Tenemos que ser muy cuidadosos para leer el panorama económico y social que se avecina. Esta pandemia nos obligó a avanzar una década en digitalización, pero al mismo tiempo, retrocedimos más de una década en bienestar social, y la desigualdad está en su punto máximo. La crisis del 2007 nos dolió a todos, y le dolió mucho a los más ricos. Pero esta crisis es diferente, los más favorecidos se han enriquecido aún más, y la lucha contra la pobreza retrocedió 15 años en Latinoamérica.
Algunos datos claves:
Los más optimistas dirán que en 2020, cuando fueron hechas estas mediciones, estábamos en el punto más duro del efecto económico de la pandemia, y que con un crecimiento del PIB proyectado entre 7-10% estos datos de pobreza y desigualdad serán un shock temporal. Es probable que se corrija en parte, y que en futuras mediciones veamos disminución de pobreza y desigualdad por el efecto del crecimiento económico.
Sin embargo, creo que el alto nivel de desigualdad en la economía se volvió estructural, y aquí es donde entra el tercer componente: la digitalización llegó para quedarse. Esto trae un aumento en la productividad de las personas y empresas, pero no es para todos igual. Quienes tienen un alto nivel educacional pueden aprovechar más fácilmente este aumento de productividad, pero quienes tienen un menor nivel educacional, y por qué no decirlo, quienes no son nativos digitales, tienen una curva de aprendizaje más lenta y un 50% más de dificultad en adaptarse al teletrabajo (Subtel 2021). Con la precariedad y pérdida de trabajo en los segmentos más bajos, la informalidad de 29% en Chile (INE 2021), y la fuerte digitalización, creo que la desigualdad llegó para quedarse.
¿Qué hacer? No podemos quedarnos de brazos cruzados o hacer vista gorda, ya que los conflictos sociales una vez terminada la pandemia probablemente no disminuyan, es más, hay buenas razones para pensar que escalará en Latinoamérica. Primero, hay que generar acuerdos sociales amplios (en este sentido la convención constituyente es una buena oportunidad, pero con mucho riesgo de no resultar satisfactoria). Recuperar con fuerza el empleo (sobre todo en grupos más vulnerables, donde debería existir un subsidio). Manejar con responsabilidad y pragmatismo el déficit fiscal. Ser cautos en entregar muchos beneficios sociales a costa de dificultar el emprendimiento y la labor empresarial (aunque sea poco popular). Antes de querer imitar las políticas de Alemania, imitemos en parte su productividad que es menos de un tercio en Chile, para eso necesitamos focalizar en educación y capacitación de la mano de obra (¡aquí sí miremos a Alemania!).
Estamos en un momento crítico de equilibrios múltiples (uno auspicio al desarrollo, y otro, a una nueva década perdida), las políticas y acuerdos que logremos este año y el próximo serán cruciales para pavimentar cualquiera de los dos caminos.
Pavel Castillo Economista.
Gerente Comercial en CORPA Market Intelligence.