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Electrosmog y teletrabajo Opinión

Electrosmog y teletrabajo

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Daniel Benoit M.
Por : Daniel Benoit M. Especialista en Derecho Ambiental y Recursos naturales
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En el mundo actual, el acceso de más de cinco billones de un total que supera los siete billones de personas a tecnología digital, es un signo claro de progreso y conectividad. Sin embargo, es necesario seguir a través de los últimos quince años las consecuencias físicas y mentales que esas tecnologías, que operan sobre la base de emisiones electromagnéticas o electrosmog, pudiesen causar.

En Reino Unido, la telefonía digital utiliza a lo menos 35 mil antenas o radio estaciones instaladas en torres, oficinas, postes o incluso al interior del metro, cubriendo las necesidades de a lo menos 66 millones de ciudadanos. Según cifras oficiales, en nuestro medio tenemos a las menos 24 mil antenas para cubrir la necesidad de más de diecinueve millones de habitantes, con telefonía celular, wifi, computadores y tablets.

Sin embargo, la exposición continua a ondas electromagnéticas no ha sido inicua y existen dolencias asociadas a ellas denominada genéricamente como “electrosensibilidad” e incluso “electro hipersensibilidad” (EHS). Durante largo tiempo, la Organización Mundial de la Salud ha desaconsejado la exposición electromagnética por ser potencial fuente carcinogénica, como también propiciaría bajas en los sistemas inmunológicos de ciertos grupos de la población y, por lo tanto, un riesgo para la salud.

Como consecuencia ha habido sentencias recientes de los tribunales superiores de justicia en España, Francia, Suecia e Italia, según las cuales la exposición a contaminación electromagnética sería causante de discapacidad laboral e incluso tumores cerebrales a consecuencia del uso de computadores, celulares y/o wifi. Hay incluso evidencia reportada en el Estado de California de problemas de esterilidad, jaquecas, insomnio, falta de concentración y también afecciones cutáneas.

Por ello y para aliviar estas dolencias se reportan casos recientes de personas que se ven obligadas a dormir en instalaciones que repelen las ondas electromagnéticas, conforme a los dictados del Consejo de Europa que exige, desde 2011, la inclusión de áreas libres de ondas, introduciendo medidas especiales en resguardo de población sensible o hipersensible con síndrome de intolerancia a campos electromagnéticos.

Hoy, siendo la tecnología 5 G una necesidad, dada la pandemia y el trabajo a distancia o teletrabajo, resulta imperativo mirar con cierta cautela y exigir a sus proveedores tener en cuenta las consecuencias en la salud que su incorporación pueda generar.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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