
¿Todos los empresarios son de derecha en Chile?
Por supuesto que los empresarios del país tienen el legítimo derecho a votar y entregarle recursos a quien se les dé la gana, sin embargo, me parece totalmente inadecuado emitir una declaración política, actuando como una especie de partido-gremio y comprometiendo por completo su independencia.
La pregunta es solo una provocación, por supuesto. En otros países, especialmente en Europa, esto sería un insulto, porque la heterogeneidad se da en todos los ámbitos de la sociedad: la prensa, los negocios, las universidades. Pero pese a que todo pareciera indicar que en Chile el empresariado tiende a ser de derecha, no creo que exista una sola posición política entre ellos. La diversidad de pensamiento es transversal, no existe una sola ideología que represente a todo un sector o gremio.
Sin embargo, si uno observa las declaraciones de algunos empresarios influyentes del país, pareciera que un grupo de ellos busca tener influencia directa en los partidos de ese sector político. Basta ver las declaraciones realizadas la semana pasada –en todos los medios tradicionales– por el expresidente de la CPC Juan Sutil, advirtiendo que Jeannette Jara podría iniciar “expropiaciones” –cosa que la candidata desmintió en un foro en que Sutil estaba en primera fila–, comparándola además con Chávez y Maduro y usando nuevamente ese odioso “marxismo leninismo” de José Toribio Merino. El dato no es menor en época de elecciones.
En la carta firmada por un grupo de 167 personas, encabezadas por importantes empresarios, hicieron una especie de ultimátum a los candidatos de la derecha –aunque excluyeron a Parisi– para que alcanzaran un acuerdo que permitiera ganar la Presidencia y obtener mayoría parlamentaria. Paradójicamente, el más radical de los tres postulantes, Johannes Kaiser, fue el único que reaccionó con molestia ante el emplazamiento político-empresarial: “No soy empleado de esas personas”, afirmó categórico.
Sin ningún tipo de rodeo ni eufemismos, los directores y/o socios de empresas como Ultramar, AquaChile, Consalud, Falabella, Entel, Laboratorio Andrómaco, CCU-Control, entre otras, hicieron un llamado a Matthei, Kast y Kaiser, como si estuvieran expresando el voto político dentro del consejo de un partido del sector. Utilizando un lenguaje en primera persona –“tenemos la oportunidad histórica de ganar la Presidencia y el Congreso”–, personajes como Carlos Cardoen, Dan von Appen Burose o Juan Carlos Délano advirtieron que, “si lo hacemos desunidos”, la Presidencia va a quedar “a cargo de una militante del Partido Comunista y un Congreso afín a sus ideas”. Criticando dura y directamente al Gobierno de Gabriel Boric, hicieron un largo listado de demandas, que –según ellos– se verían frustradas en caso de que Jeannette Jara llegue a La Moneda.
Con opiniones y juicios políticos como sacados del relato de un candidato en campaña, sin ninguna ponderación o intento de disimular la falta de separación de roles y poderes –el político y el empresarial–, carentes de todo intento de hacer un llamado a distintos sectores políticos o a la unidad del país, la carta dejó de manifiesto una amenaza velada donde más duele en una campaña política: el acceso a los recursos. No es un misterio que los partidos de derecha han capturado gran parte de los aportes empresariales desde 1989 a la fecha, incluyendo la etapa oscura de los “raspados de olla” con los casos SQM y Penta.
Por supuesto que los empresarios del país tienen el legítimo derecho a votar y entregarle recursos a quien se les dé la gana, sin embargo, me parece totalmente inadecuado emitir una declaración política, actuando como una especie de partido-gremio y comprometiendo por completo su independencia ante cualquier escenario en que se resuelvan las elecciones de noviembre.
Es más, la carta dejó en evidencia los posibles conflictos de intereses que podrían tener Kast, Matthei o Kaiser, en caso de que algunos de los representantes de las empresas que los emplazan hoy necesitaran del apoyo o ayuda del Ejecutivo para resolver un problema, si alguno de los tres llegara a ocupar el sillón presidencial. Además, un pronunciamiento político tan explícito constituye una advertencia bastante amenazante para Jara, en caso de ser ella la ganadora de las elecciones.
Tal vez, este grupo de empresarios se pasó algunos pueblos inspirado en la forma en que Trump está gobernando y haciendo negocios sin ningún pudor, como cuando convirtió los jardines de la Casa Blanca en una automotora para vender los Tesla de Musk.
Y por supuesto que no todos los grandes y medianos empresarios firmaron la declaración. Unos porque no la comparten, otros por prudencia o sentido común, algunos porque simplemente son capaces de separar los negocios de la política y apostar por hacer su contribución al país, a su desarrollo, independientemente de quien esté en el poder. Mal que mal, son las reglas del juego, las reglas de la democracia.
No me cabe duda de que muchos otros fueron invitados a suscribir la misiva, pero se abstuvieron porque saben que el arte de ser empresario obliga a mantener una actitud cuidadosa y contribuir al ambiente de unidad y paz social que requieren las empresas para crecer y desarrollarse. Me encantaría nombrar a algunos empresarios que conozco, con los que he conversado en estos días, que se autodeclaran de derecha y que bajo ningún motivo cruzarían esta gruesa línea entre la política partidaria contingente –como lo fue la carta de los 167– y los negocios.
Creo que los gremios empresariales sí han estado a la altura en esta etapa y demostrado que ese es el rol que este actor clave de la sociedad debe cumplir: promover el diálogo, el entendimiento, buscar consensos y presentar sus ideas de manera ecuánime con quienes pretenden gobernar el país. Tanto la Sociedad Nacional de Agricultura, los salmoneros y otros gremios, han invitado en estos días a los candidatos a exponer sus programas.
Por supuesto que muchos de los integrantes de esas asociaciones son de derecha, pero tienen claro que tendrán que seguir administrando sus negocios, trabajando y tratando de que este país mire hacia adelante, gane quien gane las elecciones. Igual que usted y yo.
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