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El guerrillero y poeta defensor de los derechos humanos: Ernesto Cardenal Opinión

El guerrillero y poeta defensor de los derechos humanos: Ernesto Cardenal

Guillermo Bown
Por : Guillermo Bown Periodista, escritor y ex diplomático
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Fue en septiembre la última vez que estuve con el lúcido poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, fallecido a los 95 años la semana pasada. Esto fue hace una década, en las subidas y bajadas de la bella Cáceres, en Extremadura, España, ciudad defendida por el Patrimonio de la Humanidad, por conservar sus bellezas de la Edad Media y Renacimiento más completas del mundo. Fue en el encuentro de la RIET, Red Internacional de Escritores por la Tierra. Era la cuna querida del gran poeta español, para mí campesino universal, Miguel Hernández, la que nos invitaba a la poesía, al diálogo fraterno y a saborear el vino de la zona con algunos caldos de la caña que portaban los amigos de Ernesto Cardenal, nuestro Presidente Honorario de la RIET, que siempre había estado en nuestros encuentros, desde el año 2006.

Después de haber permanecido todo el día escuchando las ponencias de nuestras reuniones con poesía y buena literatura, en la mesa de cena y cayendo la noche, aparecieron algunas botellas y copas. Yo probaba el vino que repartía en la mesa el buen poeta mexicano, José Luis Rivas y escuchábamos algunos recuerdos de Ernesto Cardenal, quien vestía de blanco, como siempre, con su boina negra. Me miró y me dijo , después de haberle preguntado qué le parecía la poesía del chileno antipoeta Nicanor Parra, que “él ha creado una escuela nueva y morirá explicando con sus versos lo que dice y ha querido decir, yo trato de escribir para que se entienda, aunque no me gustan mis cosas después de leerlas”.

Sonrisas y silencio en la mesa, solamente se sentía cómo el vino entraba a un vaso. Le respondí que eran él y Nicanor los posibles galardonados con un futuro Nobel para Latinoamérica. “No me interesa. Yo creo que Nicanor con la influencia estadounidense se queda con los hippies inventando su mundo. Salud”, nos dijo, parándose para ir al baño.

Cardenal admirador de Salvador Allende

Llegaron a la mesa nuevos colegas amigos, entre ellos el destacado catedrático de física Alejandro Pérez Machado, cada uno con sus vasos, esperando que ya venía la cena. Recordé en ese instante a mi vecino Nicanor Parra en la bella Las Cruces, de nuestro litoral costino. Con él había estado muchas veces, en su época de enamorado y bebedor. Pensé que cuánto se parecían estos buenos poetas en la forma de ver la vida y los años de hermosa experiencia que tenían. Recordé que Nicanor, en su casa, la pieza al lado izquierdo de la entrada, me dijo al hablarle de la RIET, su labor y de sus integrantes: “Dale saludos a esos creadores y soñadores, en cuanto a Cardenal dile que no defienda tanto a sus guerrilleros y que escriba, sería mejor”…

Cambiamos el tema con la llegada de Ernesto, y hablamos de las ponencias de ese día y lo que venía mañana en ese tibia noche de septiembre. Me acerqué a él, ya que me quería decir algo: “Tú sabes que siempre leo y aprecio a Gabriela Mistral y a Pablo Neruda, pero mi admiración siempre ha sido el Presidente Salvador Allende. Estuve con él hace algunas décadas, me ayudó a valorar el marxismo y la pureza del buen socialismo”. Y fue en 1971 en que se encontraron el poeta de blancas barbas y Salvador Allende. Muy emocionado, en esa ocasión leyó un poema dedicado al fallecido Presidente chileno, por una invitación que se hizo a destacados poetas del mundo. Ocurrió treinta años después que estuviera con Allende, en 2001, acto multitudinario que se realizó en el Palacio de La Moneda.

Nicaragua una dictadura familiar

Cardenal nos habló de su admiración por Sandino, el libertador de su Nicaragua, como de la poesía de su connacional Rubén Darío, vate que admiraba sobremanera. Varios saltamos a preguntar, cuando mencionó
a su país, para preguntarle por el Gobierno actual. Pensativo, apagó su cigarrillo, y poco agradado nos dijo: «Nuestra conversación esta buena, mejor que el vino. Ustedes saben lo que pienso y lo digo para no seguir con el tema, este es un Gobierno falsamente llamado sandinista, es una dictadura manejada por la mujer del dictador”, lo dijo igualmente en su libro La revolución perdida, parte de sus memorias en 2004.

Nos quedamos un momento en silencio, valorando el exministro de Cultura del primer gobierno sandinista. Más de una década en el cargo y siempre y como revolucionario defendiendo la justicia y el bien común. Ahora estaba suspendido como sacerdote por haber estado en el gobierno revolucionario y por su adhesión a la Teología de la Liberación. Fue el Papa polaco Juan Pablo II el que, en 1984, se lo exigió, pero el actual Papa Francisco el año pasado le levanta la pena.

Yo había estado con el poeta Cardenal en varias ocasiones, en su visita a Viena , donde yo vivía el exilio, y numerosas veces en las reuniones de la RIET. Estaba extrañado, ya que el poeta nunca hablaba tanto, menos en público, pero el vino y el estar con gente de confianza, como su Luz Marina, su asistente personal, lo hacían anular su desconfianza de siempre.

Nos contó que después de haber leído el Evangelio, conocer bien a San Benito y haber estado en Cuba y en Chile, lo habían inclinado a ser cristiano marxista, pero no comunista y menos de partido. Así sus poemas míticos, religiosos, de lucha y defensa de los desposeídos y del indígena americano, le habían dado la fama mundial.

Una ochentena de títulos es la gran obra de este poeta nicaragüense. Su poesía ha sido leída y traducida a varios idiomas, siendo para los traductores el más claro y preciso en sus versos, con imágenes claras y diáfanas, lo que hace fácil el acceso al público, especialmente a los jóvenes que con gusto lo imitan .

El poeta Cardenal en Chile y la RIET

Numerosas veces el querido poeta nicaragüense Ernesto Cardenal estuvo en Chile, privadamente y sin prensa en pequeños grupos. Pero conocidas fueron sus visitas con lectura de sus poemas, a la Feria del Libro de Santiago en 1994 y en el año 2009, donde recibe el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, de manos de la Presidenta de Chile de la época, Michelle Bachelet, entregado por su espíritu rebelde y gran compromiso político. Ese mismo año lo recibe la Universidad de Chile y presenta su libro Antología Esencial con un recital que conmueve a intelectuales y numerosos periodistas.

En esa ocasión, Ernesto expresó que gracias al poeta y sacerdote Thomas Merton, a sus experiencias viviendo en USA y Alemania, se había motivado para fundar su nueva escuela Comunidad Solentiname en 1966, en la Isla Macarrón, por cerca de doce años, movimiento cristiano con grandes valores espirituales, políticos y artísticos, especialmente en la plástica. En este hermoso se lugar se entierra, según su deseo, a Ernesto Cardenal Martínez.

En uno de esos días, le pasé un breve poema que había escrito en su honor. Me dijo mirando el suelo: “Gracias, amigo, está publicable, haré un librito de numerosos poemas y escritos que me han dedicado los que me estiman, me motivan para seguir»… Me acordé que ese mismo año el director general de la Unesco, poeta, profesor y político , Federico Mayor Zaragoza, le había dedicado un poema, en que parte de él dice así: “No escuches/  caminante/ las voces/ que intentan/d etenerte…”.

Con Federico Mayor, como otros casi mil intelectuales, conformamos la RIET, Red Internacional de Escritores por la Tierra. Es este un movimiento mundial, creado en 2006, que promueve el cuidado del planeta y sus habitantes, defendiendo la igualdad y la justicia social, por medio de la palabra y las diferentes expresiones artísticas. Su Presidente Honorario fue nuestro gran Ernesto Cardenal, su presidente ejecutivo es el poeta ecologista y amigo granadino Angel Juárez Almendros, quien dirige también la Fundación Mare Terra desde 1993.

En la RIET hemos tenido siete reuniones internacionales en diversos países centroamericanos y europeos, especialmente en España. Nuestros diálogos, conversaciones y cercanías con nuestro querido Ernesto Cardenal fueron muy seguidas y constantes, empezando en Solentiname, su ciudad muy querida, y Granada; en Xlapa, Méjico; Santa Tecla, El Salvador; Cáceres y Tarragona, España; en El Salvador; y San José, en Costa Rica…

Hace algunos días el pueblo de la Isla Macarrón, en Solentiname, Nicaragua, estaba muy triste, como esa tarde nublada en que había fallecido su “padre”, Ernesto Cardenal. Todo el archipiélago, con voz quebrada, entonaba la Misa Campesina, canto escrito por Carlos Mejía Godoy (amigo y familiar nuestro de la RIET). Según los amigos de Ernesto, era la utopía, el sueño del poeta en Solentiname. Este cántico motivado por la promulgación de la Constitución Sacrosanctum, que en parte dice:

Creo en vos/ Arquitecto/ Artesano/ Carpintero/ Albañil/ Y armador/ Creo en vos constructor del pensamiento/ De la música y el viento/ De la paz y el amor…

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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