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JAK y Acción Republicana: ¿una nueva ’fuerza de choque’ para un potencial Frente de Centro y Derecha? Opinión

JAK y Acción Republicana: ¿una nueva ’fuerza de choque’ para un potencial Frente de Centro y Derecha?

Andrés Cabrera
Por : Andrés Cabrera Doctorando en Sociología, Goldsmiths, University of London. Editor Otra Frecuencia Podcast.
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El llamado de JAK a pensar un ‘Frente de Centro y Derecha’, da expresa cuenta de que, para contrarrestar el avance de los movimientos sociales y las izquierdas, y restablecer la hegemonía del mercado y el conservadurismo confesional, se requiere de un marco de alianzas más amplio, un Frente de Centro Derecha en el que claramente Acción Republicana puede perfectamente ser concebido como una especie de ‘organismo de choque’, tal como se perfila hoy en día. Es un hecho que en el mediano plazo JAK irá por las primarias presidenciales del sector y, quien sabe, por la presidencia como exclusivo representante del partido del orden replegado sobre el vector de la derecha política.


Como bien advertía el marxista húngaro György Lukács, las disputas “teóricas” -por más divergentes que sean las posiciones de los adversarios- no se traducen en una aniquilación existencial de los oponentes.

A no ser, por supuesto, que se salte del confortable “mundo de las ideas” al terreno del ejercicio del poder; desnudo y brutal, tal como sucedió con el histórico caso de Giordano Bruno, quien por radicalizar una ‘teoría cosmológica’ que contradecía la doctrina eclesiástica, fue perseguido y ejecutado por la mismísima Santa Inquisición, hace ya varios siglos.

Ya que hemos llegado al tema de las reacciones conservadoras que cada cierto tiempo se generan al interior de sociedades que atraviesan momentos de crisis, y valiéndonos de la ‘coexistencia pacífica’ que pueden suponer las posiciones adversariales más enconadas en el plano de la teoría (incluso podría extremarse al propio von Clausewitz, invirtiendo su axioma para establecer que la “(teoría)política es la continuación de la guerra por otros medios”), me permito discutir en esta oportunidad el análisis político del principal representante de la extrema derecha chilena en la actualidad, José Antonio Kast, expresado a través de un columna publicada recientemente en este mismo medio, denominada: “Ni demócratas ni cristianos”.

La importancia de dicha columna radica en que aquella representa el “debut en sociedad” del proyecto estratégico que ha impulsado JAK, quien después de rozar el 8% en las pasadas elecciones presidenciales y efectuar una “exitosa” gira por diversas Universidades del país en el inicio del calendario académico -siendo ‘funado’ incluso en su alma mater; la PUC, que es también la cuna del gremialismo- lanzó la semana pasado su movimiento político, Acción Republicana.

[cita tipo=»destaque»]Dentro de su análisis sobre la actual crisis de la DC, evidencia dos hitos. El primero; cómo no, refiere al hecho de que la DC haya pactado -primero por omisión, luego programáticamente- con el Partido Comunista. El segundo, tiene que ver con la “pérdida de los valores cristianos” por parte del partido de la flecha. Ambos hitos, por supuesto, irían en contra de la tradición e historia del partido, el cual, se habría vuelto un partido corrupto en el que predomina simplemente la “vocación de poder y la expectativa por la repartición de cargos”.[/cita]

Detrás de su crítica a la Democracia Cristiana y su actual diagnóstico sobre la crisis que atraviesa el partido falangista -expresada en tanto síntoma en la renuncia de la histórica militante Soledad Alvear- pervive explícitamente la lectura política del período para JAK y su movimiento; dando a entender a su vez el marco de alianzas políticas para el mediano plazo.

Dentro de su análisis sobre la actual crisis de la DC, evidencia dos hitos. El primero; cómo no, refiere al hecho de que la DC haya pactado -primero por omisión, luego programáticamente- con el Partido Comunista. El segundo, tiene que ver con la “pérdida de los valores cristianos” por parte del partido de la flecha. Ambos hitos, por supuesto, irían en contra de la tradición e historia del partido, el cual, se habría vuelto un partido corrupto en el que predomina simplemente la “vocación de poder y la expectativa por la repartición de cargos”.

Evidentemente, estamos ante una lectura bastante simplificada, esquemática y escasamente rigurosa de la actual crisis que atraviesa la Democracia Cristiana. Sin desconocer el hecho de que su diagnóstico crítico se encuentran presentes algunas síntomas efectivos y consustanciales al agotamiento histórico de los partidos políticos (véase a modo de ejemplo el representativo análisis de Antonio Gramsci en su célebre apunte e indispensable apunte: “Observaciones sobre algunos aspectos de la estructura de partidos en períodos de crisis orgánica”; observación, por cierto, también extensible a partidos como la UDI), hay ciertas conclusiones acerca de la DC y el rol que la falange jugó al interior de la Nueva Mayoría que contradicen abiertamente la ponderación de fuerzas que en ella imperó. Como había leído tempranamente Alberto Mayol, la inercia de la Concertación terminó imponiéndose a su primogénito, la Nueva Mayoría. En otras palabras, los sectores restauradores -comandados precisamente por la DC y la vieja guardia concertacionista- fueron los que impusieron sus términos en cada una de las tramitaciones reformistas. Basta recordar el reciente destino de la tercera reforma estructural de una “nueva Constitución”; proyecto enviado “por cumplir” durante los últimos días de administración bacheletista, para ejemplificar adecuadamente el punto. No es menor que nuevas pruebas de la “derrota estratégica” de los sectores reformistas al interior de la Nueva Mayoría surjan con el advenimiento del gobierno de Sebastián Piñera.

Más allá de esto, la cuestión medular en el análisis de la columna de José Antonio Kast, no es relevar las serias inconsistencias y simplificaciones analíticas con las que intenta explicarnos la actual crisis que atraviesa la DC. Este ejercicio es más bien un deporte de orden secundario comparado con la cuestión más relevante de todas: ¿hacia dónde se dirige el ala reaccionaria más organizada dentro del actual contexto restaurador?

Es un hecho que José Antonio Kast ha sido el jugador más astuto dentro de la serie de candidaturas presidenciales de la derecha, superando con creces los desenvolvimientos políticos de su sobrino, Felipe Kast y del ex RN, Manuel José Ossandón; a quien por cierto, JAK entra a disputarle en la arena de los “valores cristianos” que ambos profesan.

Tampoco es menor el antecedente de que tras haber obtenido el cuarto lugar, José Antonio Kast no dudó de otorgarle el mismísimo 19 de noviembre el respaldo inmediato a su anterior contrincante del sector, Sebastián Piñera, dando cuenta de su plena conciencia de apoyar al representante de la derecha en el balotaje, sin concesiones y exigencias de ningún tipo, y siendo ya ungido como un actor político con un destacable caudal electoral y capacidad de maniobra.

Por ahora, JAK reafirma la misma disposición táctica desde una proyección más estratégica, capaz de albergar incluso a los sectores concertacionistas y conservadores escindidos de la Democracia Cristiana y, por ende, de la centro-izquierda transicional. Anótese el punto: nada muy distinto al arco político que ha intentado explotar hacia el centro el propio presidente Sebastián Piñera mediante sus adulaciones a la obra concertacionista y a la figura de Patricio Aylwin. Si Piñera le extendió la mano a Mariana Aylwin, ¿por qué José Antonio Kast no puede dársela a Soledad Alvear?

El llamado de JAK a pensar un ‘Frente de Centro y Derecha’, da expresa cuenta de que, para contrarrestar el avance de los movimientos sociales y las izquierdas, y restablecer la hegemonía del mercado y el conservadurismo confesional; se requiere de un marco de alianzas más amplio; un Frente de Centro Derecha en el que claramente Acción Republicana puede perfectamente ser concebido como una especie de ‘organismo de choque’, tal como se perfila hoy en día. Es un hecho que en el mediano plazo JAK irá por las primarias presidenciales del sector y, quien sabe, por la presidencia como exclusivo representante del partido del orden replegado sobre el vector de la derecha política.

“En los próximos años, Chile tendrá que elegir entre dos caminos: aquellos que creemos en la democracia y en la dignidad esencial de la persona humana; y aquellos que buscan imponer una ideología totalitarista, que se funda en el Estado y que busca reemplazar la libertad y voluntad de las personas”.

Estos, son los vaticinios con los que finaliza la columna de JAK. No haremos el ejercicio crítico de desmontar la serie de inconsistencias analíticas de un discurso vacío acerca de la “dignidad” “libertad” y “voluntad de las personas”, cuando son las propias palabras y acciones de JAK las que han atentado contra la realización histórica de dichos conceptos. Simplemente, finalizaremos esta columna con una constatación, hoy por todos evidente: la polarización, llegó. Y llegó para quedarse.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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