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Filosofía, preguntas y respuestas a convencionales

Por: Aníbal Wilson Pizarro


Señor Director: 

Revisando unos viejos apuntes poético filosóficos, me encuentro con lo que podría ser mi aporte ciudadano, mi forma de participar o dar mi modesta opinión en esta laboriosa gesta que desarrollan 154 potenciales filósofos convencionales.

La filosofía sirve para que las personas se puedan hacer infinidad de preguntas acerca de la realidad, la existencia y su sentido de ser. Y se caracteriza por abarcar diversas áreas de estudio, enfatizar el pensamiento crítico, buscar respuestas lógicas a variadas preguntas y no aceptar verdades absolutas.

Existe una lucha entre la filosofía y la experiencia vital. La filosofía no puede ser ciencia, porque esta describe y no busca significados, busca lo que hay pero no lo que significa. La poesía, en cambio, tiene el proceso inverso. Mallarmé, en sus consejos al joven poeta, dice «nunca preguntes qué es, pregunta lo que significa». La pregunta poética es ¿qué significa? La pregunta científica es ¿qué es?  Y la pregunta filosófica es algo a caballo entre el ¿qué es? del científico y el ¿qué significa? del poeta. En medio de eso está la pregunta filosófica que es categorizar como si fuéramos científicos, pero incorporando nuestra experiencia. Así como la ciencia es experimento, la filosofía es experiencia. 

Esto hay que metérselo en la cabeza a los filósofos de la ciencia (y, con mucho respeto, a los de la Convención). Cuando nos ponemos completamente fuera y estamos hablando en tercera persona, somos científicos; cuando nos perdemos en la interioridad subjetiva y estamos hablando desde el yo irrenunciable, irrepetible, frágil y mortal, entonces somos poetas y cuando estamos «a caballo» entre las dos cosas, tratando de captar la idea, entonces somos filósofos (filósofos convencionales).

Y más o menos sabemos lo que la vida es. Pero ¿qué pensar de eso? ¿Qué pensar de que nos haya tocado la experiencia de vivir? ¿Qué nos va a nosotros en la vida? ¿Cuál es el significado de lo que hay para lo que somos? Esa es la pregunta de la filosofía.

No solamente la descripción científica de lo que hay como si el mundo sólo estuviera compuesto de fuerzas, núcleos, átomos, etcétera, y no de seres y personas; sino ¿qué hacemos nosotros en ese mundo de ideas y necesidades? ¿Cómo nos insertamos, cuál es nuestro papel?

Las preguntas de la ciencia se cancelan: hay una respuesta y se pasa a otra cosa. Las preguntas de la filosofía, en cambio, nunca se cancelan. Cuantas más respuestas tenga una pregunta filosófica, más nos intriga la pregunta. Cuanto más leemos sobre las respuestas tradicionales  sobre  la verdad, sobre la justicia o sobre la belleza, más nos interesa el tema. No lo dejamos atrás, nos interesa aún más porque las preguntas filosóficas nos hacen meternos dentro y desde ahí poder tomar una postura y formular una opinión o respuesta sobre situaciones, generalmente, de carácter político y social.

 

Aníbal Wilson Pizarro

 

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