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¿Qué nos dejarán los Juegos Panamericanos? Opinión

¿Qué nos dejarán los Juegos Panamericanos?

Daniel Orsi
Por : Daniel Orsi Profesor Diploma Gestión en la Industria del Deporte Ingeniería Industrial, U. de Chile
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El deporte es esencialmente sensible al sistema. Todo lo que sucede en su entorno le va a impactar, sobre todo si existen instrumentos que permitan entrelazar a los distintos actores.


Una asociación privada sin fines de lucro con sede en México llamada ODEPA (Panam Sports) es la propietaria exclusiva de los Juegos Panamericanos. Lema, emblema, himno, derechos e información son solo algunos de los elementos que forman parte de su patrimonio. 

Mediante un contrato suscrito en 2017 se les concedió a Chile, a la ciudad de Santiago y al Comité Olímpico de Chile (COCh) el honor de organizar este megaevento deportivo. Para ello, estos tres actores se comprometieron contractualmente a crear un comité organizador privado llamado “Corporación Santiago 2023”, a cargo de planear, preparar, organizar y, por supuesto, financiar el evento. 

Los Juegos han impactado y cautivado a los chilenos. Los medios de comunicación modificaron prácticamente todas sus programaciones para informar en directo sobre lo que ocurría en las distintas disciplinas. Pero, a medida que las competencias acabaron y el medallero se fue llenando, cabe peguntarnos: ¿qué ocurrirá con nuestro deporte después de Santiago 2023? 

El contrato incluye la exigencia a los organizadores de elaborar un “Plan de Legado” que consolide, en una estrategia a largo plazo, todos los beneficios colectivos –tangibles e intangibles– que resulten de la celebración de los Juegos. Probablemente, nuestro país, Santiago y el COCH puedan cumplir con esta obligación. Sin embargo, el desafío no está en cumplir por cumplir, sino en levantar preguntas que nos lleven a una reflexión mayor: ¿Estamos preparados como país para aprovechar todos estos beneficios y convertirlos en un verdadero hito transformador de nuestra cultura deportiva? 

Tratemos de pensar más allá de las medallas o de la infraestructura. Pensemos en el legado para los lugares más recónditos de nuestra geografía. Un legado que favorezca hábitos y adherencia deportiva masiva en la población. 

El deporte es esencialmente sensible al sistema. Todo lo que sucede en su entorno le va a impactar, sobre todo si existen instrumentos que permitan entrelazar a los distintos actores. Sin embargo, nuestra actual Ley del Deporte no menciona una sola palabra del deporte escolar, a pesar de que nuestro país lidera en esta materia los índices mundiales de tabaquismo, alcoholismo, obesidad y baja adherencia deportiva. Tampoco dice nada sobre el deporte laboral, universitario o en adultos mayores. 

El Ministerio del Deporte está llamado a conversar con los otros ministerios para desarrollar este legado en forma transversal. Si el deporte continúa funcionando de forma aislada, nunca sortearemos el déficit que actualmente existe. Se requiere un entorno que propicie instrumentos normativos que hoy no están articulados. Para eso es necesario que exista un verdadero Sistema Nacional Deportivo que establezca criterios y directrices que ordenen las acciones de fomento deportivo. Un sistema que establezca una hoja de ruta que ordene y entregue un foco. 

Habitualmente nos enfocamos en la táctica, nos enfrascamos en la contingencia, en el día a día, y ciertamente nos falta la estrategia; la visión a largo plazo. Tenemos que sembrar aquellos árboles que probablemente nunca veremos, pero que serán protagonistas del futuro.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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