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Soberanía para la Seguridad Alimentaria: una estrategia para fortalecer los alimentos saludables Opinión

Soberanía para la Seguridad Alimentaria: una estrategia para fortalecer los alimentos saludables

Ignacia Fernández
Por : Ignacia Fernández Subsecretaria de Agricultura
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Uno de los principales desafíos que enfrentamos como Ministerio es lograr un adecuado equilibrio entre estos distintos tipos de producción, de forma tal de asegurar el acceso a alimentos sanos y nutritivos a un costo accesible para quienes habitan en el país, y permitir al mismo tiempo ingresos suficientes derivados de la producción para la agricultura de pequeña escala. 


Recientemente el Ministerio de Agricultura dio a conocer la Estrategia de Soberanía para la Seguridad Alimentaria, Juntos Alimentamos Chile, resultado de un amplio trabajo participativo que convocó a instituciones del sector público, la academia y el sector privado y que congrega a distintos ministerios y servicios públicos para promover y resguardar el derecho a la alimentación. 

La estrategia ha sido ampliamente valorada por el enfoque innovador que propone para enfrentar un problema tan complejo y apremiante como es el de asegurar a todas las personas el acceso a alimentos suficientes, inocuos y nutritivos. La estrategia vincula en forma positiva la soberanía con la seguridad alimentaria, evitando plantearla como una alternativa y promoviendo el resguardo del derecho a la alimentación. Lejos de una mirada proteccionista, busca fortalecer la producción agrícola y el comercio local, de manera conjunta con el desarrollo del sector agroexportador derivado de la inserción internacional de Chile.

Según cifras de ODEPA, el valor de las exportaciones silvoagropecuarias creció en los últimos 20 años desde US$ 4.000 a casi US$ 18.000 millones en 2019. El sector representa una fuente importante de participación en el PIB nacional (alrededor de 4,7%) y en el empleo, con alrededor de 600 mil puestos de trabajo. No obstante, estas positivas cifras no representan la experiencia de muchos medianos y pequeños agricultores que producen para el mercado interno, enfrentan condiciones climáticas cada vez más adversas, carecen de capital y acceso al crédito suficiente para invertir en tecnologías que les permitan adaptarse a estas nuevas condiciones. Estos productores compiten en el mercado con otros productos que vienen del extranjero, o pasan por muchos canales intermediarios antes de llegar a nuestra mesa. Por eso es que muchas veces, ante la suma de las dificultades que enfrentan, estos productores terminan por abandonar la actividad agrícola. Así, al mismo tiempo que hemos sido testigos del crecimiento de las exportaciones, lamentamos la reducción del suelo agrícola y de la superficie cultivada de varios cultivos anuales. El caso más notorio es el del trigo, que pasó de ocupar casi un millón de hectáreas a inicio de los noventa, a apenas superar las 200 mil hectáreas a comienzos de la presente década. 

Paradojalmente, estos productos representan la base de una alimentación nutritiva. La canasta de alimentos saludables se compone de productos nacionales cultivados a pequeña escala para el mercado interno, como las hortalizas y las papas; de otros como el trigo y las legumbres, que provienen crecientemente de otros países; y de frutas frescas, cuya producción en Chile está principalmente orientada a la exportación. 

Uno de los principales desafíos que enfrentamos como Ministerio es lograr un adecuado equilibrio entre estos distintos tipos de producción, de forma tal de asegurar el acceso a alimentos sanos y nutritivos a un costo accesible para quienes habitan en el país, y permitir al mismo tiempo ingresos suficientes derivados de la producción para la agricultura de pequeña escala. 

Por eso es que una línea de acción clave de nuestra estrategia de soberanía para la seguridad alimentaria se orienta a modificar las adversas condiciones que enfrenta la producción local de hortalizas, papas y otros alimentos de alto valor nutritivo, de manera tal de fortalecer la producción nacional y mejorar las oportunidades de mercado de productores y productoras de pequeña escala. Esperamos, con ello, asegurar más ingresos para quienes viven de cultivar la tierra y, al mismo tiempo, contribuir a mejorar el acceso a estos productos para el conjunto de la población, a un precio más justo, de manera tal de incentivar el consumo de productos frescos y nutritivos.  

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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