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En el Día Internacional de las Personas de Edad: honrarás a tu padre y a tu madre Opinión Diego Martin/Agencia Uno

En el Día Internacional de las Personas de Edad: honrarás a tu padre y a tu madre

Dafne Englander
Por : Dafne Englander Directora Ejecutiva de la Comunidad Judía de Chile.
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En función del Día internacional de las Personas de Edad todos debemos sentirnos llamados a la acción y relevar el rol de nuestros mayores. Escuchemos sus historias, aprendamos de su sabiduría, mantengamos una actitud respetuosa, compasiva y considerada hacia ellos.


Hace pocos días se encontró a una adulta mayor fallecida desde hacía mucho tiempo en su departamento. Más allá de las circunstancias del hecho, cabe preguntarse cómo llegamos a una desconexión tal como seres humanos, sobre todo con aquellos que muchas veces no tienen cómo valerse por sí mismos. No puedo evitar preguntarme: ¿cómo habrán sido sus últimos días?, ¿estuvo enferma?, ¿pasó hambre?, ¿en quién pensó?, ¿pidió ayuda?

¿Acaso no es una reflexión que debemos hacer como sociedad?
En el judaísmo, los adultos mayores son altamente valorados. Se les considera sabios consejeros, debido a su experiencia, y desempeñan un papel esencial en la transmisión de la tradición y la cultura judías a las generaciones más jóvenes. Están presentes en el primer decálogo de principios de las religiones judía y cristiana. En efecto, el quinto mandamiento dice: “Honrarás a tu padre y a tu madre”, lo que nos insta a mostrar respeto y gratitud hacia nuestros padres y, por extensión, hacia las personas mayores en general.

El 1 de octubre recién pasado se conmemoró el Día internacional de las Personas de Edad, establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1990, que da espacio al Mes del Adulto Mayor en nuestro país y que representa una excelente oportunidad para reconocer la importancia trascendental que tienen en la sociedad.

En Chile, aproximadamente 3.5 millones de personas superan los 60 años, lo que equivale al 18% de la población, y se proyecta que esta cifra llegará al 32% (6.5 millones) para el año 2050.

El envejecimiento de la población no solo es un asunto estadístico, sino un llamado a la acción sobre temas como las pensiones, el acceso a la salud, el aislamiento social, la falta de vivienda adecuada, las enfermedades neurodegenerativas, la desigualdad, la violencia y el abuso.

Uno de los problemas críticos es la pobreza que afecta a este grupo de la población, ya que muchas personas mayores en Chile reciben pensiones insuficientes para llevar una vida digna. A pesar de algunos avances como la PGU, aún queda mucho por hacer.

La pobreza a menudo conduce a la violencia y el abuso hacia las personas mayores, ya que muchas veces se ven obligadas a depender de terceros que, lamentablemente, no siempre respetan su fragilidad y en algunos casos ejercen violencia física y/o psicológica contra ellas. Las investigaciones señalan que aproximadamente el 30% de este segmento de la población ha sido víctima de maltrato, lo que incluye negligencia o abandono. Es una traición a los principios fundamentales de humanidad, que simplemente no podemos tolerar.

Por otro lado, este grupo sufre más que ninguno la soledad y el aislamiento social, con efectos físicos y emocionales que pueden impactar en su salud. La pérdida de seres queridos, el distanciamiento de la red social laboral y las dificultades de movilidad son factores que pueden desencadenar un profundo sentimiento de soledad. Por esta razón, es fundamental fomentar que nuestros adultos mayores mantengan y amplíen sus conexiones sociales, participando en actividades diseñadas específicamente para su bienestar o involucrándose en iniciativas de voluntariado, entre otras posibilidades.

La tecnología también puede desempeñar un papel importante al ayudar a mantener estos vínculos. Es esencial que todos tomemos conciencia del impacto que la soledad puede tener en la vida de los adultos mayores y, por lo tanto, comprendamos la importancia de la inclusión social, tanto para su bienestar personal como para el enriquecimiento de nuestra sociedad.

Su experiencia y sabiduría son tesoros invaluables que benefician a las generaciones más jóvenes. Debemos tender puentes para que sigan contribuyendo de manera significativa a nuestra comunidad, lo que fortalece el tejido social en su conjunto.

De la mano de ello, surge la necesidad de fomentar las relaciones intergeneracionales. De hecho, dado que las personas mayores representan una fuente inestimable de conocimientos y experiencia, es imperativo promover las relaciones intergeneracionales, lo que beneficia a toda la sociedad. La interacción entre personas de distintas edades proporciona un sentido de pertenencia y conexión, promoviendo al mismo tiempo un envejecimiento activo y saludable.

Asimismo, ofrecen una oportunidad única para la transmisión de conocimiento, contribuyendo así a la cohesión social y al crecimiento colectivo. En definitiva, fortalecen la estructura de nuestra sociedad. Abordar los desafíos planteados requiere un enfoque integral que involucre a gobiernos, organizaciones no gubernamentales, la sociedad civil y la comunidad en general. Pero, sobre todo, requiere un compromiso personal: todos tenemos padres o abuelos a quienes debemos respeto, o adultos mayores en nuestras vidas a quienes podemos ayudar con gestos tan simples como preguntar sinceramente cómo están, ayudar con tareas cotidianas (¡cuánto agradecen una ayuda con internet!) o simplemente escuchar sus historias.

En función del Día Internacional de las Personas de Edad todos debemos sentirnos llamados a la acción y relevar el rol de nuestros mayores. Escuchemos sus historias, aprendamos de su sabiduría, mantengamos una actitud respetuosa, compasiva y considerada hacia ellos.

Como dice el Talmud: “Quien honra a los ancianos es como alguien que honra a Dios”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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