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¿Cuál es la esencia de la técnica y el rol central que cumple en el desarrollo de la humanidad? Opinión

¿Cuál es la esencia de la técnica y el rol central que cumple en el desarrollo de la humanidad?

Aníbal Wilson Pizarro
Por : Aníbal Wilson Pizarro Periodista. Ex funcionario Banco de Chile, ex columnista Diario La Epoca.
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La manera típica de vivir del hombre es la manera técnica; no hay vida que pueda considerarse humana en un sentido específico que no posea los primeros rudimentos de la técnica.


Concentrado en la búsqueda de temas bastante diversos, me encuentro con interesantes indagaciones acerca de todo lo que significa y lleva consigo la “habilidad”, esa pericia para utilizar un conjunto de procedimientos y recursos de que se sirve una ciencia o arte. Y a propósito de las ideas expuestas en el pasado Congreso Internacional Tecomtel, y constatando que dicho concepto es algo tan antiguo como la propia técnica, surge la necesidad de analizar brevemente el tratado de los términos técnicos.

Es fascinante descubrir que la técnica consiste básicamente en la construcción, por parte del hombre, de un “entorno artificial” para su vida. El término ‘artificial’ se toma en el sentido de una construcción por parte del hombre socialmente determinado, es decir, de un mundo construido a través de la intervención intencional del hombre. En este sentido, no existe contradicción entre lo natural (la naturaleza) y lo artificial, pues lo que aquí llamamos ‘artificial’ no es más que la prolongación (desarrollo) consciente de lo natural. Por consiguiente, puede afirmarse que, hasta cierto punto, el reino de lo artificial es lo natural para el hombre, pues lo artificial es el signo distintivo del hombre frente a los demás animales (es decir, lo que caracteriza a su propia naturaleza).

La manera típica de vivir del hombre es la manera técnica; no hay vida que pueda considerarse humana en un sentido específico que no posea los primeros rudimentos de la técnica. Además, la técnica no se limita a asegurar al hombre este mínimo para sobrevivir, pues cada necesidad típica de éste lo impulsa a producir otros aspectos artificiales que ensanchan el dominio técnico. Por eso, no es aventurado decir que todas las dimensiones culturales, entendidas en un sentido sociológico, se encuentran condicionadas por la técnica, y que el mundo del hombre, en su conjunto, es una cierta articulación de la técnica (Agazzi, 1998). ‘La técnica, en sí misma, es un fenómeno consustancial a la propia existencia de la especie humana… La técnica es nuestra naturaleza; es la forma humana de estar en el mundo; sin técnica, no hay humanidad propiamente dicha’ (Esparza, 1997).

Pero la técnica hay que entenderla aquí en toda su dimensión, es decir, como un proceso de articulación del hombre con la naturaleza a través del cual éste se realiza en la misma, la comprende y se comprende a sí mismo; lo que implica que es un acto no instintivo ni mecánico sino dialéctico y con conocimiento de la razón de ser de dicha integración. ‘En vistas al significado de esta palabra’, nos dice Heidegger (1994) apoyándose en los griegos, Esparza (1997) plantea, al respecto, lo siguiente: ‘Tanto Arnold Gehlen como Konrad Lorenz han explicado que el ser humano, desde un punto de vista biológico, es un animal desprovisto por completo de instintos acabados, a diferencia de los otros animales superiores. Por eso el hombre se puede adaptar prácticamente a cualquier medio, desde Alaska hasta el Sahara: precisamente porque carece de especialización adaptativa, algo que los demás animales sí poseen. De modo que el hombre es un animal incompleto. Ahora bien: esas carencias fisiológicas son sustituidas por un desarrollo único de su capacidad intelectiva. Y dentro de esa capacidad intelectiva se halla la aptitud de utilizar instrumentos y servirse de ellos para adaptarse al medio. Eso es la técnica. Por lo tanto, y desde este punto de vista antropológico, la técnica no es algo ajeno a la naturaleza, sino todo lo contrario: la técnica es la naturaleza específica del hombre. Por la misma razón, la mera existencia del ser humano sobre la tierra es imposible sin técnica’.
Es esencial prestar atención a dos aspectos fundamentales. En primer lugar, la palabra “téchne,” de origen griego y de la cual deriva la palabra “técnica,” no solo se refiere al hacer y saber hacer del obrero manual, sino también al arte en un sentido elevado, así como a las bellas artes.  La téchne pertenece al traer-ahí-delante, a la póiesis; es algo poiético. Otro aspecto de mayor relevancia al considerar la palabra “téchne” es su conexión con la palabra “episteme,” desde tiempos antiguos hasta la época de Platón. Ambas expresiones son designaciones para el conocimiento en su sentido más amplio. Lo que ellas mencionan es un entender en algo, ser entendido en algo. En este contexto, se vuelve crucial ampliar nuestra comprensión, ya que el futuro está a la vuelta de la esquina y, como destacan prominentes antropólogos conscientes de la crisis global: ‘Ha llegado el momento para que el ser humano acceda al conocimiento’

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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