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Hipersexualización infantil en campañas publicitarias: desde los ojos de la niñez Opinión

Hipersexualización infantil en campañas publicitarias: desde los ojos de la niñez


Gran impacto y un rechazo transversal ha causado las recientes campañas publicitarias en donde la imagen de la niñez es hipersexualizada para fines comerciales, enfocadas en la venta de ropa infantil, exhibiendo de forma inapropiada a niños y niñas bajo un enfoque utilitario desde la esfera sexual.

En esta línea, es preciso enfatizar que el desarrollo sexual humano debe darse de forma armoniosa a lo largo de la vida, avanzando en etapas y experiencias a medida que la madurez física y emocional lo permitan. La hipersexualización en la infancia implica la sexualización de las expresiones, posturas o códigos de la vestimenta de niños y niñas, es decir, acciones consideradas como precoces.

Los adultos tenemos una opinión con respecto a este problema social que hoy sale a la luz a través de campañas publicitarias, pero que ha estado presente de forma silenciosa por mucho tiempo en estilos de música, coreografías, ropa o en las formas de relacionarse entre adultos y niños. Ante esto, ¿qué pasa por la mente y el corazón de un niño y una niña que se ve hipersexualizado?

Numerosa evidencia internacional dan cuenta que los niños y niñas creen que su cuerpo es una cosa que cualquier persona, en cualquier momento, puede mirar o tocar sin su consentimiento. También sienten que su valor personal depende de la aprobación que otras personas le dan a su cuerpo, un cuerpo que debe cumplir estándares de belleza y seducción que no van en sintonía con la forma de valorar a la infancia. Y además sienten que el mundo adulto es ambiguo, que causa dolor e incomodidad, pero a la vez entrega amor (todo al mismo tiempo y mezclado).

Por otro lado, lo que los niños no saben y que es nuestra responsabilidad como adultos advertir, es que mediante la hipersexualización se ven expuestos a agresiones sexuales, a sufrir bullying y ciberbullying, a tener una autoestima baja, una pobre salud mental y física, y a presentar un débil desempeño escolar, entre otras dificultades. Estas consecuencias que ellos y ellas desconocen, probablemente sus madres y padres tampoco las saben: una cultura mayoritariamente adultocéntrica nos hace creer que los deseos adultos son más importantes y relevantes que los anhelos de la infancia y sus etapas de crecimiento, lo que dificulta el advertir riesgos potenciales que pueden llegar a ser, incluso, graves.

A fin de prevenir los malos tratos hacia la infancia y promover un estilo de relación sano y seguro, es que resulta imprescindible detenerse y mirar el mundo desde los ojos de la niñez. ¿Cómo sería ese mundo? Justo, creíble, transparente y protector.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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