
Tiempos de colaboración y compromiso social en las universidades
Chile fue uno de los países que más suspendió clases, especialmente en el sistema público, llegando a períodos de 15 a 18 meses de suspensión de actividades presenciales.
En tiempos de crisis e incertidumbre se presentan oportunidades para reflexionar sobre convicciones que, aunque presentes, no siempre se llevan a la acción. Durante la pandemia de 2020 a 2022, desde la Pontificia Universidad Católica de Chile, trabajamos arduamente para poder reaccionar en forma rápida, mediante procesos de virtualización en todos los aspectos de la formación universitaria, incluyendo la docencia regular y las prácticas profesionales.
Tuvimos la oportunidad de intensificar nuestras conexiones internacionales, transformando la forma de reunirnos y colaborar con investigadores de distintas partes del mundo. Pero también tuvimos la oportunidad, desde nuestras posibilidades, de poner en práctica dos principios fundamentales, valores que dan sentido y dirección a nuestro compromiso social como universidad y facultad.
En primer lugar, nos enfocamos en la noción de colaboración, particularmente en la colaboración docente. Nos planteamos preguntas como en qué consiste este tipo de colaboración, qué la diferencia de otras expresiones de solidaridad y trabajo colectivo. Como resultado, logramos sistematizar un modelo específico de colaboración pedagógica, inspirado en la tradición oriental del “lesson study” y optimizado por investigadores de la Universidad de Vanderbilt, el cual adaptamos para su aplicación en el contexto virtual en Chile.
Por otro lado, tuvimos la oportunidad de llevar a la práctica un concepto fundamental relacionado con el compromiso social de nuestros estudiantes. A través del Plan Nacional de Tutorías y del modelo de Aprendizaje Servicio, tradujimos las nociones de compromiso, solidaridad y responsabilidad hacia el país en una actividad sistemática de ayuda, colaboración y conexión con estudiantes escolares que experimentaron pérdidas de aprendizaje debido al cierre prolongado de escuelas a nivel nacional. Chile fue uno de los países que más suspendió clases, especialmente en el sistema público, llegando a períodos de 15 a 18 meses de suspensión de actividades presenciales.
Esta experiencia de innovación en la formación universitaria nos llevó a valorar la colaboración entre profesores y académicos, no solo de una misma institución, sino que de escuelas pertenecientes a un mismo territorio e incluso de diferentes regiones del país. Ahora, estamos soñando y pensando formas de activar experiencias de colaboración a nivel internacional. Una oportunidad interesante será el Seminario Internacional “Políticas públicas para la transformación educativa y justicia social en América Latina”, instancia que abre un puente para que profesores de República Dominicana colaboren con pares de Chile y de otros países de las Américas.
Por otra parte, aprendimos que, en las actitudes, en el conocimiento y en el desempeño de nuestros estudiantes universitarios existe un gran potencial que debe ser compartido y acelerado. Universitarios de diversas carreras, como ciencias, tecnología, salud y ciencias sociales, han estado realizando tutorías a escolares, especialmente en sectores con déficit de oportunidades y apoyo educativo. Estos escolares se han beneficiado al experimentar el vínculo, el valor del conocimiento y el trabajo académico modelado por estudiantes universitarios a través de estas tutorías y los universitarios han aprendido de la experiencia de sus tutorados. Instancias que demuestran de sobremanera cómo la colaboración y el compromiso social no solo fortalecen los sistemas educativos, sino que también enriquecen profundamente la experiencia de formación, marcando un camino valioso hacia un futuro más solidario y cohesionado en nuestras sociedades.
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