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¿Por qué y cómo editar historias de cárcel? Opinión

¿Por qué y cómo editar historias de cárcel?

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Paulina Vergara Almarza
Por : Paulina Vergara Almarza directora de Centro cultural Letras Públicas
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Una publicación que plasme las historias de cárcel o de autores en privación de libertad, para que sus historias no desaparezcan en el olvido de la oralidad.


Libros Cautivos busca que las historias de cárcel formen parte de la geografía literaria nacional y en La Furia del Libro 2024 comenzamos este camino. Nuestras actividades para difundir y hacer equipo entre quienes laboramos en las cárceles fueron exitosas: la lectura colectiva del emblemático libro de María Carolina Geel, Cárcel de mujeres, sumada a la presentación de la revista Fábrica de letras, escrita adentro y afuera de las cárceles, fue el marco perfecto para la mesa de trabajo a la que asistieron la mayoría de los actores públicos y privados ligados a la privación de libertad, además de las dos editoriales invitadas. Juntos dimos los primeros pasos para editar estas historias cautivas en formatos grandes o pequeños, pero de manera profesional, para que trasciendan a su lector ideal y puedan llegar a un público más amplio.

Durante el encuentro, reflexionamos sobre el impacto que tienen los libros que plasman estas historias adentro y afuera de las cárceles. Acordamos, basadas en nuestra experiencia, que adentro inspiran, modelan y promueven la lectura y la escritura. Afuera, presentan dimensiones humanas y complejas de quienes viven la privación de libertad en nuestro país.

En este escenario, la contienda por la representación de las personas privadas de libertad es desigual; los medios de comunicación tradicionales definen una y otra vez a quienes quebrantan la ley de manera sesgada, pero llegando a miles de personas en una sola transmisión. Mientras que los pocos libros que abordan o describen este mundo, impactan a un sector minoritario de la población simplemente porque no están bien editados o no cuentan con una estrategia de distribución que asegure la circulación de sus contenidos.

Analizamos dos libros que trascendieron y que sientan precedente, El Río de Alfredo Gómez Morel, publicado en 1962, y Cárcel de mujeres, editado por primera vez en 1956; el primero escrito durante la privación de libertad de su autor y que aborda la vida en los márgenes del Río Mapocho, y el segunda que describe por primera vez la vida de mujeres prisioneras. Ambos libros con reimpresiones y reediciones importantes.

Al retomar la pregunta inicial ¿cómo y por qué editar historias de cárcel?, se alzaron las manos para hacer las primeras propuestas que llegaron en la voz de las editoras. A estas voces se sumaron las instituciones que presentaron, desde su quehacer, ideas y opiniones. Hubo ofrecimientos concretos a los que es necesario dar forma y contar cuando sean una realidad. Lo que sí puedo narrar es la disposición a trabajar en equipo para registrar la vida en la cárcel en este objeto de valoración social llamado libro.

Debo acotar, sin embargo, que aunque lo que se escribe tras las rejas es mayoritariamente sobre lo que sucede adentro, no es lo único. Hay una vida antes y una proyección de futuro afuera de los espacios de reclusión. La autobiografía es casi siempre la forma elegida para narrar, pero también se escribe en tercera persona y sobre hechos que no han ocurrido y que quizá nunca se llevarán a cabo.

Existen autores y lectores inesperados en las cárceles que despiertan con un taller literario y que sorprenden a quienes tenemos el privilegio de leer sus escritos o escuchar sus comentarios. Algo que todos deberíamos vivir en algún momento de nuestra niñez o juventud; darnos cuenta de que tenemos un talento que desarrollar que puede acompañarnos a lo largo de nuestra vida. Porque leer y escribir son habilidades esenciales que nos permiten no solo comunicarnos sino pertenecer y comprender al mundo que nos rodea. Pero ¿qué le podemos ofrecer como país a un escritor o a un voraz lector privado de libertad? Nada concreto todavía, pero mejorar esta respuesta es la razón de ser de Libros Cautivos y del trabajo del Centro Cultural Letras Públicas.

La hora pasó, de pronto ya teníamos que despedirnos. Acordamos que este fue el primer encuentro, un espacio inédito para conocernos y hacer equipo hacia una edición, la primera de muchas. Una publicación que plasme las historias de cárcel o de autores en privación de libertad, para que sus historias no desaparezcan en el olvido de la oralidad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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