Opinión
Una de las tareas principales del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación es democratizar los conocimientos, labor que responde a un aprendizaje central de los últimos años: las crisis socio-ambientales, los desastres naturales, los desafíos digitales y las demandas de justicia social demuestran que necesitamos, y con urgencia, poner las capacidades científicas, tecnológicas, de conocimientos e innovación al servicio de la ciudadanía.
Chile requiere trabajar en un modelo local de sociedad, que sea capaz de poner los conocimientos al servicio de la democracia y la sostenibilidad social, y que contribuya a un desarrollo integral de sus diversos territorios.
El programa de gobierno es una oportunidad excepcional para democratizar los conocimientos con estándares internacionales. Este año, se presentará la Estrategia Nacional para la implementación de la agenda internacional de Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), lo que nos permitirá generar políticas públicas, programas y acciones para poner las capacidades científicas, tecnológicas y de innovación al servicio de la sostenibilidad social y medioambiental de la economía y el desarrollo productivo. Además, en línea con las recomendaciones internacionales de la OCDE en materia de políticas de ciencia, tecnología e innovación, MinCiencia desarrollará marcos políticos e institucionales para fortalecer la gobernanza intersectorial de la CTCI y el sistema público de I+D, a través de la participación de distintos actores y diálogos entre conocimientos y saberes.
Desde este Ministerio, comprendemos la misión de democratizar los conocimientos desde cuatro ejes principales.
Primero, democratizar los conocimientos significa coordinar actores, conocimientos y saberes en función de problemas y desafíos complejos. Desde la creación de Conicyt (1967), Chile ha recorrido un largo camino para desarrollar conocimientos especializados y avanzados a través de fondos públicos, generando un ecosistema variado y lleno de potencial, que hoy requiere de condiciones y plataformas institucionales para valorarlos y ponerlos en acción. Esto lo haremos generando nuevos marcos, como la política nacional de CTCI que ya se inició y en el que han participado a la fecha más de 200 personas.
Segundo, democratizar los conocimientos significa comprender y ampliar las capacidades actuales. Este año fortaleceremos el desarrollo de nuevas capacidades transdisciplinarias, a través de instrumentos innovadores como Proyectos de Exploración, Desafíos Públicos, Investigación y Desarrollo en Acción (IDeA) y Conocimientos 2030. Asimismo, junto con universidades estatales y del CRUCH, hemos generado mesas de trabajo orientadas a coproducir nuevos marcos de colaboración que nos permitan repensar, entre otras cosas, los actuales estándares de excelencia y el desarrollo de las diversas áreas del conocimiento.
Tercero, democratizar significa también transformar ideas en acciones, y esto no solo demanda coordinar actores, sino también generar polos de investigación, desarrollo y pensamiento, que permitan responder a tiempo a las necesidades nacionales. Esto requiere mayor infraestructura y presencia en los territorios, lo que consolidaremos mediante la instalación de nuevas seremías regionales, que nos permitirán identificar las prioridades, las vocaciones y las sensibilidades territoriales del país.
En suma, democratizar los conocimientos significa trabajar en la generación de nuevas formas institucionales de bienestar, igualdad, colaboración y convivencia social, a partir de capacidades, saberes y experiencias aún por explorar en nuestro país. Como ministerio estamos convencidos de que las ciencias y conocimientos son una prioridad política, porque constituyen la base para un desarrollo integral de nuestra sociedad, el cual apunta al bienestar social, la valoración de nuestra diversidad cultural y el crecimiento económico con sostenibilidad ambiental.
