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Cambio de gabinete: desinfle de expectativas y reemplazo de fusibles Opinión

Cambio de gabinete: desinfle de expectativas y reemplazo de fusibles

Andrés Cabrera
Por : Andrés Cabrera Doctorando en Sociología, Goldsmiths, University of London. Editor Otra Frecuencia Podcast.
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Lo más significativo de este cambio de gabinete es que permite confirmar, por un lado, el rol específico jugado por Gerardo Varela en el contexto de instalación del segundo Gobierno de Sebastián Piñera, rol similar al de un fusible del que se tiene consciencia de que –más temprano que tarde– deberá ser reemplazado. Por otro lado, las modificaciones ministeriales revelaron las preocupaciones que mantiene el Ejecutivo frente al desinfle de las expectativas económicas alimentadas por el propio programa presidencial de Piñera, preocupaciones agudizadas por el cuestionamiento levantado por voces aliadas al interior del empresariado y que incentivaron las palabras del Primer Mandatario tras la oficialización de las variaciones ministeriales.


El retorno de Sebastián Piñera y la derecha chilena al poder gubernamental se encuentra definido por su carácter eminentemente restaurador, cuestión nada insólita si es que se mira el escenario latinoamericano e internacional.

La restauración comandada por el núcleo piñerista realizó el día de ayer su primer cambio de gabinete, el cual estuvo restringido a tres carteras ministeriales: Educación, Cultura y Medio Ambiente. La renuncia inducida de Gerardo Varela y Alejandra Pérez, fue complementada con el enroque de Marcela Cubillos –que pasa de Medio Ambiente a Educación–, además del ascenso de Mauricio Rojas –que se ubica en Cultura– y de la ex directora del Sernam y ex ministra de Educación, Carolina Schmidt –que se instala en Medio Ambiente–.

Este movimiento táctico no altera en lo más mínimo el diseño original trazado por el piñerismo, más allá de lo que puede redundar en una mayor capacidad negociadora por parte de las cabezas ministeriales que se alzan en Educación y Medio Ambiente, además de un posible ordenamiento interno en la cartera de Cultura, mediante el ingreso de un converso (ex MIR) que proviene del mismo nicho ideológico frecuentado por Gerardo Varela (Fundación para el Progreso).

De este modo, los fundamentos profesados por el dogmatismo neoliberal y el conservadurismo moral se mantienen intactos al interior del bloque gubernamental. Tanto es así que los cuestionados ministros de Economía, José Ramón Valente, y Salud, Emilio Santelices, continuarán en la conducción de sus respectivas carteras.

[cita tipo=»destaque»]Con todo, la capacidad de maniobra política del actual Gobierno sigue gozando de buena salud, no obstante aquello, se da la paradoja de que la principal oferta comprometida por esta administración durante el pasado ciclo electoral (crecimiento, empleo, inversión), puede terminar convirtiéndose en una defraudación generalizada de expectativas que tienda a debilitar las posibilidades electorales de la derecha.[/cita]

En efecto, lo más significativo de este cambio de gabinete es que permite confirmar, por un lado, el rol específico jugado por Gerardo Varela en el contexto de instalación del segundo Gobierno de Sebastián Piñera, rol similar al de un fusible del que se tiene consciencia de que –más temprano que tarde– deberá ser reemplazado. Por otro lado, las modificaciones ministeriales revelaron las preocupaciones que mantiene el Ejecutivo frente al desinfle de las expectativas económicas alimentadas por el propio programa presidencial de Piñera, preocupaciones agudizadas por el cuestionamiento levantado por voces aliadas al interior del empresariado y que incentivaron las palabras del Primer Mandatario tras la oficialización de las variaciones ministeriales.

Atendiendo el primer caso, es necesario destacar que Varela se transformó tempranamente en un fusible plagado de formidables “errores comunicacionales” que no solo permitieron generar al final de su investidura variados rankings con las mejores “Varelicosas”, sino que también –y mucho más importante que estos jocosos registros– permitieron al Gobierno tantear el estado actual de las columnas opositoras, tanto a nivel sectorial (Colegio de Profesores y movimiento estudiantil, además de disruptiva e inesperada ‘Ola feminista’) como a nivel político (centroizquierda transicional y, fundamentalmente, Frente Amplio). Sacrificar una pieza para medir la fuerza del adversario es una práctica común dentro de la disputa política. Piñera claramente la utilizó. Solo el desenlace de la contienda durante el actual período gubernamental nos dirá si el artilugio funcionó.

Respecto a la segunda arista, es necesario evidenciar que la liturgia del cambio de gabinete fue aprovechada en esta oportunidad por el propio Sebastián Piñera para dar una señal que –intentando convertirse en un llamado a no perder la confianza en el advenimiento de “los tiempos mejores”– terminó develando la creciente preocupación que mantiene el Gobierno ante la desintegración de las expectativas económicas por parte de la ciudadanía, además de la pérdida de adhesión y valoración que comienzan a registrar las huestes oficialistas en el registro de las encuestas.

Con todo, la capacidad de maniobra política del actual Gobierno sigue gozando de buena salud, no obstante aquello, se da la paradoja de que la principal oferta comprometida por esta administración durante el pasado ciclo electoral (crecimiento, empleo, inversión), puede terminar convirtiéndose en una defraudación generalizada de expectativas que tienda a debilitar las posibilidades electorales de la derecha.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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