Publicidad
Basura espacial: el fin de la noche Opinión

Basura espacial: el fin de la noche

Juan Carlos Beamin
Por : Juan Carlos Beamin Astrofísico, coordinador científico del Centro de Comunicación de las Ciencias Universidad Autónoma de Chile
Ver Más


Ganadora de 7 premios Óscar de la academia, Gravity relata cómo una ingeniera médica y un astronauta quedan solos en el espacio sin conexión con la Tierra, debido a la destrucción de su nave. Estrenada en 2013 hoy se hace realidad: desechos espaciales golpearon la Estación Espacial Internacional (ISS), aunque no generaron daños personales como en la película, si afectaron su estructura. La basura que genera el ser humano ya no es solo un problema terrestre, superó hace un tiempo a la ciencia ficción y es hoy, un gran problema que las agencias están tratando de solucionar.

La estructura afectada corresponde a un brazo robótico del Canadarm2, el cual es parte de la contribución de Canadá a la Estación. Éste realiza tareas de mantenimiento, movimiento de suministros, equipos e incluso astronautas, y soporte para vehículo, anclándolos a la ISS. Canadarm2 ha sido un elemento fijo en la estación espacial desde 2001, es decir, desde hace 20 años. De acuerdo con la página oficial del Gobierno de Canadá, los análisis preliminares han demostrado que la funcionalidad del brazo robótico no ha sido afectada, ¿se salvará con un segundo golpe quizás de un objeto de mayor tamaño que viaja a más de 28.000 km/h?

A esta creciente cantidad de elementos, hay que sumar el aumento explosivo de satélites que orbitan la Tierra, que no sólo afectan a nivel espacial, sino que producen importantes dificultades para quienes estudiamos el espacio. Elon Musk, el magnate dueño de Space X y Tesla está llevando a cabo el proyecto Starlink que ya puso en órbita 1.500 satélites, y prevé que sean 12.000 a mediados de esta década, lo que claramente interferirá en las observaciones científicas e inutilizará la mayoría de los telescopios terrestres. Otro milmillonario, Jeff Bezos, proyecta mandar unos 3.000 satélites con el mismo propósito: explotar comercialmente el cielo.

Si bien es cierto que constantemente se monitorean los desechos espaciales para evitar daños relevantes en los satélites orbitales, muchos de estos son tan pequeños que son difíciles de rastrear a tiempo. Parece ser que los accidentes aumentarán conforme pasa el tiempo. Hace un año, la ISS tuvo que realizar maniobras de emergencia para evitar colisiones, según informó la NASA en un comunicado. La Agencia Espacial Europea (ESA) también tuvo riesgo de colisión con el satélite de observación científica Aeolus.

Episodios que reabren el debate sobre la ordenación del espacio y cómo abordar conjuntamente algunas necesidades de conectividad que no afecten el desarrollo de la Astronomía, que tiene en los grandes observatorios, ubicados principalmente en el norte de Chile, la esperanza de resolver dos de las más grandes preguntas abiertas en la física contemporánea, la naturaleza de la materia y la energía oscura. Si a esto además le incorporamos el aumento progresivo de la contaminación lumínica que aportamos desde la propia Tierra, estamos como señaló Didier Queloz, premio Nobel de Física frente al «principio del fin de la noche».

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias