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Por qué firmar más TLC no nos llevará al desarrollo Opinión

Por qué firmar más TLC no nos llevará al desarrollo

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Para ser un país desarrollado social, ambiental y económicamente, como todos queremos ser, podríamos suponer que es necesario que seamos uno en el cual desaparezca la desigualdad. Y pareciera ser que con la firma de los TLC la desigualdad ha aumentado, porque siguen ganando los mismos de siempre. Visto así, parece ser que con la firma de los TLC el desarrollo social, económico y ambiental se nos escapa de las manos, así como también se nos escapa la esperanza de ser una nación igualitaria.


En pleno debate sobre la firma de Tratados de Libre Comercio (TLC) y su importancia para el desarrollo económico de Chile, es común encontrar una crítica que realizan quienes protegen el modelo económico actual: “Si no estás a favor del libre comercio, estás impidiendo que Chile llegue al desarrollo”. Esta frase, que se escucha y se justifica con informes sobre aumento general del PIB y el incremento de nuestras exportaciones e importaciones, esconde dos hipótesis o ideas que deben ser cuestionadas: 1) que cuando Chile crece, de la mano de la firma de los TLC, ganamos todos y todas; y 2) que el libre comercio nos llevará al desarrollo.

Comencemos por la primera. Hace 15 años Chile firmó un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos que tuvo impactos gigantescos en el alza de los precios de los medicamentos que se venden en nuestro país, con el impacto consecuente de afectar un derecho básico de acceso a la salud. A cambio de esta transformación que benefició a grandes empresas farmacéuticas que querían patentar por más tiempo sus descubrimientos, Estados Unidos rebajó los impuestos para algunos productos que Chile exportaba a esa nación.

Con posterioridad a la firma de este acuerdo, Chile suscribió otros tantos TLC con diversos países del mundo, con los cuales quedan abiertas algunas preguntas similares a las que se pueden encontrar en el TLC con EE.UU: ¿quiénes fueron los beneficiados por este acuerdo?, ¿todos los chilenos y chilenas?, ¿las grandes empresas que pudieron exportar a EE.UU. u otros países?, ¿los chilenos y chilenas que tuvieron que pagar 4 o 5 veces el precio de los medicamentos biológicos?, ¿las grandes empresas que pudieron vender a precios más caros, por 5 años, sus medicamentos?

[cita tipo»destaque»]Miremos ahora la segunda crítica (“que el libre comercio nos llevará al desarrollo”) e intentemos vincularla a la guerra comercial que se ha desatado entre China y EE.UU. ¿Qué hay detrás de esta “guerra” que nos pueda ayudar a comprender si el libre comercio nos llevará al desarrollo? Esta guerra, reducida a su máxima expresión, es una por la dominación político-comercial mundial. Estados Unidos ve en China a un país que dará el salto a ser una potencia tecnológica, productiva, y le preocupa que su política comercial le esté ayudando a dar ese salto.[/cita]

Lamentablemente las respuestas a estas preguntas no existen. La razón es que existe un vacío gigantesco en la academia y en los análisis que realiza el Estado por medio de la Cancillería sobre los impactos de los Tratados de Libre Comercio.

Ejemplo de ello es que, al revisar los informes que realiza la Cancillería, no es posible encontrar una reflexión sobre los elementos perjudiciales que traen aparejados estos acuerdos: la pérdida de empleos, los derechos sociales que son perjudicados, los montos que pierde el Estado por las empresas que no pagan impuestos por no estar localizadas en Chile, los ingresos que deja de percibir el Estado por la rebaja de aranceles, el aumento de los precios de medicamentos, la pérdida de libertades en internet, los sectores productivos que son afectados, el tamaño de las compañías beneficiadas o la afectación a la soberanía y participación social que implican estos acuerdos.

Visto así, la hipótesis que sostiene que “con los TLC ganamos todos(as)”, no solo no tiene fundamento sino que, a nuestro juicio, pareciera ser solo un eslogan para sostener una política comercial que sigue beneficiando a los mismos de siempre.

Miremos ahora la segunda crítica (“que el libre comercio nos llevará al desarrollo”) e intentemos vincularla a la guerra comercial que se ha desatado entre China y EE.UU. ¿Qué hay detrás de esta “guerra” que nos pueda ayudar a comprender si el libre comercio nos llevará al desarrollo? Esta guerra, reducida a su máxima expresión, es una por la dominación político-comercial mundial. Estados Unidos ve en China a un país que dará el salto a ser una potencia tecnológica, productiva, y le preocupa que su política comercial le esté ayudando a dar ese salto.

A eso, y otras razones, responden las alzas de aranceles que Estados Unidos está realizando a los productos chinos. China, por su parte, aprovecha las ventajas que posee para seguir desarrollando su plan de política industrial “Made in China 2025”, basada en los bajos precios de producción y salarios, la protección de sectores estratégicos, la innovación a partir de la copia, etc.

Lo paradójico de esta guerra comercial es que China no se convirtió en una potencia económica porque se haya plegado al libre comercio. Al igual que países como Corea, Hong Kong, Singapur o Taiwán, han desarrollado una fuerte política industrial, protegiendo algunos sectores productivos que consideran relevantes para poder establecerse como países competitivos a nivel internacional. Han desarrollado lo que Mariana Mazzucato llamó un “Estado Emprendedor”.

De hecho, para estos países la política que Chile ha adoptado, de casi no tener aranceles para los productos que ingresan al país, podría considerarse un “harakiri” (suicidio). ¿La razón? Considerando que cerca del 90% de lo que nuestro país exporta son materias primas (metales, minerales, frutas, vegetales y madera), la firma indiscriminada de los TLC será un gran impedimento para que Chile dé un salto al desarrollo tecnológico y comercial. La razón de fondo: una política de libre comercio a la chilena implica desconocer la importancia del emprendimiento del Estado y la protección de ciertos sectores en los que queramos ser competitivos. Asimismo, verían como riesgoso poseer un modelo económico tan abierto y susceptible a las contiendas internacionales  y tan dependiente de las dos principales potencias mundiales (China y EE.UU.).

En resumen, la respuesta a la segunda hipótesis, que Chile solo será un país desarrollado si sigue el camino de firmar TLC y rebajar los aranceles en todos los sectores productivos, pareciera no ser cierta en los países que están alcanzando el desarrollo por la vía de desarrollarse tecnológicamente. O, sin ir más lejos, de aquellos que alcanzaron el desarrollo por la vía de la industrialización (Inglaterra o EE.UU. son buenos ejemplos). Es más, para ser un país desarrollado social, ambiental y económicamente, como todos queremos ser, podríamos suponer que es necesario que seamos uno en el cual desaparezca la desigualdad. Y pareciera ser que con la firma de los TLC la desigualdad ha aumentado, porque siguen ganando los mismos de siempre. Visto así, parece ser que con la firma de los TLC el desarrollo social, económico y ambiental se nos escapa de las manos, así como también se nos escapa la esperanza de ser una nación igualitaria.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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