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Diálogo: quantum de la democracia y la economía en el siglo XXI Opinión

Diálogo: quantum de la democracia y la economía en el siglo XXI

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Rolando Garrido Quiroz
Por : Rolando Garrido Quiroz Presidente Ejecutivo de Instituto Incides. Innovación Colaborativa & Diálogo Estratégico
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Las escenas de diálogo más relevantes y prometedoras que se están dando en el presente para proyectar futuros sostenibles, se instalan desde ancestrales prácticas de diálogo, como en los pueblos originarios de diversos países y sus sabidurías sobre los ciclos vitales de la naturaleza.


Quantum es la cantidad mínima de energía que un átomo puede perder o ganar en un sistema físico, al pasar de un estado discreto a otro, pudiendo emitirse, propagarse o ser absorbida a través de una longitud de onda, según los estudios de la física cuántica.

Una analogía rara, cuántica o no, es tomar la acción dialógica de las personas que constituyen el sistema físico de la sociedad como la cantidad mínima de energía, para que el sistema social experimente un cambio energético, entendiendo al átomo como a una persona.

De este modo, si la energía existe en paquetes discretos, podemos comprender la interacción entre la energía y la materia hasta el reino subatómico o vislumbrar la capacidad dialógica de la Sudáfrica de Mandela o la India de Gandhi, desde los diálogos internos de Mandela y Gandhi y su propagación, a través de una longitud de onda civilizatoria para la transformación social.

Dicho lo anterior, los cambios energéticos desafiantes en este siglo XXI sobrepasan los atributos funcionales de la democracia representativa y las dinámicas de la economía basada en el PIB y la noción de crecimiento económico. Con la física de Newton ocurrió lo mismo.

Los altos niveles de complejidad e incertidumbre que experimentan los países y el sistema internacional, como sistema físico reactivo, requieren de un cambio del yo, centrado en un sentir subjetivo y egótico, a un nosotros dialógico de la mirada intersubjetiva. La mirada intersubjetiva dialógica permite una mejor perspectiva, ubicuidad y visualidad para abordar la complejidad y la incertidumbre en olas crecientes y simultáneas de crisis y conflictos.

Más allá de los límites obvios de la democracia representativa, existe la democracia inteligente o dotmocracia como facilitación de una democracia posible y accesible desde el ejercicio de nuevas ciudadanías. Lo propio, con la economía simplificada a crecimiento económico, donde se fuerza y rompe reactivamente la noción de desarrollo sostenible. Algo así como superar el machismo por la acción de un gobierno de machos alfa. Asimismo, más allá de la economía del PIB, existe la “próxima economía”. Dotmocracia y próxima economía existen en un universo dialógico transformador a modo de fuentes de energías renovables.

La dotmocracia es una forma de facilitación de la democracia participativa, que utiliza valoraciones para indicar el nivel de acuerdo o apoyo a diferentes opciones o propuestas. Se puede utilizar para diversos fines, como priorizar ideas, evaluar opciones, seleccionar soluciones o generar diálogos. La dotmocracia se aplica a grupos de cualquier tamaño, desde equipos hasta grandes comunidades y es adaptable a diferentes contextos y entornos.

¿Se imagina usted los plebiscitos constitucionales con dotmocracia? Ya tendríamos una nueva Constitución. Por cierto, no escrita desde la subjetividad egótica de quienes la redactaron por un mecanismo propio de la democracia representativa, sino redactada en forma y fondo desde el nosotros intersubjetivo dialógico. Con dotmocracia no se impone una mayoría circunstancial. Otra pregunta: ¿es inconstitucional la dotmocracia? No, es simplemente otra forma de tomar decisiones inteligentes y dialógicas, al igual que la democracia profunda.

¿Nos estamos entendiendo? Al parecer, sí. Se trata de cómo entrarle a la complejidad con inteligencia conversacional, innovación colaborativa e inclusión intergeneracional. Algunos ya lo están practicando en Chile, como la plataforma 3xi, aún en su etapa primitiva de eventos, aunque la i de inspiración es más subjetiva y egótica, porque surge desde el sentir y no desde la mirada, pero ya es bastante como avance civilizatorio para una democracia aburrida, poco sexy y una economía sin colores, estancada hace años por falta de innovación colaborativa, inteligencia conversacional e inclusión intergeneracional.

La dotmocracia es atractiva, transparente, participativa y divertida, ya que permite a todos expresar sus puntos de vista y preferencias de una manera visual. Respeta la diversidad de perspectivas y brinda a las personas la misma oportunidad de ser escuchadas y proporciona datos y comentarios valiosos que pueden ayudar a identificar áreas de consenso y disidencias, fomentando dialógicamente la exploración de escenarios y oportunidades.

Otra expresión de democracia inteligente es la democracia profunda que se basa en la suposición de que hay sabiduría en la voz de los disidentes y en la diversidad de opiniones y que esa sabiduría tiene valor para todo el grupo. Este enfoque democrático ayuda a sacar a la luz y expresar aquello que, de lo contrario, quedaría sin decir y garantiza que las preocupaciones y opiniones de la minoría sean tratadas en forma genuina.

La democracia profunda reconoce que los conocimientos de las minorías influirán en la dirección y en las decisiones que tome la mayoría, ya que revela su utilidad cuando existen elementos ocultos que necesitan descubrirse; cuando la gente está estancada en ciertos roles; cuando hay diversidad de opiniones dentro de un grupo y un asunto debe ser considerado desde diversos puntos de vista o, bien, cuando las diferencias en el poder están afectando la libertad de acción de los individuos.

¿Y cómo hacemos para que el diálogo –el quantum de la democracia inteligente– sea el recurso energético renovable de la economía? Primero, cabe preguntarse cuáles son los diálogos habituales sobre la economía y cómo se desarrollan los diálogos entre empresarios, trabajadores, clientes, proveedores, consumidores y los principales agentes de la economía, incluyendo a los agentes reguladores y, si las regulaciones actuales son inteligentes en medio de una complejidad fascinante, como plantea Jeannette von Wolfersdorff en su último libro.

Algunas de estas interrogantes las está respondiendo “la próxima economía”, que se refiere a unas dinámicas del futuro económico impulsado por el uso inteligente de las tecnologías disponibles y, por mi parte, le agregaría las dinámicas y escenarios “unplugged”, por las guerras o confrontaciones de todo tipo que vendrán por pérdidas de un orden hegemónico.

A esto se suman las dinámicas de la sostenibilidad, donde el óptimo no es el máximo, porque el óptimo es el equilibrio y, en este caso, el equilibrio sostenible, al igual que las innovaciones colaborativas y su campo energético para la aparición de nuevos productos y servicios y, por sobre todo, la inclusión intergeneracional e intercultural, donde se están desarrollando los diálogos más poderosos para una economía fluida y en colores.

Las escenas de diálogo más relevantes y prometedoras que se están dando en el presente para proyectar futuros sostenibles, se instalan desde ancestrales prácticas de diálogo, como en los pueblos originarios de diversos países y sus sabidurías sobre los ciclos vitales de la naturaleza. Una escena más reciente data de 1828. En ese año, Alexander Humboldt invitó a cientos de científicos de toda Alemania y Europa a un congreso en Berlín. A diferencia de reuniones con interminables ponencias, Humboldt elaboró ​​un programa innovador.

En lugar de ponencias, quería que los científicos dialogaran entre sí, mientras comían, paseaban, asistían a conciertos y excursiones. Humboldt animó a los científicos a reunirse en grupos pequeños y de distintas disciplinas. Conectó a los científicos, produciendo una hermandad interdisciplinaria de conocimientos. Humboldt en su discurso inaugural les recordó: “Sin diversidad de opiniones, el descubrimiento de la verdad es imposible”.

En esa escena, alrededor de 500 científicos asistieron a la primera NO Conferencia, donde el diálogo resultó ser el quantum del conocimiento y de los avances científico-tecnológicos.

Un chileno del MIT, Arnoldo Hax (1936 – 2023), autoridad global en estrategia organizacional e innovación tecnológica, más reciente que lo de Humboldt, planteó a la élite empresarial e institucional de Chile, en Icare 2007, que “tenemos que incorporar a nuestras empresas a historiadores, a filósofos, a literatos”. En el video se observa que los asistentes solo sonríen incrédulos. Lo que Hax planteaba era el valor para la economía y los negocios de la diversidad, incluyendo a quienes cultivan cosmovisiones más profundas que el cálculo ingenieril, economista o normativo, porque ese mundo es demasiado estrecho e inconfortable.

Como lo advierte Hax en Icare 2007: “Desde afuera, veo a Chile con mucho cariño, pero también con mucha preocupación (…), los invito a ustedes a que sean fuentes fundamentales de una respuesta solidaria, que genere las condiciones para que Chile siga siendo un país hermoso como siempre lo ha sido”. Año 2025 y Chile continúa lento y pesado, donde el diálogo, al parecer, fue tan solo una moda pasajera del momento constituyente.

Parafraseando a Hax: “Desde Brasilia, veo a Chile con afecto, pero también con preocupación y ya es hora de invitarnos para que seamos fuente energética renovable de diálogo”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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