Esta columna es un reto, sí, un desafío de mi señora, esa que me aguanta todas las locuras y me acompaña desde hace un montón de años, soy un tipo con suerte yo.
Anoche, mientras manejaba rumbo a la pega, porque soy de los que decidió trabajar en esta pandemia en otra ciudad, solo para colaborar con mis capacidades profesionales donde fuera necesario, me llamó para decirme que me tenía el tema para mi nueva columna y ese es el título. No me dijo mucho más, así es que no me la puso fácil. Pero como se merece todo mi respeto, le voy a hacer empeño.
Ser parte de la solución, en el mundo convulsionado del Chile de hoy, no es fácil, porque primero hay que preguntarse dónde están los problemas.
Vamos por partes, el desorden público que se instaló de nuevo en el país no parece tener un raciocinio válido, puesto que las demandas sociales hoy no lo pueden justificar. Estamos ad portas de un plebiscito que definirá el futuro de nuestra democracia y, por lo tanto, en parte de cómo se resolverán, sin duda en el mediano y largo plazo, esas demandas –porque los milagros no existen– para los próximos 40 años, y permitir entonces que se realice en calma, es de vital importancia.
Entonces, ¿cómo se puede ser parte de la solución poniéndolo en riesgo? No tiene lógica alguna. Esta violencia callejera ha sido rechazada transversalmente por amplios sectores políticos, exceptuando al PC. Su presidente dijo este fin de semana: “Si digo que no debe haber violencia, quiere decir que digo que no salgan a manifestarse y eso no lo diré”. Es decir, el PC contra Chile y la Primera Línea, haciéndole el juego al PC, ¿o es que es el PC el que la organiza? Sea cual sea la respuesta, es hora de que el Gobierno tome el toro por las astas, esto no da para más.
En este caso, ser parte de la solución es proponer un acuerdo transversal, que dote al Gobierno de todas las herramientas necesarias para detener esto. Ese acuerdo, debió firmarse hace muchísimo tiempo, ya es hora de que Zurdistán, de cara al plebiscito, lo firme de una buena vez y la clase política le dé la tranquilidad que requiere el país en un momento tan trascendental en la historia de Chile.
Carabineros de Chile, durante décadas la institución más respetada de Chile y motivo de orgullo para todos, pasó en menos de tres años, desde que se destapó el Pacogate, a ser una de las instituciones peor evaluadas. ¿Qué ocurrió? Yo tengo la teoría de que mal mando, mala tropa; buen mando, buena tropa. Cuando el mando no es respetado, aparecen las malas prácticas y las mentiras que, es cierto, las hemos visto. La obstinación de La Moneda con Rozas es incomprensible a estas alturas. El Alto Mando de Carabineros está agotado y debería removerse. Esto me parece aún más relevante en el corto plazo que el famoso plan de modernización.
OK, la institución requiere cambios, decididos con calma, con criterios netamente técnicos, sin populismos y menos buscando hacer feliz a un determinado sector político, pero esos cambios nunca funcionarán si la tropa no sigue y respeta a su mando y eso, hoy, no ocurre.
Ser parte de la solución, es recuperar a Carabineros y ponerlo a la altura que merece, esa del respeto y la admiración, es entender entonces que Rozas tiene que salir, ¡ya!, y eso es responsabilidad de Derechistán y este Gobierno, de nadie más.
Y seguimos en pandemia, no se equivoque, nada ha cambiado entre marzo y hoy. Bueno, “nada” puede ser mucho, porque ahora usamos más y mejor la mascarilla, nos lavamos las manos y algunos respetamos el distanciamiento social, pero el virus sigue estando ahí. No se equivoque, vendrán rebrotes en muchas partes de Chile, volverán las cuarentenas a muchas comunas, nada que hacer, mientras no haya vacuna, esto no cambiará y subiremos y bajaremos cual yo-yo. La vacuna tiene para un año, no sueñe con algo más breve.
Ser parte de la solución es entonces ser responsable, con uno y con los demás, no se lance a la calle, al mall, donde los amigos o al restaurante como si no hubiese mañana, porque, si se contagia, esa puede ser su realidad. Sea responsable, cuide a los mayores, que son los que tienen más riego. Un año puede parecer una eternidad, pero créame que es mejor sufrir por distanciamiento ese período, que ver a su abuelito o abuelita entrar a un hospital y tal vez no verlos salir nunca más. Créame, no estoy exagerando. Usted decide.
Por último, no se puede olvidar la educación, que es un tema apasionante y la base sobre la que se cimenta la sociedad y la democracia. ¿Alguien duda que los niños necesitan contacto presencial como parte de su desarrollo? Yo, al menos, no. Usted dirá que acabo de decir que estamos en pandemia y que nos queda un año, sí, para los adultos, pero un año, dentro de los primeros de vida escolar de un alumno, es esencial para su desarrollo cognitivo y el de sus habilidades blandas y, para ello, el contacto con sus pares es fundamental.
La esponjita cerebral inicial se tiene que irrigar y alimentar, y la casa y los textos de estudio, para esto, no son suficientes. Habrá que utilizar todos los recursos disponibles –el Estado se tendrá que poner con los colegios más pobres–, testear a profesores y alumnos, todos con mascarillas, lavado de manos a intervalos preestablecidos, poner la mitad de alumnos por clase, sanitizar las aulas regularmente, dividir la jornada y así la mitad de los alumnos van en la mañana y la mitad en la tarde, finalmente los profesores de todas formas están de 8:00 a 17:00 horas y ellos también pueden dividir sus jornadas, preocuparse que el niño eche su ropa al lavado al llegar a la casa y se duche antes de volver a su vida familiar. Aunque parece menos bueno, alternar periodos de clase presencial con aprendizaje online desde la casa, y un sinfín de otros etcéteras.
Ser parte de la solución, es ver al Mineduc y al Minsal junto con el Colegio de Profesores, las comunidades estudiantiles y las ONGs expertas en estos asuntos, todos colaborando, decidiendo cómo vuelven a clases los niños. Por ellos, no por intereses gremiales, económicos o políticos.
Podría seguir buscando, mejor hágalo usted. Seguro encuentra más y mejores formas que yo para ser parte de la solución y no del problema.