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Las islas de calor urbano: una oportunidad de desarrollo sostenible Opinión

Las islas de calor urbano: una oportunidad de desarrollo sostenible

Leonel Sánchez Jorquera
Por : Leonel Sánchez Jorquera Abogado. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Diplomado en Diseño, Evaluación y Gestión de Proyectos de Interés Público, Instituto de Asuntos Públicos, Universidad de Chile. Con estudios en Introducción a la Teología, Departamento de Extensión, Facultad de Teología, Universidad Católica de Chile.
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Recorrer Santiago utilizando la autopista y avenida conocida por algunos como Circunvalación Américo Vespucio, que rodea toda la gran capital, pasando por barrios ricos, pobres, emergentes y vulnerables y/o vulnerados, permite mirar, observar y evidenciar desde un análisis de simple vista –que posteriormente se puede cruzar con datos duros– la cantidad de áreas verdes asociadas a los distintos espacios de aglutinamiento de población. Lo anterior demuestra la desigualdad existente en la distribución del espacio territorial y la segregación evidente de la ciudad, que también tiene efectos en la formación de estas islas de calor urbano y la forma en la cual enfrentamos el cambio climático como sociedad y como Estado.


Plantear que el cambio climático es un fenómeno que afecta a toda la humanidad por igual es un error conceptual que puede tener consecuencias en cómo enfrentar dicho fenómeno y los desafíos asociados. Tal afirmación puede fundamentarse desde distintas evidencias científicas que dicen relación con las distintas realidades geográficas y capacidades de mitigar, adaptarse o transformar que permiten disminuir los efectos del cambio climático.

Por tal motivo es importante tener presentes algunos conceptos. Uno de estos conceptos dice relación con las islas de calor urbano, entendidas como la comparación de la temperatura que tiene la ciudad respecto a la temperatura que tiene el entorno de la ciudad no urbano (Smith P., 2021) y la climatología urbana en cuanto construcción social, como es el caso de las grandes urbes, teniendo a la vista el ejemplo de la ciudad de Santiago de Chile.

Es así como las islas de calor son un fenómeno que se genera donde la cantidad de cemento y de construcción que existe (incluyendo la falta de árboles para poder dar sombra) hacen que el calor se concentre en las ciudades y que exista una gran diferencia entre la temperatura al interior de la ciudad y la temperatura que hay en la periferia, como asimismo en distintos puntos al interior de la urbe o dentro de los hogares –porque en los hogares con mejor situación económica pueden aislar mejor su casa–. De esta forma, se incorpora el concepto de pobreza energética, el cual refiere a cuando las personas están siendo expuestas a condiciones ambientales que no son adecuadas y que podrían ser abordadas con el uso de ciertas energías (Urquiza A., 2021).

Junto con lo anterior se debe tener presente que Chile tiene una de las poblaciones más urbanizadas de la región latinoamericana y se hace imprescindible poner el foco en cómo desarrollamos estos medioambientes urbanos.

Recorrer Santiago utilizando la autopista y avenida conocida por algunos como Circunvalación Américo Vespucio, que rodea toda la gran capital, pasando por barrios ricos, pobres, emergentes y vulnerables y/o vulnerados, permite mirar, observar y evidenciar desde un análisis de simple vista –que posteriormente se puede cruzar con datos duros– la cantidad de áreas verdes asociadas a los distintos espacios de aglutinamiento de población. Lo anterior demuestra la desigualdad existente en la distribución del espacio territorial y la segregación evidente de la ciudad, que también tiene efectos en la formación de estas islas de calor urbano y la forma en la cual enfrentamos el cambio climático como sociedad y como Estado.

He participado de algunas iniciativas que buscan recuperar espacios de áreas verdes, principalmente asociados a paños o terrenos que son bienes nacionales de uso público que están deteriorados o abandonados por el Estado, en comunas populares del Gran Santiago, como son La Pintana y San Joaquín. Dichas experiencias, principalmente las iniciativas comunitarias, si bien se cuenta con la colaboración o apoyo de los municipios respectivos o de ciertos órganos del Estado central y/o regional, son insuficientes para equilibrar la notable desigualdad de áreas verdes en el Gran Santiago, en especial si se compara con las comunas del sector oriente, donde se encuentran las poblaciones más ricas y privilegiadas de Chile.

Tal vez la principal importancia de estas iniciativas comunitarias radica en otros aspectos, como la toma de conciencia de la comunidad con su entorno inmediato, la cohesión social que provoca, la legitimación de ciertos actores comunitarios y la colaboración público-privada que se produce a escala local o comunitaria.

Pero en el proceso de toma de conciencia se puede profundizar mucho más. Si se incorpora el concepto de desarrollo sostenible en su versión más moderna, entendiendo esta sinergia que se debería producir entre lo social, económico y ambiental para que se dé este desarrollo que satisface necesidades del presente protegiendo el sistema de soporte vital de la tierra, del cual depende el bienestar de todas y todos, considerando las generaciones actuales y futuras (Arriagada R., 2021).

Lo anterior se vincula directamente con uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) adoptados por la ONU en el año 2015 y que dice relación con adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos, buscando una coordinación entre la sociedad civil, el sector privado y el Estado en sus distintos niveles.

Recordemos que los ODS deben ser vistos de manera sistémica y también en este caso particular de las islas de calor urbano asociadas a medidas de mitigación, adaptación y transformación para prevenir los efectos del cambio climático. De esta forma se puede considerar una mirada más sistémica en cómo abordar el problema público de las islas de calor urbano y su segmentación territorial en ciudades como Santiago.

La toma de conciencia y la articulación público-privado que han generado diversas iniciativas de recuperación de áreas verdes en pequeños puntos de Santiago, principalmente de sus comunas populares, puede ser un punto de partida para generar políticas públicas de generación de ciudades y comunidades sostenibles, más justas y equitativas, donde la participación de las comunidades involucradas y afectadas parece ser la clave de una política pública exitosa en dichos procesos.

A partir de enfrentar los efectos adversos de las islas de calor urbano, se puede ampliar el campo de acción de las iniciativas hacia otras áreas de factores controlables que están asociados a la generación de este fenómeno, buscando ciudades sostenibles con mayor equidad, mejorando la calidad de vida de las urbes y enfrentando el cambio climático entre todas y todos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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