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Líderes y liderazgos políticos en los procesos electorales Opinión

Líderes y liderazgos políticos en los procesos electorales

Ibán de Rementería
Por : Ibán de Rementería Miembro de la Corporación Ciudadanía y Justicia y Vicepresidente de la Red Chilena de Reducción del Daño.
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El líder es el guía, el conductor, el jefe, a este rol o función lo llamamos el liderato, la condición de líder, en cambio, el liderazgo es la superioridad de una organización en un competencia, deportiva, comercial o política.

Es conocido que Gran Bretaña tradicionalmente ha estado gobernada por el duopolio de los partidos Laborista o Conservador, o que los Estados Unidos de América  lo ha estado por los partidos Demócrata o Republicano. En Gran Bretaña la mayoría de la población de trabajadores y empleados, también de agricultores y profesionales, más liberales en sus referentes culturales –valóricos- se sienten habitualmente interpretados por las propuestas laboristas; por otra parte, los empresarios, los empleados de altos ingresos, los agricultores ricos, los profesionales exitosos ligados al empresariado, más conservadores y tradicionalistas en sus referentes culturales – morales- se sientan tradicionalmente representados por el Partido Conservador. En los Estados Unidos, de manera similar los sectores más progresistas por su condición económica, social y por su formación valórica se sienten interpretados por el Partido Demócrata, en  cambio, los empresarios, quienes tienen mayores ingresos, aquellos que se han formado con valores tradicionales, incluso discriminatorios, patriarcales y racistas apoyan preferentemente al Partido Republicano. En términos generales bien podemos decir que Gran Bretaña ha sido predominantemente laborista y Estados Unidos es de predominio demócrata, como Argentina es peronista, México priista –partidario del PRI (Partido Revolucionario Institucional). 

Aquí en Chile el electorado fue preferentemente centristas con los partidos Radical desde los años treinta a cincuenta o Democratacristiano desde los sesenta hasta no hace mucho. Pero en el presente, post revuelta social del 18 de octubre de 2019, luego del triunfo 80% sobre 20% del Apruebo sobre el Rechazo en el Plebiscito por la Convención Constitucional, así como por el triunfo 75% sobre 25% de la centro izquierda, izquierda y sectores afines sobre la derecha y extrema derecha en la elección de los representantes a dicha constituyente, donde estos últimos ni siquiera consiguieron el tercio de representación que les permitía controlar su elaboración mediante la aplicación del derecho de veto que otorga la aplicación del quórum contra mayoritario de 2/3, condición por ellos impuesta para aceptar la constituyente. Lo cierto entonces es que el centro político se habría contraído o licuado en favor de los extremos políticos, lo cual, por lo demás, junto con la delincuencia y el narcotráfico se ha convertido en uno de los ejes de la campaña del terror que está tratando de imponer la extrema derecha con bastante éxito entre las otras campañas presidenciales. 

Los procesos electorales en esos países se resuelven según sean las capacidades de convocatorias de sus partidos hegemónicos, un buen liderazgo, es decir un conjunto de propuestas políticas que interprete los intereses económicos, sociales y valóricos de los sectores e intereses que dice representar convocará mayoritariamente a sus respectivas “clientelas”, si tiene además, un buen liderato que conduzca la campaña, tanto mejor, en cambio, si esas propuestas son pobres, ambiguas o no creíbles, poco las convocará o lo hará de manera insuficiente para obtener una mayoría electoral. Un sector político está en vía del éxito si logra hacer la convocatoria a los “suyos”, asimismo, su éxito se verá asegurado si tiene un buen liderato personal que lo conduzca. 

Es claro que en los EUA en 2017 el triunfo de Donald Trump se debió a su alta convocatoria entre los sectores más conservadores de los EUA, así como, a la no credibilidad para la clientela demócrata de las propuestas políticas de ese partido representado por el liderato de Hillary Clinton,  dicho sea de paso ella obtuvo más votos que él, pero el liderazgo de la propuesta demócrata y el liderato de la candidata fueron insuficientes.  El brexit , salida de la Unión Europea (UE), y la derrota laborista en Gran Bretaña en 2019, se debió, por una parte, al espíritu euroescéptico tradicional de los conservadores , por otra y además, a la renuencia de los trabajadores británicos a permanecer en la UE ya que sus derechos laborales se han visto gravemente afectados, pues ahora no se negocian en Londres sino que en Bruselas, sede de la UE, en breve, ellos no pueden ir a negociar en Bruselas donde se deciden las políticas laborales de toda la UE. Asimismo los trabajadores fueron renuentes a votar por el liderato de Jeremy Corbyn, de la izquierda laborista y el mismo euroescéptico, ya que este había optado por abandonar su “ambigüedad”  y decidido apoyar la permanencia de Gran Bretaña en la UE para mantener la unidad del partido, los laboristas perdieron las elecciones de 2019, con la derrota más grave desde 1936, y Corbyn ha tenido que abandonar la conducción del Partido Laborista, su comprensión de la derrota fue clara, dijo: «Aprenderemos las lecciones de esta derrota, sobre todo escuchando a los votantes laboristas de toda la vida que hemos perdido en las comunidades de clase trabajadora».

Un buen ejemplo del juego de las capacidades movilizadoras o desmovilizadoras de los liderazgos y lideratos políticos fueron las pasadas elecciones presidenciales aquí en Chile, durante el año 2017. En la primera vuelta presidencial Sebastián Piñera, líder de la derecha, con 2.418.540 votos obtuvo el 36,64% de las preferencias electorales, por su parte Alejandro Guillier, líder de la centro izquierda (ex Nueva mayoría), quien con 1.498.040 votos logró pasar a segunda vuelta al obtener el 22,70%, en cambio contra todo pronóstico Beatriz Sánchez, representante de la nueva izquierda (Frente Amplio), alcanzó el 20,27% con 1.338.037  votos, casi alcanzando a Guillier, por su parte, Carolina Goic, candidata presidencial de la DC, el centro, solamente obtuvo 387.784 votos, para un escuálido 5,88% de respaldo popular.  

Haciendo un ejercicio electoral hipotético, si agrupábamos para Piñera las votaciones de José Antonio Kast, guía de la extrema derecha, con el 7,93%, más la mitad de la votación de Goic con el 2,94%, Piñera podía aspirar a un gran total de 3.135.807 votos pudiendo llegar así 47,54% del respaldo electoral para la segunda vuelta presidencial. Por la otras parte, si agrupábamos con los 1.498.040  votos de Guillier, el 22,70%, los 1.338.037 votos, el 20,27%, obtenidos por Sánchez, más la otra mitad de Goic, 193.892 votos, el 2,94%, más 376.871 votos de Enríquez-Ominami, el 5,71%, más algunos otros votos de las candidaturas testimoniales de Artes y Navarro, el 0.87%, para haber llegado así a un gran total de 3.464.473 votos, el 52,49%, entonces, era un hipótesis plausible el triunfo presidencial de Guillier y de la coalición conformada por la Fuerza de la Mayoría. 

Además, en las elecciones de diputados que se realizan al mismo tiempo que la primera vuelta presidencial las votaciones para la que se convertirá en la oposición fueron: para la Fuerza de la Mayoría [ex Nueva Mayoría] 1.443.103 votos, el 24,06%, el Frente Amplio 988.379 votos, el 16,48%, Coalición Regionalista Verde 115.189 votos, el 1,92%, Por Todo Chile  [Partido Progresista (PRO)] 234.275 votos, el 3,91%, más otros con sólo 55.729 votos, el 0,93%, para un total de la centro izquierda y la izquierda de 2.863.673 votos con el 47,30%; a lo cual podemos agregar a Convergencia Social, el PDC y otros, con 640.546 votos, el 10,68%, para llegar al gran total de toda la aposición con 3.477.221 votos, conformando una mayoría consistente del 57,98%.

A su vez, si agrupamos las votaciones para diputados de la derecha con los 2.321.340 votos, el 38,71%, de Chile Vamos, más Sumemos [Lily Pérez (Amplitud)Andrés Velasco] con 93.984 votos, el 1,57%, para un total 2.415.324 votos, el 40,28%, eso conforma la minoría del Gobierno en la Cámara de Diputados. En términos cuantitativos la centro izquierda y la izquierda obtuvieron algo más del 47% mientras que la derecha solo llegó a algo más del 40%, agregamos al PDC a la oposición esta había obtenido cerca del 59% de la votación, casi 20 puntos porcentuales más que los obtenidos por los partidos de Gobierno.

No obstante todo lo anterior, lo cierto es que los resultados de la segunda vuelta presidencial del año 2017 fueron para Sebastián Piñera 3.796.918 votos con el 54,57% y Alejandro Guillier con solamente 3.160.628 votos, el 45,43%, resultando electo aquel. 

¿Cómo se explica entonces esta antinomia electoral donde en un mismo proceso eleccionario una coalición de derecha gana la presidencial – 55% v/s 45%- y a la vez pierde la parlamentaria, mientras que la otra coalición  de centro izquierda pierde la presidencial, pero gana la parlamentaria – 47% v/s 40%?  Se ha afirmado que el liderato de Guillier no era bueno, lo cual es contradictorio frente al hecho de haber sido la persona con mayor credibilidad en los medios de comunicación, por su pasado de presentador y comentarista de la TV, aquí la falla que aflora es la pérdida del liderazgo político de la coalición. La hipótesis plausible aquí es que algunos de los votantes de centro izquierda representada por la Fuerza de la Mayoría que lo hicieron por sus candidatos a diputados y presidencial en la primera vuelta no fueron a votar en la segunda, asimismo, una gran mayoría de los votantes de la nueva izquierda del Frente Amplio tampoco se sintieron convocados a votar en la segunda vuelta.

El liderazgo de la centro izquierda, desde la Concertación a la Nueva Mayoría, se fue desarticulando inexorablemente desde el gobierno de Ricardo Lagos, quien logró ganarle a  Joaquín Lavín gracias a recibir la votación no pactada de la izquierda, principalmente representada por el PC, luego solo el liderato de Michele Bachelet salvó dos veces al ya decrépito liderazgo de la Concertación/Nueva Mayoría/Fuerza de la Mayoría, lo cual se explicita con la consigna en las calles que desde el 18 de octubre de 2019 denuncia: “no fueron los treinta pesos sino que los treinta años”.

Una pista sobre las sorpresas que nos pueden deparar los “votantes probables” nos la da la segunda vuelta para la elección del Gobernador de la Región Metropolitana, el segundo cargo más votado en el país luego de del Presidente de la República. Al terminar el pasado mes de mayo CNN informaba que: “Pulso Ciudadano: Karina Oliva se impondría a Claudio Orrego en balotaje por la gobernación de la RM. La encuesta proyectó un eventual triunfo de la representante del Frente Amplio, registrando un 32,5% de preferencias, mientras por el candidato de Unidad Constituyente votaría un 21,7%, siendo respaldado mayoritariamente por simpatizantes de derecha y centroderecha”. Días después El Mostrador informaba: “Vuelco en el balotaje de gobernadores: Claudio Orrego lo da vuelta y supera a Karina Oliva en la “madre de todas las batallas” de la RM. De acuerdo al recuento del Servel, con el 99,39%,  el postulante DC-Unidad Constituyente fue declarado ganador con 51,72% (707.934 votos) versus una Karina Oliva que alcanzó un 48,28% (660.907 sufragios), en la competitiva elección en la RM. Hasta menos del 50% del conteo, la postulante de Comunes se imponía ampliamente, sin embargo al avanzar el recuento, el exministro DC fue estrechando las diferencias y pasó por encima en el cómputo en un final de infarto, sacando diferencias en comunas como Las Condes y Vitacura”. Lo claro aquí fue que los sectores populares de la RM no fueron a votar Oliva, esos mismos que concurrieron para producir el 80% v/s 20% en el Plebiscito por el Apruebo.

Cuatro son los probables finalistas de la primera vuelta presidencial, según Data Influye –Axel Callis- las preferencias serían: Boric, 34%, Kast 28%, Provoste 14% y Sichel 10%, cualquiera de ellos puede pasar a la segunda vuelta, pero lo más seguro es que lo sean Boric y Kast. 

Hasta hoy Kast ha mostrado un excelente liderato con un partido, el Republicano, de liderazgo pobre, en cambio, Sichel ha mostrado un mal liderato pese a que el liderazgo de la nueva derecha empresarial que lo respaldó logró un resonante éxito sobre la derecha tradicional en las primarias de ese sector.

Ya sabemos que Kast ha sido muy movilizador de su clientela y que Sichel ha sido desmovilizador de la que le tocaba, pero la pregunta que debe ser hecha es: ¿cuán movilizador o desmovilizador de la suya será Boric? Tiene él el liderato suficiente, tiene la coalición Apoyo Dignidad conformado por el FA y el PC, el liderazgo propositivo que llame también a quienes fueron convocados para el plebiscito y la elección de los constituyentes, o se replicará el fantasma de las segundas vueltas en la presidencial de 2017 y en la de gobernador de la RM el pasado agosto. A no dudarlo el arrepentimiento de Sebastián Depolo, Secretario General de Revolución Democrática, sobre su opinión: “Vamos a meterle inestabilidad al país porque vamos a hacer transformaciones importantes”, que son las vicisitudes de dar entrevistas a El Mercurio,  no tan solo pone en duda el liderazgo de Apoyo Dignidad y el liderato de Boric, por su negación del ímpetu transformador, además, la indiferenciación de las propuestas programáticas de esa coalición con las otras candidaturas presidenciales sobre los temas de delincuencia o seguridad ciudadana y drogas o narcotráfico, también pone en duda la convocatoria ese liderazgo. Por otra parte, la derecha empresarial muestra que ha entrado en estado de pánico ante la polarización política provocada por Kast, pues tenemos que Juan Sutil,  el presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio enfatizó en que «en esta campaña, los candidato que quieran realmente llevar a cabo un programa o proyecto de desarrollo, van a tener que moderarse al centro». Sobre la idea de Kast de disminuir impuestos respondió que «es muy difícil de llevar adelante». Por su parte, La Segunda –El Mercurio vespertino- editorializa: “Inconsistencias del programa Kast”. 

Un dato, al última encuesta de Data Influye, ante la pregunta de cuál fue la mejor campaña, indica las siguientes preferencias: Kast 32%, Boric 22%, Provoste 8% y Sichel 4%.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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