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Adoctrinamiento es el adultocentrismo Opinión

Adoctrinamiento es el adultocentrismo


La ofensiva fascista, conservadora y adultocéntrica ha puesto en marcha una persecución realmente ridícula a la Defensora de la Niñez, Patricia Muñoz, por un vídeo que la Defensoría publicó en redes sociales, en las que se muestran niños, niñas y adolescentes cantando una canción, en alusión al derecho a la participación.

Dicho video y canción, que se enmarca en la Campaña de Derechos 2020, y en consonancia con los 30 años de la ratificación de Chile de la Convención de Derechos del Niño, Niña y Adolescente, ha generado una serie de críticas en un sector de la sociedad, debido a que en una parte de la canción se menciona la frase “saltar todos los torniquetes” .La derecha por tanto ha iniciado una junta de firmas para solicitar un requerimiento de remoción de Patricia Muñoz, por supuesta “negligencia” en el ejercicio de sus funciones, y “proselitismo político” en niños y niñas.

Este planteamiento de la derecha nos muestra, una vez más, su profunda ignorancia y precariedad intelectual para comprender algo tan simple como una metáfora (“saltar todos los torniquetes” en relación a las barreras que la sociedad adultocéntrica les pone a los niños, niñas y adolescentes), pero además, el concepto básico de promoción de derechos, y en este caso el derecho a la participación. No sorprende su hipocresía y doble estándar para no denunciar las violaciones a los Derechos Humanos a los niños, niñas y adolescentes, como por ejemplo cuando botaron a un adolescente de 16 años, Anthony, del puente Pio Nono, o cuando a dos adolescentes fueron baleados por la policía afuera de un hogar del SENAME en Talcahuano. Simplemente para la derecha, las niñeces y adolescencias son objetos del marketing y las políticas públicas. Su sobreideologización y conservadurismo no les permite entender que son sujetos de derechos, sociales y políticos, que no solo tienen el derecho, sino que además las capacidades para emitir una opinión, informarse, tomar una postura y participar activamente en las trasformaciones sociales que el pueblo demanda.

Ahora, más allá de eso, resultan realmente lamentables los comentarios hechos por las redes sociales sobre esta polémica del video. En la línea de lo criticado por la derecha, en redes sociales los comentarios se enunciaron bajo la frase de “adoctrinamiento”. Lo que subyace ese razonamiento del adoctrinamiento, es una mirada sumamente despectiva y discriminatoria de la supuesta incapacidad de los niños, niñas y adolescentes por informarse, opinar y participar, en base a sus propias creencias, ideas y percepciones, ya que siempre, en teoría,  habría un/a adulto/a detrás diciéndoles que es lo que tienen que pensar, decir y hacer. Es decir, se les niega como sujetos con una consciencia propia, ya que serían solo reproductores del discurso del mundo adulto. Básicamente se les ubica en un lugar de objetos pasivos y dependientes de los mandatos de los adultos y las adultas.

Pero el adoctrinamiento no es promover sus derechos, y menos el derecho a la participación y a la consciencia crítica.

Adoctrinamiento es negarles el derecho a la opinión, información y participación.

Adoctrinamiento es imponerles una religión determinada.

Adoctrinamiento es imponerles una forma determinada de vivir la sexualidad (heteronormada y binaria).

Adoctrinamiento es obligarles una manera determinada de ser, hacer, pensar y sentir.

Adoctrinamiento es el adultocentrismo que busca constantemente, a través de distintos mecanismos y discursos, mantener a los niños, niñas y adolescentes en ese lugar pasivo y sumiso en las relaciones intergeneracionales, imponiendo una manera determinada de ser niño o niña

Que una parte de la sociedad haya salido a repudiar al video de la Defensoría, bajo los mismos argumentos que la derecha, nos muestra que, en lo que respecta a una consciencia ciudadana sobre el derecho a la participación de los niños, niñas y adolescentes, todavía somos una sociedad profundamente adultocéntrica, autoritaria y conservadora.

Tal vez deberíamos aprender, de vez en cuando, a hablar menos y escuchar mas que es lo que tienen que decir los niños niñas y adolescentes sobre sí mismos/as, sobre lo que piensan, hacen y sienten, sin caer en la moralina barata y retrograda de que “no deben hablar de política” o “no saben de política” porque son “seres indefensos e inocentes”. Les guste o no, tanto adultos/as como niños/as, somos sujetos políticos, porque vivimos en una sociedad, en una polis, y todo lo que hacemos es político (que es distinto a la política institucional de los partidos).

Por último, tal como leí en redes sociales, ojalá el informe anual de la Defensoría de Niñez, en el que se da cuenta de 818 denuncias graves de violaciones a los DDHH desde el estallido social, les hubiera llamado tanto la atención como la canción

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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