Señor Director:
Como miembros de la Mesa por una Educación Intercultural (MEI), queremos expresar nuestro rechazo y consternación por los hechos sucedidos durante el fin de semana de comienzos de agosto en el Wallmapu, y que constituyen una expresión de violencia racista contra miembros del pueblo y nación mapuche que demandaban, mediante una medida de protesta legítima frente a la inacción gubernamental, el respeto de derechos vulnerados por el Estado de Chile. Se trata, además, de derechos a cuyo reconocimiento y garantía el Estado se ha comprometido, a través de la suscripción de tratados internacionales. Queremos exponer también, de modo enfático, nuestro llamado a generar las condiciones que conduzcan a una resolución de la situación de injusticia y desigualdad a que se ha sometido históricamente a nuestras/os hermanas/os mapuche.
Quienes formamos parte de la MEI nos hemos aproximado a las problemáticas que nos ocupan –los desafíos que la multiculturalidad implica en el espacio escolar- desde el enfoque de la interculturalidad crítica, el que, dicho de manera sintética, sostiene que en nuestra América Latina no es posible desentendernos, al hablar del encuentro de culturas diferentes, de la matriz colonial que ha dejado profundas huellas en nuestras sociedades, que se siguen expresando en una jerarquización –y consecuente discriminación- construida en torno al color de nuestra piel. Los hechos a los que nos referimos son una prueba palpable y dolorosa de que esta ideología racista sigue vigente y vigorosa, y que atraviesa las relaciones personales, grupales e institucionales, expresándose incluso, como en este caso, en racismo de Estado.
Como MEI creemos que se hace urgente abordar las temáticas de racismo y de odio hacia las diferencias de forma taxativa, tanto en los espacios de convivencia de las comunidades escolares como en el tratamiento desde el currículo nacional, no solamente dentro de una asignatura en particular, sino como un espacio de aprendizajes individuales y colectivos. Pensamos que el abordaje de los racismos desde la educación significa la posibilidad de subsanar nuestra relación con la violencia, la discriminación y la aporofobia para, de este modo, pensar, soñar y construir una sociedad comprometida con la justicia social y el respeto por los de derechos humanos.
Durante los últimos años hemos observado con preocupación la escalada de actitudes y acciones racistas respecto de población migrante afrodescendiente, que ha culminado en hechos dramáticos como la muerte de la ciudadana haitiana Joane Florvil. Sin embargo, estos hechos sólo han venido a hacer más evidente, ante la aparente novedad de esta alteridad, un racismo histórico y sistemático hacia la población indígena en general, y mapuche en particular, que parecía invisibilizado por su naturalización. El asesinato de Camilo Catrillanca, en noviembre de 2018, es quizás un punto de inflexión respecto de esa invisibilidad, porque ocurrió en un escenario social reverberante, cuyo remezón se materializó en octubre de 2019. Un escenario que, aunque las autoridades de gobierno parecen aún no querer comprenderlo, nos confronta con la certeza del hastío de una espera que no puede prolongarse. Es el tiempo ya de responder a un reclamo de siglos. No podemos permanecer impávidas/os, mientras Arauco siga llorando su pena.
Ricardo Bravo Lepe
Coordinador
Mesa por una Educación Intercultural