
Niños con plata
Briones nos decía en principio: “Estamos gastando más de lo que tenemos”, y yo agregaría “y lo que tenemos lo estamos gastando mal” y, aun más, “dejando sin nada que gastar a las próximas administraciones”.
“Yo creo que nos creemos más ricos de lo que somos, y estamos gastando más de lo que tenemos. Esto no es sostenible”. Fue lo que expresó Ignacio Briones en entrevista con Horizontal, refiriéndose al estado de las finanzas públicas. Antaño, José Piñera exhibía, pecho inflado, la gráfica de crecimiento del PIB per cápita entre 1975 y 2015. Este constituyó el famoso relato del “milagro económico”. Lo cierto es que, en términos estrictos, no hubo un milagro económico. El milagro (acepción con referencia bíblica) supone la ocurrencia de algo que no era posible por las fuerzas humanas.
Lo que sucedió en Chile fue la consecuencia lógica de insertar como principios rectores de la sociedad la subsidiariedad, la consagración del derecho de propiedad y la libertad de desempeñar actividades económicas, es decir, consagraciones fundamentales que empoderaron a los particulares, los hizo motor del crecimiento social. No había, por lo tanto, “milagro”, pues todo fue factible según las fuerzas humanas, trabajadoras, empresariales y estatales.
Asimismo, tampoco lo que estaba sucediendo en Chile era algo jamás antes visto, pues con el objeto de sanear la economía alemana luego de la Segunda Guerra Mundial, el ministro de Economía Ludwig Erhard orientó la política económica en torno a la liberalización de los precios (con excepciones), amortiguar los tributos y terminar con restricciones económicas.
En consecuencia, se terminó con el trueque y mercado negro generado por la economía centralmente planificada que había instaurado el gobierno nacionalsocialista. En Chile no hubo milagro económico, sino simplemente se comprobaron las ventajas del liberalismo económico. Sin embargo, las cifras son vestigios de un pasado, la realidad es cruda: Chile está enfrentando un deterioro pronunciado en su actividad fiscal y económica.
El pasado 13 de mayo, el CFA alertó sobré la situación crítica de las arcas fiscales. Las problemáticas se remiten a gastos permanentes que se han financiado no con ingresos permanentes, sino con márgenes; también a gastos superiores a los ingresos; y un crecimiento estructural de la deuda bruta, y con ello, del interés.
En consecuencia, el informe emitido por la entidad también desarrolla propuestas orientadas a que Hacienda enfoque su acción a la austeridad, pues la billetera fiscal se encuentra ahogada en gasto público (invertido en una administración lejos de ser eficaz y oportuna) y deuda, y lo que se requiere es un salvavidas, y no de plomo.
Me gustaría recordar algunas palabras que nos dejó don Eduardo Frei Ruiz-Tagle en el Congreso Nacional de Infraestructura, en el que destacó: “La maldita permisología tiene parado a todo Chile”, criticando con ello la burocracia que dilata el desarrollo de proyectos. Luego agregó: “El Estado de Chile no tiene los recursos suficientes para invertir en infraestructura… hoy más que nunca se necesita de inversión privada”. También el exmandatario dedicó unas palabras a destacar la colaboración público-privada y el rol de las concesiones.
Las palabras de don Eduardo Frei encierran sensación de nostalgia, probablemente recordará cuando en sus años de Presidencia Chile tenía un crecimiento promedio de 5 puntos del PIB (datos del Banco Mundial) y había, por lo tanto, recursos para financiar las agendas de política pública.
Sin duda la cuestión, nuevamente, no es técnico-económica, sino sobre los valores que han influenciado el ámbito discrecional de las administraciones en los últimos años en Chile y que han estrechado cada vez más la billetera fiscal, casi ahogándola con la última administración del Presidente Gabriel Boric, en cuyo mandato el número de funcionarios públicos se incrementó a 929.552.
Considere usted que el icónico estadio Santiago Bernabéu tiene una capacidad aproximada de 80 mil espectadores. En Chile tenemos 11 Bernabéus de funcionarios públicos, de los cuales, según Contraloría, cerca de 25 mil han usado irregularmente licencias médicas con un reposo de casi 18 días, sin ver alterados sus ingresos.
Briones nos decía en principio: “Estamos gastando más de lo que tenemos”, y yo agregaría “y lo que tenemos lo estamos gastando mal” y, aun más, “dejando sin nada que gastar a las próximas administraciones”. Chile se ha deteriorado, la economía está en un punto crítico que exige seriedad y políticas económicas eficientes, y ello implica “terminar con la permisología” y agilizar la inversión privada (como nos indicaba Frei).
Pero la cura no se reduce a eso, se requiere paralelamente un relato valórico inspirado, nuevamente, en los pilares de subsidiariedad, colaboración pública y privada, libertades económicas y certidumbres jurídicas, de manera que el crecimiento económico no vuelva a diluir (nuevamente) en nuestras consciencias los principales causantes de nuestro bienestar, de manera que nos comportemos como cuando un niño recibe un billete e, impulsado por su ansiedad, lo gasta impulsivamente, a veces de manera innecesaria, y desprovisto de su fortuna acaba frustrado.
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