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Salud al debe Opinión

Salud al debe

Geraldine Vives Toledo
Por : Geraldine Vives Toledo Decana (I) de la Facultad de Salud y Odontología UDP
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¿Miente el Ministro de Salud cuando plantea que Chile tiene uno de los mejores sistemas de salud del planeta? Técnicamente no. Entonces, ¿por qué la frase genera incomodidad, molestia o derechamente rabia? A través de los años han existido diversos rankings para posicionar los sistemas de salud del mundo y Chile -con algunas fluctuaciones dependiendo del año y del ranking- en general, ha tenido buenos resultados. Sin embargo, existe aquí una particularidad, porque las cifras en general implican promedios y los promedios esconden realidades.

En Chile, coexisten dos sistemas de salud, uno público y uno privado. Según las cifras de la CASEN 2017, el público (Fonasa) recibe a un 78% de la población, las isapres a un 14,4%. Al mirar algunos datos de la misma encuesta, nos encontramos con marcadas diferencias entre los usuarios de estos sistemas. Prueba de ello es que en la pregunta que da cuenta del porcentaje de la población que declara haber tenido algún problema para obtener atención de salud, un 27,8% de los beneficiarios de FONASA dio cuenta de esta situación mientras que para los beneficiarios de isapres fue un 12,6%. Podríamos dar múltiples ejemplos de las diferencias encontradas entre los beneficiarios de ambos sistemas de salud y aquello que ocurre es consecuencia de un solo concepto: INEQUIDAD, palabra que en los últimos 40 días se ha convertido en un hashtag.

Ha sido una de las principales demandas de las últimas semanas, y a pesar de la disminución del Gini, es bastante notorio y evidente que en salud la desigualdad es profunda. No hay que ser un experto para darse cuenta que es tremendamente injusto, inequitativo y doloroso que una persona beneficiaria de Fonasa que vive en Alhué (comuna rural de la Región Metropolitana, a 150 km de Santiago), para acceder a un especialista, es altamente probable que tenga que esperar semanas e incluso meses y con algo de suerte sólo tendría que viajar a Melipilla, ya que en muchos casos su hora de atención sería en Santiago.

Con respecto a distintas patologías, los ejemplos son variados y me detendré en la salud bucal, que también está al debe. Los problemas de salud con cobertura GES son pocos y fijan como requisito algunas edades o condiciones para poder acceder a la atención. Y ¿qué pasa con las edades intermedias? Por ejemplo, en adultos antes de que cumplan los 60 años. A muchos les queda optar por la atención de urgencia o el ingreso a algún programa con coberturas acotadas en cada comuna.

¿Qué pasa con una niña, niño o adolescente que requiere un tratamiento de ortodoncia? Lamentablemente poco y nada en algunas zonas del país. Esto incluso ha llevado históricamente a que las listas de espera de algunas especialidades odontológicas estén subregistradas en razón de que la atención es prácticamente inviable, por lo que sería “mejor” no darle “expectativas falsas” a los usuarios. Cuando actualmente en Chile hay una sobreoferta de odontólogos según las cifras recomendadas por la OCDE, es muy decepcionante lo que muestran los datos epidemiológicos.

¿Habrá alguna forma de avanzar y salir de este problema? Quizás para algunos, no es tan importante, considerando que nuestros “promedios” nos sitúan como un país de riesgo bajo de caries con un índice COPD (dientes cariados, obturados o perdidos por caries) de 1,9 a los 12 años de edad, sin embargo al analizar esa cifra por nivel socioeconómico, nos encontramos con que en el NSE alto el COPD es de 0,66 (menos de 1 diente con caries, obturado o perdido por caries) y en el NSE bajo es de 2,22 con diferencias estadísticamente significativas entre ambos.

La única solución para poder nivelar hacia arriba es invertir más en salud. Chile gasta un 8% del PIB en salud y el promedio en los países OCDE es de un 9,5%. Y la inversión ¿debiese ser en construir más hospitales? Definitivamente no, la inversión, para tener frutos a mediano y largo plazo, debe ser en promoción, prevención, y de nuevo prevención y más promoción. Las enfermedades de la cavidad bucal comparten factores de riesgo con otras enfermedades crónicas no transmisibles donde superamos la media de los países OCDE; tenemos penosos record en obesidad (25%), tabaquismo (30% de la población de 30 años fuma), entre otros. Atacando esos factores podríamos contribuir en la disminución de las prevalencias de varias otras enfermedades además de las orales.

La población volcada a las calles está esperando mejoras sustanciales en las demandas sociales y una de las principales es la salud, derecho consagrado en la actual constitución que se cumple de manera retorcida y mañosa, con muchos mejores resultados en la población de nivel socioeconómico alto. La solución está en manos de nuestra institucionalidad, sin embargo, la mayoría de los congresistas y autoridades nunca se han atendido en hospitales públicos, centros de salud familiar y/o postas rurales.

¿Hasta cuándo en nuestra sociedad existirán personas que llegan al alba a algún establecimiento de salud para conseguir atención? ¿hasta cuándo muchos seguirán financiando su salud a través de bingos? ¿hasta cuándo las mujeres seremos más “caras” para el cálculo de un plan de salud en una isapre? ¿hasta cuándo seguiremos evidenciando tanta desigualdad? Ojalá que sea hasta ahora….Chile despertó.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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