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En respuesta a opinión «Fragatas en el horizonte y los intangibles de la paz»

Por: Juan Pablo Toro V


Señor Director:

Bajo el título “Fragatas en el horizonte y los intangibles de la paz”, el señor Eduardo Santos publicó una extensa página de opinión sobre una serie de temas relativos a la defensa nacional. Nos alegramos que la Defensa esté en el debate pues es un sector que requiere de un mucho mayor participación de la sociedad civil, sin embargo, debemos ser críticos del artículo ya que estimamos que no apunta en la dirección correcta, contiene afirmaciones que requieren demostración y confunde a la opinión pública.

El problema más serio con el debate sobre defensa en nuestro país es que éste es visto en forma parcial y normalmente se centra en los números. Existe una verdadera obsesión por el “cuánto”. Cuántos aviones, cuántas brigadas, cuántas fragatas, cuánta gente… Algo que se explica por un contexto de recursos limitados y crecientes demandas sociales, olvidando eso sí que la defensa es un bien público absoluto e indivisible. Por eso, la pregunta es otra: “¿Cuál es el rol que queremos jugar en el mundo como proveedores de estabilidad y seguridad?”

A partir de la respuesta a esa pregunta tenemos que diseñar nuestra política exterior y nuestra política de defensa, de forma sinérgica. Chile cambió. Décadas de expansión económica exitosa han creado nuevos intereses que antes no existían en regiones distantes y que requieren ser protegidos por fuerzas militares capaces de proyectarse en la distancia. En un país que realiza el 95% de su comercio internacional por vía marítima, la libertad de los mares y la capacidad de interactuar en coaliciones son tan clave, como la ciberseguridad de nuestras redes, nuestra seguridad energética y la seguridad de nuestras fronteras.

El Sr. Santos nos plantea que hay que mejorar la calidad del gasto militar y no podemos estar más de acuerdo. Sin embargo, cuando fundamenta en el por qué, discrepamos. Creemos que el problema son las definiciones políticas que constituyen la esencia de la subordinación de las FFAA al poder político. El fuerte del debate tiene que estar ahí. Definamos con claridad qué tareas, misiones y estructura les vamos a dar a nuestras FFAA, dónde, cuándo, por cuánto tiempo y lo más importante, con qué efecto o para qué.

La metodología del cómputo de potenciales que aplicó el Sr Santos es útil para el comandante que va a emplear la fuerza, pero ya no es utilizada como una herramienta metodológica para construir el tipo de defensa necesaria. Hoy los países más desarrollados ocupan el “net assessment”, que mide aspectos cualitativos y cuantitativos de las fuerzas en un amplio espectro y en un contexto de seguridad global.
Aplicar esa metodología del cómputo de potenciales para determinar una estructura de fuerzas navales, como la que propone el autor, es un profundo error. Las cifras de medios y personal que nos propone aparecen salidas de la nada y sin ningún respaldo en absoluto.

Definamos primero nuestro rol en el mundo y en un Pacífico que está perdiendo estabilidad, altamente expuesto al cambio climático y donde existen crecientes responsabilidades. A partir de esa ambición compartamos un análisis de nuestra oportunidades, desafíos, fortalezas, debilidades, vulnerabilidades y amenazas. Analicemos en conjunto la política exterior y la política de defensa para que produzcan la sinergia que beneficie nuestros intereses y digámosle a nuestras FFAA qué esperamos de ellas. Sólo después de ese proceso podremos enfrentar un debate con números. Cuando se diga que no a una cifra de cualquier índole, detrás tiene que estar la responsabilidad política
de quien manda y asumir sus responsabilidades de mando político.

Creo que el Sr. Santos concordará con nosotros que su pregunta de cierre sobre “con quién construiremos las fragatas” es solo una parte del verdadero desafío de la defensa nacional.

Juan Pablo Toro V.

Director Ejecutivo

AthenaLab

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