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Péndulo democrático y ciclos electorales Opinión

Péndulo democrático y ciclos electorales

Marco Moreno Pérez
Por : Marco Moreno Pérez Decano Facultad de Ciencia Política y Administración Pública, Universidad Central de Chile.
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Si no es principalmente el eje ideológico lo que explicaría el reciente comportamiento electoral en Chile, la pregunta es qué es lo que está influyendo en las decisiones. Para el politólogo argentino Andrés Malamud, el comportamiento pendular tendría otra explicación: el triunfo de los opositores. Según Malamud, en diez de las últimas once elecciones presidenciales latinoamericanas se impuso la oposición. Esta constatación es consistente con varios estudios que ponen de manifiesto el altísimo nivel de insatisfacción política, tanto con el sistema democrático como con el Gobierno de turno, sea del color que sea. Lo que se está erosionando cada vez con mayor rapidez es la paciencia democrática de los ciudadanos con sus gobiernos.


Varias explicaciones se ensayan por estos días para entender los resultados del 7M. Aunque con matices, el mainstream busca en la teoría del péndulo democrático y los cambios en los ciclos electorales la respuesta a los resultados electorales de la reciente elección de consejeros(as) constitucionales. La hipótesis es que los cambios en el comportamiento electoral de los ciudadanos de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, serían constitutivos de una lógica pendular. La elección presidencial de Gabriel Boric en 2021, de una parte, y el resultado del plebiscito de salida en 2022 y la elección del 7M, serían la evidencia del movimiento oscilante del péndulo democrático en el caso de Chile.

Sin embargo, esta puede resultar una explicación simple para un problema complejo, que tiende a reducir la comprensión acerca de cómo se están informando, cómo construyen realidad y, sobre todo, cómo toman decisiones electorales los chilenos.

No hay evidencia por ahora que nos permita afirmar que se ha operado un cambio drástico en la matriz de pensamiento y creencias de los chilenos. El último Estudio Longitudinal Social de Chile (ELSOC) desarrollado por el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), muestra que, en cuanto a la posición política, la mayoría de los tipos de votantes se identifican con el centro, pero los votantes habituales son más de izquierda (27%). Además, el 40% de los no votantes no se identifica políticamente. Los votantes reactivos son estables ideológicamente entre quienes se declaran de derecha (75%), mientras que los no votantes son los individuos más inestables ideológicamente, con cierta estabilidad en el centro y el apoliticismo. Estos datos serían consistentes con lo que ocurre en la región. A su turno, los datos del Barómetro de las Américas muestran que la autoidentificación ideológica de los latinoamericanos no parece haber variado significativamente en la última década.

Si no es principalmente el eje ideológico lo que explicaría el reciente comportamiento electoral en Chile, la pregunta es qué es lo que está influyendo en las decisiones. Para el politólogo argentino Andrés Malamud, el comportamiento pendular tendría otra explicación: el triunfo de los opositores. Según Malamud, en diez de las últimas once elecciones presidenciales latinoamericanas se impuso la oposición. Esta constatación es consistente con varios estudios que ponen de manifiesto el altísimo nivel de insatisfacción política, tanto con el sistema democrático como con el Gobierno de turno, sea del color que sea. Lo que se está erosionando cada vez con mayor rapidez es la paciencia democrática de los ciudadanos con sus gobiernos.

Frente a esto, el mecanismo de control o rendición de cuentas sería el que más estaría determinando las decisiones electorales recientes. Las elecciones especialmente las de medio término se utilizarían como un examen a los gobernantes. Lo que evalúan los ciudadanos es el rendimiento social de las decisiones y acciones de los gobernantes, esto es, su capacidad y eficacia para resolver problemas sociales. Como acertadamente ha apuntado Antoni Gutiérrez-Rubí, la aceleración del desencanto está empujado a muchos sectores sociales a abrazar el populismo negativo que se expresa en concebir el voto como castigo a la gestión del gobierno en el cumplimiento de las funciones públicas y en la realización de los objetivos de importancia social, como orden público, seguridad y migración controlada en el caso de Chile.

Esta lógica sería la que habría estado en la base de las decisiones electorales de los chilenos el 7M. Habría menos de restauración conservadora, o de tsunami de derecha –aunque hay una parte de quienes votaron Republicanos que adscriben a estas ideas–, y más de una ciudadanía crítica, exigente y escéptica de la capacidad directiva de los gobiernos.

A pesar de todo, y cualesquiera sean las dificultades, el Gobierno debe anunciar resultados y su gestión será evaluada por ellos. No hay atajos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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