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Aborto y Constitución

Por: Ángela María Guevara, Ximena Farfán y Francisca Reyes.


Señor Director:

Hay quienes afirman que el embrión no es persona, sino solamente un puñado de células, porque no tiene racionalidad, autonomía, ni autoconciencia. Desde la biología podemos afirmar que a partir del momento en que se unen el óvulo y el espermatozoide en la fecundación, existe un ser organizado y vivo. Este nuevo ser tiene una identidad genética nueva, única y distinta a la de sus progenitores. Dicho principio generativo pondrá en marcha “la vida” y, si nada interfiere en su desarrollo, el embrión irá manifestando toda su información genética. En él existen múltiples procesos bioquímicos y moleculares propios, además de una fuerte comunicación bioquímica con su madre, quien lo anidará por nueve meses. El nacimiento solo cambia el hábitat de la persona del niño. Muchas capacidades todavía no se han desarrollado en el embrión, pero eventualmente lo harán y continuarán a lo largo de toda su vida hasta llegar a la sabiduría de la vejez. Uno no se convierte de ser “algo” en ser “alguien”. Desde el momento de la fecundación, el cigoto es persona porque esa es la única manera que los seres humanos tienen de ser.  Sería un error que los que ya poseen esas capacidades puedan disponer de aquellos que todavía no las han alcanzado. Este nuevo ser humano merece todo nuestro respeto y cuidado, por la dignidad intrínseca que posee. Como mujeres, apoyamos, comprendemos y acogemos a todas aquellas que se ven en una situación desesperada y creen que la única solución es el aborto. Como madres, estamos con ellas y creemos que por más difíciles que sean las circunstancias de cada una y los sacrificios que requiere la maternidad, con el tiempo cada hijo se transforma en fuente de esperanza y alegría. La vida humana es el primer y más básico de todos los bienes, y no hace falta ser creyente para darse cuenta de su valor. Si nosotros, seres humanos, no defendemos la vida de nuestros congéneres más vulnerables ¿quién lo hará? Es nuestro deber proteger la vida humana desde su inicio, en la fecundación, hasta su fin por muerte natural.

 

Ángela María Guevara, Instituto Ciencias de la Familia.

Ximena Farfán, Facultad de Enfermería y Obstetricia.

Francisca Reyes, Facultad de Derecho

Universidad de los Andes.

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