Hay heridas que, en vez de abrirnos la piel, nos abren los ojos
El caso de la enfermera Pola Álvarez nos ha hecho reflexionar de manera profunda. Como decía Pablo Neruda: “hay heridas que, en vez de abrirnos la piel, nos abren los ojos”. Primero, en relación con las instituciones de salud, ¿es el mobbing o acoso laboral tan común que lo hemos normalizado? Este caso nos ha hecho reflexionar respecto a la falta de apoyo institucional frente al acoso laboral, asimismo, a la falta de equipos con liderazgos constructivos, donde la presencia de maltrato ha sido normalizada en los espacios de salud.
En segundo lugar, este hecho nos lleva a plantear la siguiente pregunta: ¿debemos acaso pensar en la posibilidad de exigir test psicológicos antes del ingreso a estudiar una carrera de salud? incluso algunos han mencionado pedir estos últimos a profesores universitarios y a egresados antes de ser contratados por los servicios hospitalarios. Es que hoy existen cuestionamientos a los directivos y equipos que son cómplices de actos de acoso laboral, a veces por miedo o falta de preparación. Si vamos más allá, igualmente nos cuestionamos sobre la falta de políticas públicas y leyes de protección que sean sustento para culturas institucionales más saludables, de apoyo y liderazgos positivos.
Podríamos pensar que existen falta de sanciones pertinentes frente al abuso o maltrato laboral y menoscabo al valor de la salud mental de los profesionales de salud, más aún, después de una pandemia que ha dejado a los profesionales con altos números de licencias médicas psiquiátricas por depresión, estrés, estrés postraumático entre otros. ¿Cómo han recibido apoyo o reparación por la dureza de una pandemia con altos niveles de fallecimientos, estrés y arduo trabajo? Estas reflexiones nos acercan a tantos problemas y desesperanzas, no obstante, no debemos olvidar que existe un límite entre un acto de mobbing y uno delictual con la intensión de quitar la vida. Algunos responsabilizan a la academia o a las instituciones, pero si bien todos podemos o debemos mejorar, no olvidemos que los valores y la formación moral se alojan en primer lugar en nuestro hogar y a nivel individual.
No es justo categorizar a toda la enfermería como si fuera parte de un grupo profesional que llega a romper con estos límites. Existen muchos y muchas enfermeras de gran vocación que siguen formándose y ejerciendo con amor, compasión, empatía y conocimientos para cuidar a otros en sus momentos más desvalidos. A Pola un profundo apoyo, fuerza en estos momentos, al igual que a su familia, hijos y seres queridos, que exista justicia, reparación y garantías de no repetición para ella y su entorno.
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