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Drogas sintéticas, niñez y el nuevo rostro del narcomercado Opinión

Drogas sintéticas, niñez y el nuevo rostro del narcomercado

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Marcelo Sánchez
Por : Marcelo Sánchez Gerente General Fundación San Carlos de Maipo.
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Las cifras preocupan y no son ajenas a nuestra realidad, en el mundo solo una de cada doce personas con trastornos por consumo recibió tratamiento.


El reciente Informe Mundial sobre las Drogas 2025 de la UNODC (Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito) expone categóricamente un fenómeno tan silencioso como destructivo: la expansión del mercado de drogas sintéticas y su penetración –privilegiada– en los grupos de mayor vulnerabilidad, como niños y adolescentes, mediante el uso intensivo de plataformas tecnológicas. Ya no es una amenaza futura ni externa, es una realidad presente, que se intensifica en la sombra de nuestra falta de conexión generacional, además de la debilidad o carencia de políticas y ofertas preventivas eficaces y con evidencia.

Estimulantes como la metanfetamina y el captagón ya representan casi la mitad de las incautaciones globales de drogas sintéticas. Son drogas baratas y accesibles, fáciles de producir, por ello se han convertido en la opción predilecta de organizaciones criminales que operan como empresas multinacionales y abren rutas cada vez menos periféricas (en mercados donde aún domina el cannabis), ocultando sus productos en formas “atractivas” para el mercado juvenil, distribuyendo a través de redes sociales, plataformas de mensajes y de videojuegos. 

Un solo clic y se puede coordinar la entrega de una pastilla de éxtasis o ser invitado a fiestas clandestinas, donde abundan diferentes estupefacientes. La hiperconectividad, junto a una baja percepción de riesgo y al deterioro del espacio familiar y comunitario, catalizan las posibilidades de iniciarse y consolidarse en este tipo de consumos. Drogas de bajo costo, a la mano de cualquier niño y altamente adictivas garantizan un mercado futuro cada vez más significativo, sin un contrapeso efectivo del Estado. 

En países en que la marihuana recreativa ha sido legalizada se crean productos dirigidos intencionalmente a los niños con elementos diseñados que parecen inofensivos –golosinas, vapeadores, caramelos “vitamínicos”–, disfrazando su potencial letal. Bajo este escenario la industria ilícita ha entendido que fidelizar consumidores desde la adolescencia garantiza rentabilidad a largo plazo. 

Las cifras preocupan y no son ajenas a nuestra realidad, en el mundo solo una de cada doce personas con trastornos por consumo recibió tratamiento. Por eso, vemos con preocupación que en Chile persisten listas de espera de miles de niños en materia de salud mental y en el Servicio de Protección, lo que ya es un problema estructural que nos deja claro que, frente al nuevo rostro del narcomercado, seguiremos llegando tarde. 

Es urgente proteger a nuestra niñez, lleguemos antes, con una oferta preventiva con evidencia que fortalezca los espacios en que ellos interactúan, la familia, la escuela y la comunidad. Solo así podremos enfrentar esta grave amenaza y garantizar su desarrollo positivo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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