autonomía económica y reconocimiento de su dignidad como trabajadoras, al no verse respaldadas por suficientes políticas públicas que faciliten su trabajo.
Cada persona juega un papel fundamental en la construcción de una sociedad diversa, justa y libre de violencia, y las mujeres emprendedoras más vulneradas, no deben ser la excepción.
Irene Abbott – Claudia Flores – Michelle Benavides – Karina Gómez
Comité de Género y Diversidad
Fondo Esperanza