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Consecuencias del triunfo del Rechazo Opinión

Consecuencias del triunfo del Rechazo

Carlos Cerpa Miranda
Por : Carlos Cerpa Miranda Experto y Master en eLearning, ex Concejal y ex Director Laboral BancoEstado.
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Si consideramos el intento por cambiar la Constitución impulsado por el Gobierno Bachelet 2, a partir de 2014, llevamos 8 años intentando cambiar la Constitución de Pinochet y reemplazarla por una nacida en democracia. Para los menos, ese esfuerzo viene de mucho antes. El proceso de cambio ha resultado más complejo al previsto y corresponderá a la política dar cuenta de ello. A pesar del traspié electoral del 4S es indispensable conseguir una nueva Constitución, que permita por un lado resolver democráticamente las contradicciones que originaron la revuelta social y el país pueda, al fin, hacerles frente a los desafíos del siglo XXI.


Se ha iniciado un nuevo ciclo político, con un contundente triunfo de la opción Rechazo. Se respeta la soberanía popular en las buenas y en las malas y sin un atisbo de duda. Procede además destacar la impecabilidad del acto electoral conducido por el Servel.

Habrá que desentrañar, por otro lado, las causas que condujeron a que casi un 62% de nuestros compatriotas decidiera en contrario a la opción Apruebo, que hemos defendido como el camino más adecuado para salir de la crisis en la que se encuentra el país. No podrá ahondarse lo suficiente en solo dos carillas, pero algo podrá decirse. Por de pronto, que los triunfadores disfruten el dulce sabor de la victoria, pero que no se equivoquen porque en este país convulso que habitamos, la victoria de hoy puede ser derrota electoral segura mañana.

Eso es lo que pareciera indicar el proceso político que quedó abierto tras la revuelta social en el que ni el país ni ninguna fuerza política logran estabilizarse de una elección a otra. Desde la realización del plebiscito de entrada, en 2002, que definió el camino cerrado el pasado domingo, hemos pasado de un 78,28% de apoyo a un cambio de Constitución, y un 80% de apoyo a que el órgano encargado de redactarla fuera compuesto por convencionales íntegramente electos por la ciudadanía, arrojando un resultado desastroso para la derecha; hasta llegar a esta elección que la encumbra como el sector político preponderantemente triunfante, sin siquiera haberse mostrado de cuerpo, sí en alma, en el curso de la campaña electoral.

Desde el punto de vista del resultado, es evidente que la estrategia electoral utilizada por las fuerzas del Rechazo, en especial la derecha, fue exitosa en cuanto a replegar a sus principales figuras públicas, cediéndole su espacio habitualmente muy bien resguardado a independientes y figuras de la llamada centroizquierda por el Rechazo. Junto con reconocer que el diseño estratégico acertó, yendo algo más al fondo del asunto, en algún momento la sociedad chilena tendrá que decidir si acaso las fake news que este sector utilizó generosamente como recurso de campaña, que oculta y blanquea con su triunfo, las acepta como recurso valido para campañas políticas. Las fake news erosionan la democracia y sus instituciones y si no veamos el nivel que este “estilo”, multiplicado en tiempo real por la inteligencia artificial, le está significando, a EEUU, hasta hace poco, la democracia liberal más consolidada del planeta. Las fake news también construyen realidades.

[cita tipo=»destaque»]Por de pronto, es una mala señal el veto al Presidente de la República en cuanto a elegir a sus colaboradores.[/cita]

Con respecto al Apruebo, mucha tinta ha corrido acerca de episodios y torpezas que se cometieron al interior de la Convención. Se ha incluso responsabilizado con nombre y apellido a quienes incurrieron en comportamientos inapropiados. Poco se ha dicho acerca del hecho mismo que la Convención es producto de la más profunda crisis social y política que hayamos vivido desde la recuperación de la democracia y su aparición en escena ocurre como consecuencia de la incapacidad del sistema político Institucional para procesar demandas incubadas en la sociedad desde por lo menos hace quince años. Y no es que falte evidencia para señalar lo anterior. Citando el trabajo del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), publicado por El Mostrador días antes del plebiscito de salida, para llegar al acuerdo por la paz que permitió canalizar la revuelta, tuvieron que ocurrir, en 12 años, 22.605 protestas ciudadanas antes que la clase política reaccionara.

Antes de ese estudio, el PNUD, aportó valiosos antecedentes respecto al creciente desapego de la sociedad chilena de la política y las instituciones sin que apenas haya sido advertido. Por eso, cuando se le exige autocritica a la Convención y los convencionales, que por cierto ayudaría para terminar de conocer los entretelones del proceso vivido, y pasar por tanto a convertirse en aprendizaje socialmente útil, también ayudaría una autocrítica de quienes se negaron durante 30 años a avanzar en las reformas necesarias para el país, que nos han llevado hasta el punto en el que nos encontramos ahora.

¿Hay errores políticos en el contexto de la Convención? Sin ninguna duda. El inicio del proceso de deliberación nunca debió haber partido con temas de nicho; el proceso de deliberación debió haberse iniciado con los temas que le dieron origen al proceso constitucional, que no eran otros que las demandas sociales. Esto habría generado un vínculo afectivo entre la Convención y la comunidad, el que sin duda habría podido contrarrestar una campaña de desprestigio y mentiras que de todos modos habrían ocurrido. El espectáculo alrededor del cambio de autoridades de la Convención también contribuyó a desafectar sectores ciudadanos, lo mismo que la torpeza aquella de no haber invitado a los expresidentes a la ceremonia de entrega de la propuesta constitucional, errores explotados sin piedad por todas las formas y expresiones del Rechazo.

Con todo, la Convención logró avanzar en temáticas que son fundamentales para la convivencia pacífica de la sociedad, que tendrán que ser rescatadas en esta etapa del proceso constituyente. Entre las más importantes: Estado social democrático de derecho en reemplazo del Estado subsidiario, paridad de género, regionalización efectiva mediante distribución del poder hacia las regiones, derecho humano al agua, economía basada en el conocimiento, control de los abusos, cuidado del medio ambiente y atención activa a la emergencia climática, sin olvidar materias de Probidad que han estado a la base del descontento, entre otras.

Si consideramos el intento por cambiar la Constitución impulsado por el Gobierno Bachelet 2, a partir de 2014, llevamos 8 años intentando cambiar la Constitución de Pinochet y reemplazarla por una nacida en democracia. Para los menos, ese esfuerzo viene de mucho antes. El proceso de cambio ha resultado más complejo al previsto y corresponderá a la política dar cuenta de ello. A pesar del traspié electoral del 4S es indispensable conseguir una nueva Constitución, que permita por un lado resolver democráticamente las contradicciones que originaron la revuelta social y el país pueda, al fin, hacerles frente a los desafíos del siglo XXI.

Con respecto a la oposición de derecha, por su comportamiento histórico, “ver para creer” si cumple su promesa de reemplazar la Constitución del 80. Si además asume que el rechazo al texto constitucional propuesto por la Convención incluye oponerse y bloquear en el Congreso los proyectos de ley que el Gobierno tiene que presentar para avanzar en la realización del Programa por el cual fue electo, mediante el camino del veto, habrá contribuido a escenarios de polarización que el país quiere superar avanzando en mejor democracia y más justicia social.

Por de pronto, es una mala señal el veto al Presidente de la República en cuanto a elegir a sus colaboradores.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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