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El dilema de Sebastián Piñera: su deber es gobernar Opinión

El dilema de Sebastián Piñera: su deber es gobernar

Ernesto Barros G
Por : Ernesto Barros G Abogado. Twitter: e_barrosg Instagram: e_barrosg
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Como guion de una tragedia Chile protesta, grita y arde de Norte a Sur. Enormes llamas incineran todo, como acto de purificación demente. Es el fin de una larga época, inaugurada en octubre de 1988, que queda sepultada en la más profunda ilegitimidad de una clase política y desafección de los chilenos.

Los agoreros comienzan a anunciar lo que no saben, pronostican a partir de diagnósticos viejos y de acomodos de última hora. Políticos inoperantes desconectados de la realidad tartamudean lo que no dijeron ni hicieron a tiempo, empresarios con ataque repentino y sospechoso de conciencia cívica, medios de prensa reportando fechorías y delitos, nulo aporte a la resolución de esta enorme crisis.

Frente a la incertidumbre instalada algunas cosas sí sabemos que requerimos urgente de política: capacidad de escuchar, leer e interpretar la realidad y de políticos, hombres y mujeres, lúcidos y honestos que propongan caminos y articulen acuerdos, necesitamos de todo el talento disponible de nuestro país, de los privatizados años atrás, de los líderes sociales y de base, de jóvenes talentosos, de científicos e intelectuales. Será un camino largo y arduo, sin confianza y profunda ilegitimidad, deberemos transitar este largo camino.

El Presidente de la República si pretende terminar su mandato, requiere tomar urgentes decisiones. Cambiar un gabinete inoperante, insensible y claramente parte de su desconexión con la realidad del país. Atreverse a tener un jefe de gabinete con capacidad política y de propuesta, abandonar su mala práctica de nombrar ministros sin poder y obsecuentes.

También requiere archivar su agenda legislativa, claramente regresiva y que demuestra la profunda lejanía del Presidente de los intereses mayoritarios de los chilenos. No requiere una comisión ni diálogo, requiere tener voluntad política de rectificar su error.

Finalmente, proponer una agenda política–institucional y económica-social. La primera será de difícil construcción y requerirá enfrentar necesariamente el debate constitucional que la derecha siempre ha eludido. Es el momento del patriotismo constitucional, es urgente que las normas y reglas sean dotadas de la legitimidad que han carecido desde 1980. A la inversa, la agenda económica-social tiene la urgencia propia del momento, hay demandas ciudadanas urgentes y conocidas que requieren que el Gobierno priorice y sea capaz de proponer medidas en beneficio de las mayorías de los chilenos.

La política requiere liderazgo, coraje, tomar decisiones meditadas y cercanas a la urgencia. Quizás también pide la humildad de pedir perdón por tanta lejanía, soberbia y más de una lesera dicha por el Presidente y su gabinete. Quizás ayudaría a Sebastián Piñera el que firme un cheque y pague el total de las contribuciones (esas en la que pidió la prescripción) que adeuda al Estado que él dirige y que tanta indignación han producido. Seguro no resuelve nada pero sería una buena señal, que las reglas también rigen para él.

Renunciar a la política y las decisiones imprescindibles y urgentes que exige la crisis hará inviable, si ya no lo estuviese, la Presidencia de Sebastián Piñera. El bien de Chile y los chilenos requiere que ejerza su cargo y gobierne una crisis sin precedentes o derechamente que renuncie y permita la constitución de un Gobierno que sí lo haga. Tiene la palabra.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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