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Franja electoral: el problema de la falta de unidad conceptual en el producto final en ambos bandos Opinión

Franja electoral: el problema de la falta de unidad conceptual en el producto final en ambos bandos

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Veremos si la franja es capaz de influir en el tramo final y cambiar el escenario actual, ayudando a los indecisos a tomar una decisión. Sin embargo, lo que siempre es claro –y se ha demostrado en la historia, desde el plebiscito del 80 en adelante–, es que los chilenos distinguen los intentos de manipulación y son mucho más inteligentes de lo que creen los políticos, los medios tradicionales y los poderes fácticos de este país. 


Quedan menos de cuatro semanas para el plebiscito, y a la campaña final se ha incorporado la franja electoral de TV. Aunque no es claro el peso e impacto que tienen estos espacios en los procesos electorales, creo que esta vez puede ser importante, considerando el alto porcentaje de indecisos que aún se mantiene, pese a la cercanía del 4 de septiembre. ¿Y quiénes son esos indecisos? El 20% de quienes aún no tienen claro su voto son personas que votaron Apruebo en el plebiscito de entrada, en un 100%.

Pero, además, la franja es una oportunidad para despejar los cientos de fake news que todavía circulan de este proceso y también de equiparar algo la cancha informativa –y los recursos aportados–, que claramente han pertenecido a los sectores ligados al Rechazo. Cuando el paso del tiempo permita hacer un recuento más objetivo de lo ocurrido en este proceso, quedará en evidencia cómo un sector de la elite del país, de los medios más tradicionales y los poderes fácticos de siempre, jugaron un rol importante a la hora de desinformar y generar una percepción muy negativa del texto entregado por la Convención. Claro, muy ayudado por los errores y autogoles convencionales.

Por tanto, la franja puede ser, esta vez, tan importante como lo fue en el plebiscito del 88. Partamos por el contexto con que comenzó el espacio el viernes pasado. Las cifras entre Apruebo y Rechazo se han estrechado bastante –Mori entregó un empate técnico el mismo día que debutó el espacio, aunque la tendencia general sigue favoreciendo al Rechazo–, los convencionales prácticamente han desaparecido de escena, mientras los actores políticos han ido aumentando de manera inversamente proporcional. Sin duda que la irrupción de los Republicanos y dirigentes de la UDI y RN en escena, claramente, beneficia al Apruebo, considerando que el mundo de los indecisos de seguro tiene una mirada crítica y despectiva de la clase política y es probable que haya votado por la centroizquierda en los procesos electorales previos.

Vamos a la franja televisiva. Sus primeros capítulos dejaron en evidencia el tono que tendrán durante este mes que estarán en vitrina, cuya primera característica es la falta de unidad conceptual en el producto final, lo que afecta a ambos bandos. Es decir, se notan en exceso los múltiples actores, movimientos y grupos que intervienen.

[cita tipo=»destaque»]Pero lo que más llama la atención de la franja del Rechazo es que se oculta totalmente al mundo político que lo sustenta. No existe. No son parte de esta historia, aunque usted los vea todos los días en los medios diciendo… Rechazo.[/cita]

El Apruebo, con una puesta en escena que a ratos evoca la campaña del NO, resulta una pieza informativa –el verdadero objetivo que tiene el espacio– en un formato emocional –muchas familias, especialmente de sector medio-bajo–, con rostros de TV con que la gente tiene una relación cotidiana –a través de las teleseries–, con foco en los derechos sociales –esos que la gente demandó el 18-O–, los derechos de la mujer –notable la actriz Paola Volpato– que el texto constitucional consagra como paridad en todo el Estado. Además, el espacio le baja un tono al tema indígena, dejando en claro que la propuesta plantea un Estado unitario. Relevante la aparición de algunos “políticos”, pero de segundo orden, poco conocidos, como los presidentes de la DC, el PL y el PPD, que rescatan símbolos –Frei Montalva– y que entregan una señal clara del concepto «Aprobar para mejorar». De hecho, Natalia Piergentili, la joven presidenta del PPD, afirma que la Convención “dejó mucho que desear”, pero remata con que el texto final es “mucho mejor para Chile”. Es decir, “no es perfecta, mas se acerca a lo que siempre soñé”, como diría Bachelet –imagen y frase que me imagino usarán más adelante–.

El Rechazo parece más bien una pieza publicitaria de retail –lo de Warnken y los niños amarillos recordó muchos spots de una multitienda–, bien montada pero, por lo mismo, fría en varios momentos. Se nota en exceso la actuación, como en el intento de evocar los 80, que termina siendo una parodia mal lograda, aunque la idea –en modo NO– era buena. Con escasas menciones a los artículos del texto –es muy poco informativa–, mantienen varios de los mitos que no están en la propuesta final. Apostando por un eje conceptual publicitario, rabia/amor, terminan cayendo en la misma contradicción que plantean. Les hacen bullying a los convencionales Stingo y Baradit –eso proyecta rabia– y también relacionan, mañosamente, a la delincuencia con la nueva Constitución.

Pero lo que más llama la atención de la franja del Rechazo es que se oculta totalmente al mundo político que lo sustenta. No existe. No son parte de esta historia, aunque usted los vea todos los días en los medios diciendo… Rechazo. Y, claro, al ser una franja con formato de aviso publicitario, esto sería publicidad engañosa. Porque quienes conducirían el proceso post 4 de septiembre no forman parte de la oferta, aparecerán después. En otras palabras, “vote por gente común y corriente hoy, pero los políticos de siempre serán lo que le dirán qué debe hacer después”.

Veremos si la franja es capaz de influir en el tramo final y cambiar el escenario actual, ayudando a los indecisos a tomar una decisión. Sin embargo, lo que siempre es claro –y se ha demostrado en la historia, desde el plebiscito del 80 en adelante–, es que los chilenos distinguen los intentos de manipulación y son mucho más inteligentes de lo que creen los políticos, los medios tradicionales y los poderes fácticos de este país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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