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Votar es un deber cívico y ejercicio democrático Opinión

Votar es un deber cívico y ejercicio democrático

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René Solís de Ovando Segovia
Por : René Solís de Ovando Segovia Centro Iberoamericano de Estudios Sociales – CIBES
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En un Estado democrático como es Chile lo que más se necesita es entender que votar es un deber cívico y un ejercicio democrático. Cuando la participación en las elecciones es alta, también aumenta significativamente la representatividad institucional. José Saramago, en su magnífica novela Ensayo sobre la lucidez, plantea cómo, de forma individual, la ciudadanía puede remover los cimientos más rígidos del sistema establecido votando en blanco, pero votando, porque es ésta la forma de influir en el poder, de fiscalizar la gestión de las administraciones y controlar a los representantes


Al margen de que, al parecer, las encuestas estén indicando un “empate técnico” entre los dos candidatos presidenciales, hay ciertas cuestiones que con toda probabilidad se cumplirán. 

La primera es la “fidelidad” del votante de derecha -¡una constante en las democracias occidentales!-, al que no le importa demasiado la estatura intelectual de su candidato, ni siquiera si tiene o no condiciones para comprender cabalmente lo que significa gobernar un país y, la verdad sea dicha, tampoco le resulta relevante que el posible futuro presidente pudiera tener intereses personales potencialmente encontrados con un ejercicio justo y honesto de la presidencia. La experiencia de Trump en USA, Bolsonaro en Brasil o de los gobernantes de Polonia y Hungría en Europa son un claro ejemplo de esta realidad: todos fueron elegidos democráticamente y a todos se les acusa de gobernar con prácticas poco éticas que ya se conocían antes de ser elegidos. Es decir, el votante de derecha no se abstiene, porque sabe que su voto, sea quien sea su candidato, servirá para mantener un statu quo que le interesa.

La segunda certidumbre es la enorme cantidad y variedad de los escrúpulos del votante de izquierda, al que le puede afectar, intensamente, cualquier posible fallo o debilidad de su candidato, incluso cuando los fallos o debilidades no sean objetivas, sino que respondan a un análisis muy fino de la realidad. De esta manera ocurren dos fenómenos  característicos entre los votantes de izquierda: por una parte se desaniman rápidamente ante los llamados argumentos “incontrovertibles”, por ejemplo que su candidato no tenga experiencia o que no esté suficientemente preparado y, en segundo lugar, se desarrolla una suerte de permiso generalizado para juzgar la ética del candidato, donde se considera gravísima cualquier posible incoherencia entre su discurso público y su comportamiento personal, esté o no fundamentada.

La tercera certeza es que de producirse una abstención elevada (+ del 50%) la elección la ganará Kast, porque, como hemos visto, el voto de derecha tiene una fidelidad mucho mayor que el de la izquierda. Dicho de otra manera, las personas con derecho a voto que no acudan a votar, facilitarán que José Antonio Kast necesite menos votos para ser mayoría puesto que sus votantes sí lo harán. Esta conclusión, que parece extremadamente simple, no parece figurar en los reflexiones de algunos influyentes opinólogos y cientistas políticos de izquierda con importante presencia en redes sociales, podcasts y columnas de periódicos digitales, en cambio dedican -no todos, claro- fundamentadas argumentaciones a destacar las debilidades de “su candidato”, cuando no directamente a explicar por qué es imposible que llegue a ganar.

Finalmente, creo que en un Estado democrático como es Chile lo que más se necesita es entender que votar es un deber cívico y un ejercicio democrático. Cuando la participación en las elecciones es alta, también aumenta significativamente la representatividad institucional. José Saramago, en su magnífica novela Ensayo sobre la lucidez, plantea cómo, de forma individual, la ciudadanía puede remover los cimientos más rígidos del sistema establecido votando en blanco, pero votando, porque es ésta la forma de influir en el poder, de fiscalizar la gestión de las administraciones y controlar a los representantes. 

La lucidez es no abstenerse. Votar es un derecho individual cuyo ejercicio se garantiza participando.

Termino este breve artículo citando el último párrafo de la columna que publiqué en El Mostrador el 4 de diciembre (https://www.elmostrador.cl/destacado/2021/12/02/elecciones-presidenciales-y-derechos-sociales-lo-que-se-juega-el-19-de-diciembre/) “El 19 de diciembre, si lo que Chile necesita es transitar hacia una sociedad más justa, hacia un Estado social y democrático de derecho, probablemente requerirá de la participación de quienes en la primera vuelta no se sintieron concernidos y que, esta vez, serán tan determinantes como beneficiados por el resultado.”

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