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Belisario Velasco: el momento estelar de un patriota de excepción Opinión

Belisario Velasco: el momento estelar de un patriota de excepción

Carlos Huneeus
Por : Carlos Huneeus Director del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC).
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Cuando muchos tenían –justificadamente– miedo y otros callaban, mientras reinaba la DINA, el instrumento represivo de Pinochet, Velasco dirigió radio Balmaceda, el primer medio de comunicación que denunció los atropellos de la dictadura y las violaciones a los derechos humanos. Con ingenio, la emisora ocupó el limitado espacio que toleraba la dictadura y lo hizo con estricta fidelidad a los hechos, acompañado esto por periodistas de excelencia, apegados a la búsqueda de la verdad, en las difíciles condiciones que sufría el país, como Ignacio González Camus, Martita Caro y Patricio Vargas.


Belisario Velasco fue un verdadero político de carrera según la definición del destacado cientista político Anthony King (1981). Este partió de la clásica caracterización que hizo Max Weber del político, una actividad que consideró una profesión. King, profesor de la Universidad de Essex (Gran Bretaña), especificó que se trata de una carrera y distinguió cuatro tipos de políticos, según la oportunidad en que se ingresa a ella y su trayectoria posterior.

El primer tipo de político de carrera que definió King corresponde a aquellos que se dedican enteramente a la política, sin ninguna otra ocupación. En sus palabras, son “los que comen, duermen y sueñan con la política” (King, 1981: 269). Un segundo tipo es aquel que se dedica a la política, pero con una cierta distancia y puede interrumpirla y abocarse a otra actividad. La tercera categoría son quienes entran a la política por accidente y, aunque disfrutan de ella, estarían igualmente contentos como empresarios o dirigentes sindicales. El cuarto tipo es aquel que entra a la política por un sentido del deber o por lealtades personales, pero que nunca se sintió del todo en su elemento en esa actividad.

Sin duda, Belisario Velasco fue un político de carrera del cuarto tipo: entró a esta profesión en 1971 –desde mucho antes estaba en las filas de la DC, como relata en sus memorias– por un sentido del deber, aunque se sintió muy cómodo en ella. Fue invitado por el senador Renán Fuentealba para que le acompañara como secretario nacional del PDC en la directiva que, con Bernardo Leighton, aspiraba a dirigir.

Era un momento complejo de nuestra historia, porque el Gobierno de la Unidad Popular, del presidente Salvador Allende, tensionaba las instituciones democráticas y el PDC consideró indispensable defenderlas.

Él fue víctima de esto. Después de trabajar más de tres lustros en la Empresa de Comercio Agrícola (ECA), a la que entró en 1957 (a los 17 años de edad, el más joven de los 1.400 funcionarios, y a la planta administrativa) y sufrir presiones de distinta naturaleza para que renunciara, a las cuales se negó, los directivos emplearon un resquicio legal: suprimieron el cargo. Velasco quedó fuera de la empresa.

Cuando la directiva de Fuentealba terminó en la junta nacional del PDC de mayo de 1973, en la que fue elegido Patricio Aylwin, Velasco fue elegido consejero nacional y tuvo una activa participación en las pocas semanas de democracia que quedaban, acompañando a Fuentealba y Leighton, también consejeros nacionales, en una oposición al Gobierno que se empeñó por lograr un acuerdo con el presidente Allende. Aylwin compartía esta estrategia, pero no otros consejeros nacionales que habían apoyado su elección.

La trayectoria política posterior de Velasco es bien conocida. Fue un decidido opositor a la dictadura desde el 11 de septiembre de 1973. Junto a otras doce destacadas personalidades del falangismo firmó una declaración pública difundida dos días después del golpe de Estado, conocida como “La carta de los trece”, que condenó el derrocamiento del Gobierno, algo que la directiva del PDC no hizo en su declaración. Después fue director-gerente de la radio Presidente Balmaceda (1973-1976), de propiedad del partido, aceptando la invitación del timonel falangista, Patricio Aylwin. Más tarde, fue consejero nacional del PDC en los años ochenta –cuando Gabriel Valdés era presidente del partido–, participó en la campaña del No de 1988 y en la campaña presidencial de Patricio Aylwin en 1989.

Tras el restablecimiento de la democracia, fue subsecretario del Interior (1990-1999), embajador en Portugal (2000-2003) y ministro del Interior (2006-2008).

Su biografía política se confunde con más de 70 años de nuestra accidentada historia y con la del PDC, al cual ingresó en 1957, sin nunca dudar de su militancia ni esconder sus convicciones, siempre pensando en Chile y los chilenos. Sabía que la política de partido se hace en comunidad, junto a quienes más comparten sus convicciones. Belisario Velasco fue un “chascón” histórico, respetado por todos en el PDC y fuera de esta colectividad.

De haber sido alemán, Velasco habría militado en el ala progresista de la CDU, las Comisiones Sociales (Soxialausschüsse), cuya principal figura fue Norbert Blüm, y que apoyaron a la DC desde un comienzo y estuvieron contra la dictadura de Pinochet.

Su última actuación pública fue hace solo un año, cuando se manifestó públicamente por el Rechazo en el plebiscito de salida del anterior proceso constituyente.

En sus memorias (Esta Historia es mi Historia, Catalonia, 2018), Belisario Velasco revela cuál fue su “momento estelar”, parafraseando un término del escritor austríaco Stefan Zweig: “Aunque he sido embajador, ministro y hasta vicepresidente de la República en diversas ocasiones, considero que mi paso por radio Balmaceda constituye el punto más alto de mi carrera, aquello que con los años más aprecio y recuerdo”.

Ese momento estelar de su vida ocurrió en los primeros años de dictadura. Cuando muchos tenían –justificadamente– miedo y otros callaban, mientras reinaba la DINA, el instrumento represivo de Pinochet, Velasco dirigió radio Balmaceda, el primer medio de comunicación que denunció los atropellos de la dictadura y las violaciones a los derechos humanos. Con ingenio, la emisora ocupó el limitado espacio que toleraba la dictadura y lo hizo con estricta fidelidad a los hechos, acompañado esto por periodistas de excelencia, apegados a la búsqueda de la verdad, en las difíciles condiciones que sufría el país, como Ignacio González Camus, Martita Caro y Patricio Vargas, que informaban sobre lo que ocurría en el país, sin cerrar los ojos y los oídos, con profesionalismo, compromiso y coraje.

Radio Balmaceda fue la primera emisora que informó de detenciones, de las dificultades económicas que aquejaban a la población, y difundió las acciones de los organismos de defensa de los Derechos Humanos, así como de las iniciativas de la Iglesia Católica junto a laicos (la Semana Social) y las palabras del cardenal arzobispo de Santiago, Raúl Silva Henríquez, con ocasión de festividades religiosas. Destacó las palabras del cardenal, que otros medios ocultaban, en el Viernes Santo de 1974.

La postura de la emisora que dirigía Belisario Velasco no fue compartida por distinguidas personalidades del PDC, quienes creían que era inconveniente informar de estas noticias, porque se debía “cuidar” la emisora para cuando la dictadura permitiera mayor espacio político. Ese era el objetivo. Esta postura fue compartida por la directiva de la JDC cuando, en 1974, Gutenberg Martínez asumió su presidencia, y por políticos que estaban en el ICHEH. Era una lógica en la que por consideraciones tácticas primaban “los resultados” por sobre los principios.

Pero Belisario Velasco, junto a Jaime Castillo Velasco, y los firmantes de “La carta de los trece”, opinaron que el PDC, en tanto principal colectividad del país, no podía mantener en reposo su radio y limitarse a esperar mejores tiempos. Ellos plantearon que ante las flagrantes violaciones a los Derechos Humanos, la censura y la conculcación de derechos de los trabajadores, la radio del PDC no podía callar. Su deber era actuar, denunciar, y de inmediato. Debía erigirse en una luz y faro en esos tiempos de oscuridad. Era su deber en un partido que creía en la libertad, la democracia, los derechos humanos y cuyos principios derivan del humanismo cristiano.

Estas posturas reflejaron las diferencias internas en el PDC entre “guatones” y “chascones” ante el Gobierno de la UP y el golpe de Estado. Las diferencias dentro del PDC permanecieron latentes y reaparecerían en distintos episodios en dictadura y democracia.

La actitud valerosa de radio Balmaceda tuvo un alto costo. La radio fue clausurada por la dictadura y Velasco y los periodistas sufrieron amenazas y presiones. En la tercera ocasión en que la emisora fue clausurada, en abril de 1976, el régimen relegó a Velasco a Putre. Durante la ausencia forzosa de Velasco, la directiva de la JDC, con el respaldo del directorio de la radio y la directiva en ejercicio, mientras Patricio Aylwin no ejercía la presidencia del partido, afectado por una depresión provocada por el titánico esfuerzo de dirigir al partido en dictadura, irrumpió en la emisora y ejerció una abierta, denigrante y hasta vergonzosa persecución contra el equipo de prensa que Velasco había convocado.

Marcelo Rozas, mano derecha de Gutenberg Martínez, fue nombrado al frente de la emisora. Con el apoyo de Giacomo Marasso, nuevo jefe de programación, y Miguel Fritis, gerente general subrogante, ejercieron una presión intolerable contra el equipo de periodistas que dirigía Ignacio González Camus, que incluyó desde la censura, incluso de noticias que otros medios emitían, el término de programas de prensa –a pesar de su enorme audiencia–, el cese del diálogo interno, contratación de otros profesionales. Incluso, la nueva administración de la radio ordenó no transmitir informaciones sobre la Semana Social de la Iglesia.

Finalmente, el equipo de periodistas paralizó su trabajo, en protesta contra Marcelo Rozas y las nuevas líneas informativas que gobernaban radio Balmaceda. Todos fueron despedidos y el jefe del equipo de prensa, González Camus, renunció. Cuando Velasco regresó de la relegación tres meses después, se le impidió entrar a la radio porque ya no era más el director.

Belisario Velasco fue un “chascón” consecuente, que no claudicó a sus principios, y que a pesar de las diferencias que tuvo en varias ocasiones con la línea del partido, no lo abandonó. Patriota como pocos, dio muchas batallas en vida. Algunas las ganó y otras las perdió. Pero la que le caló más hondo, el período de su vida que recordaba con más cariño, su momento estelar, fue en radio Balmaceda.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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