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El error de las megaestructuras para solucionar la escasez hídrica Opinión

El error de las megaestructuras para solucionar la escasez hídrica

Pamela Poo
Por : Pamela Poo Programa de Medio Ambiente Instituto Igualdad
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La crisis en la que nos encontramos requiere de un nuevo pacto social, por ello también se necesita del cambio constitucional que permita poder sacarle la camisa de fuerza al país, ya que manejar una crisis de la envergadura actual requerirá de herramientas legales, institucionales, sociales, medioambientales y culturales. Lo peor que nos puede ocurrir, como sociedad, es no estar preparados, al alero de reglas claras y en el marco democrático que nos hemos fijado socialmente, pues el riesgo de no hacerlo lleva a la ingobernabilidad en que hay vidas de por medio. La institucionalidad debe responder de forma adecuada y abandonar los mega, para acercarnos a soluciones de escala. De lo contrario, lo que viene es el sálvese quien pueda, en donde los que pierden no son necesariamente los que más tienen.


Ante la dramática sequía presente en nuestro país, han surgido numerosas voces que indican que la solución radicaría en megaestructuras como embalses, desaladoras, canales e incluso la construcción de una carretera hídrica. En el Instituto Igualdad sabemos que lo anterior reincide en una errada expectativa sobre los megaproyectos por parte de las autoridades, instituciones gubernamentales, parlamentarios y empresarios, que no logran abandonar estos relatos de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, cuando la humanidad buscaba preservarse a través de sus grandes obras.

Las megasoluciones en materia hídrica en el siglo XXI debiesen ir en retroceso, debido a que muchas de estas obras son de altísimos costos y no son sostenibles ni ambiental ni socialmente, ya que no van en pos de solucionar los problemas de agua para la ciudadanía. Por otro lado, estas estructuras también figuran como parte del problema, dado que han intensificado la pérdida de ecosistemas y especies, lo que está ahondando la crisis climática y ecológica, junto con colocar en jaque a la sociedad, tal como la conocemos hoy.

Ante las graves implicancias que tiene la falta de agua, el Instituto Igualdad estima que se requiere que las autoridades tomen cartas en el asunto, de forma real y profunda. No pueden seguir inmersos en una realidad paralela, ignorando que Chile es un país vulnerable ante el cambio climático. No se puede seguir insistiendo en soluciones que agravan y profundizan una situación en donde el enfermo se encuentra en la UCI y al cual ya no se le puede seguir alargando la vida con más intervenciones.

Por otra parte, se debe mencionar que en Chile no solo tenemos un problema de escasez hídrica agravada por el cambio climático, gran parte de la crisis actual tiene que ver con el modelo de mal desarrollo imperante, en el cual se ha basado nuestra economía, en donde el extractivismo en todas sus formas campea en todas las regiones, estresando el agua y sus ecosistemas.

Una solución mega como una carretera hídrica, es una hecha a la medida para seguir preservando un modelo de gestión privado que es parte del problema y no de la solución. La carretera hídrica es una solución costosa, con una infraestructura que afectará ecosistemas y no será precisamente para quienes menos tienen y más necesitan el agua, tanto para consumo humano como para la pequeña agricultura familiar y campesina. Además, en términos ambientales, la carretera hídrica tiene problemas como la evaporación de agua, no permite la infiltración de napas subterráneas y se extraen organismos riparianos necesarios para mantener la vida en la costa.

Por todo lo anterior, urgen medidas que permitan salvaguardar el agua y, para ello, se requiere que las autoridades y tomadores de decisión incorporen medidas como limitar los usos de agua fresca con fines extractivos, porque estamos acercándonos a pasos agigantados a un punto de no retorno. Se requiere además incorporar las Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN), las que potencian salidas que tengan el respaldo de la misma naturaleza.

Entre las que menciona la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN Water), se encuentran la conservación y restauración de humedales que permiten retener el agua, la restauración de paisajes para reducir el impacto de inundaciones, estabilizar pendientes y asegurar agua limpia, la protección de las cabeceras de cuenca, como también recomiendan estructuras seminaturales como techos verdes, cosecha de agua, mejorar infiltración y escorrentía urbana a través de super­ficies permeables, entre muchas otras.

En cuanto a medidas legislativas, se requiere dar celeridad a la Reforma del Código de Aguas (Boletín 7543-12), que se encuentra en segundo trámite en la comisión de Agricultura del Senado. Dicha reforma busca establecer el derecho humano al agua y al saneamiento, junto con dotar al Estado de algunas medidas que permitan regular en parte la gestión de dicho recurso, el que hoy se encuentra en las manos de privados a los que les fueron entregados sus derechos de agua de forma gratuita y a perpetuidad.

Por último, la crisis en la que nos encontramos requiere de un nuevo pacto social, por ello también se necesita del cambio constitucional que permita poder sacarle la camisa de fuerza al país, ya que manejar una crisis de la envergadura actual requerirá de herramientas legales, institucionales, sociales, medioambientales y culturales. Lo peor que nos puede ocurrir, como sociedad, es no estar preparados, al alero de reglas claras y en el marco democrático que nos hemos fijado socialmente, pues el riesgo de no hacerlo lleva a la ingobernabilidad en que hay vidas de por medio.

La institucionalidad debe responder de forma adecuada y abandonar los mega, para acercarnos a soluciones de escala. De lo contrario, lo que viene es el sálvese quien pueda, en donde los que pierden no son necesariamente los que más tienen.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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