Chile no necesita una policía religiosa, no necesita de fanatismos que obnubilen el trabajo de la investigación o que crean que las limitaciones propias son las de todas y todos. Pueden navegar libremente en su ignorancia, pero, por favor, no hagan de ello un credo nacional.
“El desconocimiento del clítoris es un problema de salud pública”. Axel Kaiser ironiza: “Un gobierno preocupado por los problemas reales de Chile”. Kaiser no escribe la palabra clítoris, es probable que se le trabe el teclado, que se ponga nervioso o que simplemente cancele el término. En ello recuerda a los fanatismos religiosos que en nombre de la moral y de las buenas costumbres practican la mutilación genital femenina, esto es, la escisión del clítoris. La cultura patriarcal en todo su esplendor no se agota en su esfuerzo por controlar y someter a la mujer: la prefiere sufriendo que gozando. Su mirada es estrecha, moldeada probablemente por valores e ideologías que orientan sus decisiones que, en un contexto de poder, se traducen en imposiciones que habrán de padecer aquellas a quienes se aplican.
Pero vamos por parte. De los órganos y tejidos del cuerpo humano, el clítoris es el menos estudiado. En esto el señor Kaiser puede exculparse aduciendo el mal de muchos. Urólogos abundan, clitorólogos solo una, la doctora Rachel Rubin, quien, cuando se le preguntó qué aprendió en la escuela de medicina sobre el clítoris, respondió: “Nada que se me quede en la memoria. Si tuviera alguna mención, sería una nota al margen en el mejor de los casos” (Gross, 2022). Lo que puede ser tenido como broma es una dura realidad.
Los presupuestos y la investigación médica se han concentrado principalmente en los trastornos masculinos, al punto que asume, por ejemplo, que la mujer negra y pobre tiene más capacidad de resistir el dolor. Motivo suficiente para ahorrar sedantes en sus partos. Investigaciones como: El bienestar sexual y el mejoramiento de la calidad de vida después de la corrección quirúrgica del “pene enterrado” (Hughes et al., 2016) puede parecer comprensible y necesario. Pero asegurar el placer sexual para la mujer que padece cáncer al útero es algo impensable para un médico tratante. ¿A qué preocuparse de eso ahora?, interpela a la paciente.
En un estudio clásico a estas alturas, Lee Aerts et.al. (2018) encontraron que, en un grupo de estudio con adherencias del clítoris de 140 mujeres, el 44 %, el 34 % y el 22 % presentaban adherencias del clítoris leves, moderadas y graves, respectivamente. Los factores de riesgo incluyeron dolor sexual, candidiasis, infección del tracto urinario, trauma perineal o genital cerrado, liquen escleroso, testosterona libre calculada baja y otras disfunciones sexuales. El estudio sugiere que las mujeres con disfunción sexual deben someterse a un examen físico del clítoris de forma rutinaria. Se debe considerar la educación, el asesoramiento y/o la derivación para el manejo del dolor sexual. Estudios más recientes (Romanello et al., 2023) insisten en que las áreas de investigación futura incluyan la etiología de la adhesión del clítoris; dicho conocimiento es imperativo para mejorar la prevención y el manejo. Asimismo, se señala allí, la eficacia de los tratamientos sobre la base de agentes tópicos no ha sido suficientemente estudiada.
Coinciden las orientaciones provenientes del mundo científico en sugerir que, dada la importancia de la satisfacción conyugal en la familia y los impactos de la autoestima y el estrés en las relaciones sexuales y satisfacción de parejas, los hacedores de políticas de salud deben proporcionar a las mujeres formas de avanzar en su autoestima (Jamali et al., 2018). Y es lo que la autoridad ministerial hace. Y esto, claro, desagrada al señor Kaiser, para quien no se trata de un problema de salud pública. Por otra parte, para una diputada de la República es “una falta de respeto hacia la mujer” y, desde un partido político de la derecha, arguyen que, nuevamente, se impone una agenda ideológica, “ajena a las necesidades reales de los chilenos”. Y, claro, pienso, no lo es para los chilenos, lo es para las mujeres y, según se desprende de esas reacciones, tales no son los problemas reales de la población. El peso de la opinión, de la fe, del prejuicio, de la pacatería o de lo que sea, puede más que el laborioso quehacer de la ciencia.
Chile no necesita una policía religiosa, no necesita de fanatismos que obnubilen el trabajo de la investigación o que crean que las limitaciones propias son las de todas y todos. Pueden navegar libremente en su ignorancia, pero, por favor, no hagan de ello un credo nacional. Mejor sería que hicieran las paces con el clítoris, que las mujeres lo gozaran a solas o con quien se las merezca, y, de paso, recordar que la lectura no es nociva para la salud y que las bibliotecas no entrañan riesgo para la mente humana.
Referencias:
Aerts L, Rubin RS, Randazzo M, Goldstein SW, Goldstein I. (2018). Retrospective Study of the Prevalence and Risk Factors of Clitoral Adhesions: Women’s Health Providers Should Routinely Examine the Glans Clitoris. Sex Med.:115-122. doi: 10.1016/j.esxm.2018.01.003. Epub 2018 Mar 17. PMID: 29559206; PMCID: PMC5960030.
Gross, R.E. (2022). Medio mundo tiene clítoris, ¿por qué los médicos no lo estudian? New York Times Oct. 17. https://www.nytimes.com/es/2022/10/19/espanol/clitoris-que-es.html
Hughes, Duncan B. MD; Perez, Edgar BA; Garcia, Ryan M. MD; Aragón, Oriana R. PhD; Erdmann, Detlev MD, PhD, MHSc, FACS. (2016). Sexual and Overall Quality of Life Improvements After Surgical Correction of “Buried Penis”. Annals of Plastic Surgery 76(5): 532-535. | DOI: 10.1097/SAP.0000000000000378
Jamali, S., Poornowrooz, N., Mosallanezhad, Z., & Alborzi, M. (2018). Correlation Between Sexual Satisfaction and Self-Esteem and Stress in Women of Reproductive Age. Journal of Clinical & Diagnostic Research, 12(10), 16–19.
Romanello JP, Myers MC, Nico E, Rubin RS. (2023). Clitoral adhesions: a review of the literature. Sex Med Rev. doi: 10.1093/sxmrev/qead004. Epub ahead of print. PMID: 36973166.