Opinión
El 20 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Salud Bucal y en el contexto de los buenos aires de sororidad que corren en el mundo y en nuestro país, por qué no recordar en este día a quien nos abrió camino a todas las cirujanas dentistas que hemos venido después. Lucy Beamen, fue la primera mujer graduada como odontóloga en el mundo, quien obtuvo su título en la Ohio College of Dental Surgery en el año 1866, quien deseaba ser médico, pero ninguna universidad permitió su inscripción.
No puedo ni imaginar las dificultades que Lucy debe haber tenido en su vida universitaria y laboral… sigamos su ejemplo, con determinación y valentía, abriendo caminos y emparejando los que ya existen.
También corresponde reflexionar sobre epidemiología, las enfermedades más prevalentes que afectan la cavidad oral son las caries y la enfermedad periodontal (de las encías). De acuerdo a cifras del Ministerio de Salud, el 16,8% los niños de dos años presentan caries y llega hasta casi el 100% en la población adulta, mientras que más de un 90% de la población adulta presenta enfermedad periodontal.
Tal cómo ocurre en otras enfermedades, existe una asociación entre el estado de salud y el estatus social, que quiere decir que individuos de mejor nivel socioeconómico disfrutan de mejor salud bucal. Resultado de esto, observamos que las patologías que afectan a la cavidad oral son más prevalentes entre la población más pobre.
¿Cuáles son los desafíos que enfrentamos? A mi juicio, es primordial que como odontólogos perseveremos en transmitir y/o convencer a nuestras autoridades que las enfermedades orales se deben atacar antes que se produzcan a través de promoción de la salud. La promoción de la salud es educación, es la creación de políticas públicas saludables, es empoderamiento, es comunicación efectiva, es acción comunitaria, es desarrollo de aptitudes personales, y de nuevo educación.
Las universidades estamos al debe, con iniciativas muy valorables sin duda, pero frecuentemente manteniendo en la enseñanza el paradigma biomédico antiguo, que ya hace tiempo cambió. ¿Cómo permearmos al especialista? ¿Cómo motivar a aquel profesional que aún cree que nos tenemos que hacer cargo sólo de la población enferma? Muchas interrogantes que nos conducen a desafíos importantes; en la actualidad, donde además se debate sobre la lógica laboral y las condiciones en las que cientos de colegas se desempeñan, creo relevante refelexionar al respecto, dándole más importancia a la salud que a la enfermedad, transmitiendo estos principios básicos a nuestros estudiantes en formación.
Cuando en Chile tenemos 21 universidades que imparten la carrera de odontología con un total de 32 escuelas de odontología, con un número de 2.326 estudiantes matriculados cada año, me parece que no es necesario especular para darse cuenta que existe una sobre oferta de odontólogos que es mucho más notoria en el sector privado. Actualmente en nuestro país, tenemos un mercado laboral cada vez más precarizado para la profesión, con condiciones laborales muy cuestionables, con inestabilidad laboral y otros problemas derivados de dejar que “el mercado actúe” y que la oferta y demanda se autorregulen.
La acreditación obligatoria de las carreras de odontología, sin duda ayudará, pondrá un necesario filtro a las universidades que impartan la carrera. Sin embargo eso no resuelve todos los problemas que nuestra profesión padece. Considero que en este y otros temas, debemos dejar de estar en silencio y de ser invisibles, dejar la individualidad que tanto (lamentablemente) nos caracteriza y debemos velar, desde el lugar en que cada uno este, por seguir avanzando en posicionar nuestra profesión y mantener nuestro compromiso y vocación intactos, contribuyendo día a día en mejorar la calidad de vida de nuestros usuarios.
