Señor Director:
Desde tiempos históricos, la mujer ha sido invisibilizada en su capacidad de sentir placer y hablar del tema, siendo considerado incluso como un tabú. La creencia que se tenía de la mujer es que, además de tener ciertas condicionantes en el rol que cumplía como tal, la función del útero era meramente un reservorio para la reproducción. En consecuencia, aquellas que, sin útero, no tienen su menstruación o por alguna razón son infértiles, debido a las creencias transgeneracionales y la lógica patriarcal es que la sociedad, sus parejas o el entorno las hacen sentir que ya no son útiles o que no están cumpliendo su rol como corresponde, el cual está asociado a la maternidad, por lo que la menopausia e infertilidad deja a estas mujeres fuera del sistema.
En griego, “menos” significa monstruo, y en su conjunto, la palabra “menopausia” puede entenderse como la pausa del monstruo, es decir, una forma de modificar el pensamiento del fin de la sexualidad después de los 50 años. Por lo mismo, es que en los últimos años se ha promovido cambiar este concepto a “plenipausia”, una pausa plena de sabiduría, permitiendo de esta forma impulsar a la mujer a seguir viviendo en libertad de forma plena y reconectándose con su cuerpo, y sobre todo, con las sensaciones corporales para así recorrer de manera consciente el camino transitado en sus distintas etapas.
Es por lo anterior, que la invitación es a conversar no solo desde su metabolismos y sus cambios asociados a la edad -u otros factores de riesgo- durante los controles de salud, sino que también de que soliciten herramientas a su matrón/a , para vivir cada etapa conectadas con sus ciclos vitales de la mejor manera posible, para que en cada momento sean saludables y dichosas, dejando de lado los mitos de que ciertas situaciones son normales por la edad o que es un pecado seguir teniendo libido después de la última menstruación, y sobre todo, aceptando su sexualidad.
Julieta Aránguiz Ramírez
Matrona
Escuela de Obstetricia y Neonatología
Universidad Diego Portales