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La suerte de las Isapre está echada Opinión

La suerte de las Isapre está echada

Marcos Vergara I.
Por : Marcos Vergara I. Ph.D. Profesor Asociado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Adscrito al Programa de Políticas y Gestión de la Escuela de Salud Pública.
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Henríquez y Paolucci escribieron en El Mercurio una columna ¿editorial? en la que hicieron referencia al sistema de salud universal que el presidente electo ofreció en su programa a la forma de un Seguro único donde las Isapre se sitúan fuera de la seguridad social, como seguros complementarios, mientras la cotización obligatoria de todos sería recaudada para el asegurador público —FONASA, entendemos—.

Escribí carta al decano para reconocer la pertinencia de la reflexión que los autores nos proponen, pero también su falta de oportunidad porque, en efecto, cero que la suerte del sistema Isapre ya está echada, si acaso no se desfonda antes por razones intrínsecas, según los números que hemos visto por la prensa         —dice Gonzalo Simón que el 7.6% de incremento de las primas establecido por la Superintendencia sería un salvavidas insuficiente—. Le dije al decano que las referencias de los columnistas eran mezquinas. Con sesgo académico, los autores sólo se refirieron a su propio trabajo y al de la UNAB —donde sin duda residen analistas de larga trayectoria como Lenz y Sánchez—, en circunstancias de que una discusión de fondo en este mismo tenor sobre la materia se había venido desencadenando ya durante la gestión del ministro Carlos Massad en el gobierno de Frei Ruiz Tagle —abundan documentos sobre la materia en los archivos ministeriales— y, luego, también durante el primer gobierno de Sebastián Piñera, quién convocó con alarma a una Comisión Presidencial de Financiamiento de la Salud tras un pronunciamiento del Tribunal Constitucional que declaró inadmisible la tarificación por riesgo, que es el eje central del giro del negocio.

Como resultado del trabajo de la Comisión Presidencial de Financiamiento citada en el párrafo anterior, la puerta a un seguro único en ambiente de múltiples aseguradores fue abierta por la posición de mayoría. Sólo hacía falta un fondo de compensación de riesgos y, por cierto, la universalización, incluyendo a FONASA. Se habló de transformar a las Isapre en agentes de la seguridad social, lo que parecía bueno para Chile. La propuesta tenía “sex-appeal” —y era oportuna— pero hubo, sin embargo, una posición de minoría, a la que adscribieron el propio presidente de la comisión y los representantes de las Isapre, los que no fueron partidarios de tal solución y propusieron algo que se parecía bastante a lo que había, con muy poco cambio. Y después —quién sabe cómo fue que tal cosa finalmente ocurrió— la fuerza del planteamiento del Tribunal Constitucional se diluyó hasta dejar de ser una verdadera preocupación; sólo una pequeña mancha de aquello quedó esparcida sobre las baldosas del transitado boulevard.

Así fue que se extinguió el momento más apremiante para las Isapre que alguna vez conociéramos. De todas formas, dos trabajos se realizaron a continuación: el primero durante el mismo gobierno de Piñera, que dio origen a un Plan Garantizado de Salud —PGS— con tarifa única y fondo de compensación de riesgos para las ISAPRE, que a la forma de proyecto de ley fue a dar a la Comisión de Salud del Senado y, el otro, durante el segundo gobierno de Bachelet que siguió al anterior, a cargo del economista Camilo Cid, en que se diseñó una solución para las Isapre muy parecida al PGS, la que finalmente no tuvo destino por falta de espacio legislativo. Es decir, ha pasado mucha agua bajo el puente. Ambos trabajos se realizaron con la presencia de mucha y muy variada inteligencia sanitaria. Al día de hoy, el proyecto PGS todavía agoniza en las oficinas de la Comisión Salud del Senado. Mientras tanto, las Isapre ya han cumplido 40 años de funcionamiento sin que se haya verificado ningún cambio importante en el sistema. Se empiezan a parecer a las Mutualidades de accidentes del trabajo. Todo sigue igual, como si el mundo fuera siempre el mismo.

Sin embargo, me temo que el momento de una solución con múltiples aseguradores y fondo de compensación de riesgo ya quedó atrás, mal que les pese a los citados autores de la columna en el decano y que aquello es atribuible a la porfía y a la falta de perspectiva estratégica de las propias Isapre, las que desde su zona de confort en este singular mercado con un 7% asegurado, no consideraron necesario hacer el ajuste y prefirieron continuar haciendo el mismo negocio de siempre, bien protegidas por sus stakeholders. Pero hoy el tránsito al Seguro único se ha hecho inevitable, porque es un elemento esencial de la oferta del próximo gobierno. Esa propuesta pone a las Isapre en el mercado de verdad.

Quedará crear las condiciones para poder acoger a toda la población en una solución robusta y satisfactoria, que no implique transitorios detrimentos. Esta sí que será la gran tarea, que ha de ser cuidadosa, gradual, progresiva e inteligente. Por cierto, ya no será posible reproducir el status quo de la institucionalidad vigente que ya no será útil pues para cumplir con lo que se busca habrá muchas cosas que será necesario cambiar. No podremos seguir haciendo más de lo mismo. ¿Estaremos bien conscientes de aquello?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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