Según el Reporte del Estado del Medio Ambiente 2023 del Ministerio del Medio Ambiente, 58% de las especies animales, 73% de las especies vegetales y 28% de las especies de hongos están amenazadas en nuestro país.
Nuestras economías y bienestar se sustentan en los servicios ecosistémicos que la naturaleza nos provee, lo cual significa que las empresas que nos proveen de los bienes y servicios que necesitamos dependen de la naturaleza, por lo que reconocer esas dependencias es el primer paso para gestionar los riesgos y oportunidades que crean.
Pero hemos visto a lo largo de los años la acelerada pérdida de capital natural y de funciones ecosistémicas, lo cual afecta la capacidad de que los sistemas ecológicos nos provean de servicios ecosistémicos. A nivel global, según el estudio Planeta Vivo 2022 de WWF, hemos perdido un 69% de la población de especies desde 1970. Chile cuenta con un gran patrimonio, pero tenemos un riesgo latente: según el Reporte del Estado del Medio Ambiente 2023 del Ministerio del Medio Ambiente, 58% de las especies animales, 73% de las especies vegetales y 28% de las especies de hongos están amenazadas en nuestro país.
Las empresas dependen en gran medida de los ecosistemas naturales. La pérdida de naturaleza es un problema tan urgente como el cambio climático y ninguna empresa está inmune al riesgo. Pero ¿cuánto depende nuestra economía de la naturaleza? El estudio de PwC Managing nature risk: From understanding to action, estima que un 55% del PIB global –58 billones de dólares– es alta o moderadamente dependiente de la naturaleza e identifica cinco sectores –agricultura, forestal, pesca y acuicultura, alimentos, bebidas y tabaco y construcción– que representan un 12% del PIB global, donde el 100% de sus operaciones directas y al menos el 50% de sus cadenas de valor dependen en gran medida de la naturaleza.
En el caso de Chile, según los datos de 2022 del Banco Central, los sectores antes mencionados aportan más de un 13% al PIB y están expuestos a peligros naturales como sequías, marejadas, inundaciones, incendios forestales, entre otros, que, como hemos visto con los incendios en la zona centro-sur de nuestro país, pueden afectar directamente la economía y poner en riesgo la salud y seguridad de las personas, flora y fauna locales.
En diciembre de 2022, 196 países aprobaron el Marco Global de Biodiversidad Kunming Montreal en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Biodiversidad (COP15), que dentro de sus metas, establece la divulgación de sus dependencias e impactos con la naturaleza, y también la movilización de capital financiero para actividades de conservación y regeneración. Por otro lado, estándares y marcos de divulgación internacional como GRI y TNFD, así como algunas regulaciones de países como la Unión Europea y su Corporate Sustainability Reporting Directive (CSRD), avanzan en los requerimientos para que las empresas midan e informen sobre sus relaciones con la naturaleza.
A pesar de lo anterior, aún se evidencian desafíos para que las altas direcciones de las empresas internalicen los riesgos que implica la pérdida de nuestro capital natural. Así lo muestra la 27a Annual Global CEO Survey de PwC, donde el 36% de los CEO a nivel global y 50% en Chile reconocen que no tienen previsto invertir en acciones climáticas basadas en la naturaleza, aunque sí declaran avances en materia de adaptación a los efectos del clima.
Reconocer la importancia de nuestro capital natural es un paso importante para su valoración y gestión de riesgos a los que estamos expuestos. Hoy, más que nunca, debemos propiciar un entorno empresarial con modelos de desarrollo positivos para la naturaleza, de manera de controlar los riesgos y mantener la sostenibilidad financiera de los negocios, a la vez que se genera un mayor beneficio para la sociedad.