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Convención constitucional: ¿importan las formas? Opinión

Convención constitucional: ¿importan las formas?

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El constituyente Nicolás Núñez se hizo viral la semana pasada por su discurso de apertura en la Convención. El integrante de la asamblea comenzó diciendo que «tenía algo preparado, un discurso bien lindo, pero la verdad es que ya han hablado 20 personas, entonces he tenido que ir borrando de mi discurso ciertas cosas. Y al final no me quedó nada, así que ya no tengo discurso». Luego de precisar todo lo que había tenido que tachar, sacó su guitarra y comenzó a cantar. Las redes, como siempre, se dividieron entre quienes encontraron que la intervención había sido «simpática» y quienes la calificaron de «imprudente».

Más allá del contenido de la intervención, que tuvo duras arremetidas contra el Presidente Piñera, lo que hay que preguntarse es si, en circunstancias como la Convención, este tipo de parafernalias contribuyen a que la instancia funcione de mejor manera o, por el contrario, actúan como un elemento corrosivo. En palabras más sencillas, lo que hay que cuestionarse es si las formas hay que mantenerlas dentro de ciertos márgenes o si pueden tener un amplio espacio de desenvolvimiento.

Es evidente que la respuesta a aquella pregunta va a depender de la situación a la cual nos estemos refiriendo. Sin embargo, la gran mayoría de las experiencias requiere que se cuide de las formas para que el objetivo final de la instancia pueda ser cumplido. Así, una sala de clases se constituye de cierta forma para que el aprendizaje de los estudiantes sea absorbido de la mejor manera posible; juegan en ella un rol tanto los elementos materiales y espaciales como quienes están encargados de transmitir los conocimientos. Todos los componentes deben confluir para que el fondo del asunto, es decir, el aprendizaje, prospere. Incluso cuando se trata de clases más lúdicas y con ciertas libertades para los educandos, los elementos se ordenan de tal forma que puedan permitir el logro de aquella experiencia.

El éxito de otras instancias, como el de los conciertos y el de los eventos deportivos, también depende de las formas. Es por esto que la calidad de un recital, por ejemplo, no solo se constituye de la música (el fondo), sino que también del ambiente que generan los asistentes, de la actitud de los músicos y de la calidad de las luces, entre otros.

La forma, en definitiva, juega un rol esencial: contribuye a que el fondo de las instancias tenga éxito, a través de la correcta organización de los elementos que la componen. Se trata de una realidad que la Convención aún no ha comprendido —el ingreso de constituyentes con corpóreos al ex Congreso y el discurso de apertura de Nicolás Núñez lo demuestran—, pero que aún está a tiempo de corregir.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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